Libros | "Hay gente que no sabe lo que hace", de Alejandra Zina


Por WB

Parecen fragmentos de películas de Jim Jarmush. Eso fue lo que pensé cuando terminé de leer el último cuento de “Hay gente que no sabe lo que hace”. 

Cada una de las siete historias del libro se van desarrollando lentamente y no se abren de manera explícita. El conflicto o problemática sobre la que giran las historias está muy velado, apenas insinuado, y vamos penetrando en ellas por hendijas que hallamos a lo largo de la lectura.

Los cuentos no responden a la estructura clásica del género. Dan la impresión de estar arrancados de una historia más grande de la que solo leemos una parte pero que, sin embargo, tienen sentido y autonomía.

Todos los personajes de los cuentos son mujeres. En algunos son niñas, como en “Sarah Kay”, donde una niña de clase media se va metiendo en el mundo de su compañera de escuela, una niña humilde que debe salir a pedir por las calles; o en “El último reflejo de la tarde”, donde una mujer debe realizar un viaje tenso e incómodo con las hijas de su pareja. 

En otras historias, los personajes son mujeres adultas, como en “Negros famosos”, donde una rutinaria reunión de amigas se transforma en un escenario donde emergen deseos ocultos y reprimidos; o “El peluquero”, donde la sala de una peluquería es el epicentro en el que se van revelando las intimidades de una familia, de la gente del barrio.

Los cuentos de Alejandra Zina muestran que la realidad, en ocasiones chata o banal, puede revelarse inquietante. Y el mecanismo que detona el elemento perturbador de los cuentos es la manera de narrar los detalles que van transformando la vida cotidiana de los personajes.

Hay gente que no sabe lo que hace, de Alejandra Zina, fue publicado en 2016 por Paisanita Editora.

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