En el tercer encuentro de la nueva edición del Taller de Lectura a Distancia de #LaAquateca leímos el cuento "El lugar donde mueren los pájaros" de Tomás Downey. "Fuerte historia, muy fuerte", dijo alguien. "Un cuento muy intenso que muestra bellamente la dicotomía luz-oscuridad que está presente en los seres humanos desde la infancia", comentó alguien más. También hubo algunas críticas, más que todo enfocadas en la longitud de la historia, la selección de cierta tipología de personajes para construir la historia o si su actitud era más o menos verosímil. Como he dicho antes, discrepar es perfectamente válido. Te dejo el resumen de los principales comentarios y te invito a entrar en la discusión, previa lectura del cuento, claro.
«A través de la voz de la nena mayor se va perfilando un clima familiar alterado por la presencia de la beba y la dificultad de la madre para organizarse ante nuevas obligaciones. La superan y alteran emocionalmente.Las acciones muestran a un padre que intenta ayudar en el escaso tiempo en que se hace presente sin lograr estabilizar a la menor de las hijas al parecer celosa por la nueva integrante familiar. Esta especie de momentáneo colapso familiar se muestra en las diferentes escenas relatadas en la voz de la mayor. Traduce un clima de desasosiego a explotar en cualquier momento en un final abierto. Este es el trabajo que el escritor me ha dado a mi como lectora y me llevó a participar con interés en la lectura, al mostrarme en el relato una serie de escenas, de las que no permanecí indiferente, sorprendiendo con un final a resolver. Muy buen cuento.»
Aida Pini
«Tremendo, demasiado tétrico para mi gusto.»
María Rosa Fernández Othacehe
«Cuentazo. Y un gran libro.»
Francisco Scilletta
«Gracias Maumy por acercarme a Tomás, tenía muchas ganas de leerlo. La atmósfera general del cuento es la de una inocencia propia de la infancia con sus celos, berrinches, aburrimientos, travesuras. Pero por debajo, hay una capa subterránea a la lectura donde está presente lo siniestro, aquello que en algún punto no queremos que pase. A medida que avanzamos, intuimos y sabemos casi con certeza que las cosas no terminan bien. Que esos pájaros son augurio de lo trágico. Fuerte historia, muy fuerte.»
Loli Ros
«El cuento transcurre y se desliza desde la inocencia a la perversión, con la descripción de muchos estados emocionales que confluyen en "un veraneo", que en realidad no es tal.
Me resultó fuerte, intuía que venía el desenlace fatal y a la vez el íntimo deseo de que no fuera así. Muchas gracias.»
Ana Nuciforo
«Impecable la narración en boca de una nena de 9 años. El cuento ya desde el momento cero me generó tensión. Una mujer con una bebita de 2 meses que llora mucho, más dos nenas chiquitas y muy inquietas, solas en la costa toda la semana. Como que ya parecía una olla a presión. Estaba esperando el momento y la situación en que todo se iría por la borda. No me sorprendió que la víctima fuera Jazmín en manos de Castro, sí la pasividad de la narradora. Lo inesperado del final fue que al drama se le añadió una cuota de fantasía (o bien terror, como dice Maumy) que no me lo veía venir para nada! Me mantuvo expectante hasta el punto final. Gracias!»
Andrea Julia
«Un cuento muy intenso que muestra bellamente la dicotomía luz-oscuridad que está presente en los seres humanos desde la infancia. Esa dualidad entre querer hacer "lo que está bien" y lo que dicta el instinto o la imaginación. El mismo sobrenombre de "Castro" (fina ironía del papá) ya nos indica que la naturaleza de la pequeña es de una índole diferente a la de su hermana mayor, pero la forma en que lo siniestro gana terreno en la niña es sublime. El final es sorpresivo y perfecto. ¡Muchas gracias por acercarnos tan bello texto!»
Gisela Lupiañez
«Hay una tensión que se mantiene a lo largo del relato. Sabemos (intuimos) que algo va a pasar, por los elementos que hay en juego. De alguna manera tiene que terminar esa tensión: o se desinfla o estalla. Todo parecería indicar que el final será contundente. Y resulta que lo es. Castro es una niña rebelde, los patitos de su cabeza no están bien alineados. Dada la situación, la presencia del bebé es una bomba de tiempo. Uno, lector, es zorro viejo, y más o menos sospecha hacia dónde va la historia, siempre que la historia se ajuste el esquema clásico del cuento, por así decir. Ya lo dijo Chéjov. Si hay una escopeta en la primera escena, en fin. Acá no tenemos escopeta, pero sí un bebé.
"Yo soy la hermana mayor", nos dice la narradora, "y Castro la del medio". "A veces quiere decirme qué hacer y tengo que explicarle que la jefa soy yo". Pues al final es al revés, la autoridad la tiene Castro. Y está bien. Excepto por un detalle. Es cierto que uno está metido en la historia, atrapado, intrigado, pero hay un momento, o mejor dicho un comportamiento, que no me termina de convencer. Castro agarra al bebé, sale de la casa, la hermana la sigue. Es de noche, está oscuro y andan descalzas. Caminan dos cuadras hasta el bosque. En el piso hay ramas que pinchan. Hay pájaros negros, los pájaros gritan, chillan, pero la narradora sigue andando, cada vez más metida en esa boca de lobo. De Castro uno puede esperar cualquier cosa. De hecho, tiene un motivo para llevar al bebé al bosque. "Los pájaros van a morir ahí porque están enfermos". La narradora, en cambio, está aterrada, y sin embargo la vemos ahí. Al principio intenta detener a la hermana, pero después no se muestra determinante. Yo sé que hay que leer con fe literaria, pero aquí mi fe ha flaqueado un poco. Por lo demás, muy buen cuento. Me gustó la dosificación del suspenso y el juego de tensiones y distensiones.»
Daniel De Leo
«Me gustó el cuento. Está bien narrado y estoy de acuerdo la voz de la niña es verosímil. Lo que sí me pareció algo extenso, le sobra al menos una página. Me hizo ruido a mí como lectora, que llamen a una niña "Castro", la están destacando desde el minuto uno. Castro algo va a hacer. Los personajes son un poco estereotipados. Una madre sobrepasada, descuidada, con olor a vómito, con una bebé que llora por semanas. Un padre que trabaja lejos de la familia y aveces no llega al hogar. Castro la niña rebelde y la narradora que facilita el desenlace. Me parece que el autor precipitó el final. Se tomó tanto tiempo en contarnos la historia y en el final arrebató el asado. El brote de Castro por llevarse a la bebé, la aparición vivos de los pájaros (siempre nombraron a los pájaros muertos) en una cantidad inusitada, el padre que llega tarde a la escena. La bebé que desaparece. No se, me faltó algo ahí para terminar de creérmelo, aunque la tensión llegó a su punto máximo, al climax eso es cierto.»
Faby
«El cuento de Downey me gustó, aunque te confieso que al principio me pareció poco creíble, con demasiados espacios comunes; las vacaciones de la infancia, la forma predecible del relato realizado por una niña que a su vez es la mayor de tres hermanas (me suena a otros cuentos cuyos relatores también son niños), la hermana "rara" que es justo la del medio, padres que duermen poco debido al cuidado de un bebé, en fin... Pero a medida que leía la historia me atrapaba cada vez más, me resultó muy interesante cómo el escritor transforma una escena cotidiana en otra terrorífica, como intentando reflejar dos posibles caras de la infancia: inocencia y crueldad. En ese sentido, el apodo de la hermana me parece una metáfora muy bien lograda, cambiar el apellido de un familiar e incluso "masculinizarlo", para reflejar con humor un rasgo de personalidad que no se puede desentrañar. Vos sabés que apenas terminé de leer, se me ocurrió pensar que me hubiese gustado leer este mismo cuento, contado también desde la voz de "Castro". No sé, una vez leí un relato que creo que se llama "Jabón de perro" que me causó una onda impresión. Y encima ahora no recuerdo el escritor como para re-leerlo.
Bueno, gracias de nuevo y muchos saludos desde Córdoba.»
Bruno Ribotta
«Recién termino de leer El lugar donde mueren los pájaros. Me gustó mucho. Comienza como un relato de una historia familiar, que me recordó a Secretos de Familia de G.Cabal, también narrado por una niña con una visión más de adulta. Y de a poco va cambiando el ambiente, con esa casa abandonadas, los pájaros, como anunciando una tragedia, para transformarse en un cuento de terror. Hasta el final terrible. Gracias por esta posibilidad de conocer otros autores.»
Rosa Orchuelo
«La niñez inocente y perversa a la vez, agregando el elemento onírico de los pájaros muertos. Me recuerda a los relatos de Silvina Ocampo. Muy bueno.»
Victoria Guti
«Me gustó. Está muy bien narrado. La voz de la niña tiene un tono amigable y creíble. El comienzo funciona perfecto para que el lector se enganche y continué con la lectura. El título del cuento: “En el lugar donde mueren los pájaros”, frase que la narradora repite por lo menos un par de veces, es muy poético y oscuro a la vez. Es interesante cómo, en un par de párrafos, podemos tener una composición de los personajes y del lugar en el que suceden los hechos. El final abierto me hizo pensar, no en algo trágico, sino en que la narradora relata una pesadilla. Si fuera real, tampoco sería inverosímil, porque hay en el texto algunos anticipos que preanuncian un final de terror. Por ejemplo cuando la narradora dice: “Jazmín tiene los cachetes colorados y me hace acordar a una muñeca que me regalaron cuando era chica. Fue mi favorita hasta que Castro le sacó los ojos con una tijera.” Asocia la imagen del bebé a la de una muñeca, y nos muestra de lo que es capaz su hermana. Pero el pensar que sólo se trató de una pesadilla puede anticiparse cuando la niña dice: “Sueño que los pájaros lloran porque saben que se van a morir, pero cuando me despierto es la beba.” Ahí tenemos una marca muy fuerte que puede ser un indicio de que el final no es más que otro mal sueño. “Yo estoy medio dormida y no entiendo de qué me habla”, dice al comienzo de la última escena y vuelve a hacerme pensar que la narradora se quedó atrapada en una pesadilla. El final está muy bien narrado. Es un buen cierre para un texto en el que la tensión va creciendo y –dada la situación en la que están los adultos– a estas niñas (que se escapan de la casa, se queman haciendo la leche, se meten al mar con el agua hasta el cogote, etc) puede sucederle cualquier cosa.»
Alberto Chaile
¡Estoy más que agradecida con todos los que se han sumado a leer y comentar! Es una verdadera alegría poder leerlos cada jueves, y los días que siguen. No sólo disfruto conocer la opinión de quienes me dicen que están buenísimos los textos sino también de quienes me dicen no les gustó mucho por equis o ye. Me encanta que podamos intercambiar opiniones, el espacio está abierto a eso. También, muchas gracias a Tomás Downey por la generosidad de haber compartido su texto, y ese pequeño fragmento de su cocina literaria, con los lectores de #LaAquateca.
El próximo jueves nos volvemos a juntar on-line para leer uno más de los #NarradoresRioplatenses que he seleccionado para el Taller de Lectura a Distancia. Recuerda que esta es una actividad gratuita y exclusiva para miembros de la comunidad de #LaAquateca. Si quieres sumarte sólo tienes que completar el formulario haciendo clic acá. La otra opción es que me escribas a difusion.aquavioleta[@]gmail.com y te anoto.
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