En el primer encuentro de la segunda edición del Taller de Lectura a Distancia de #LaAquateca leímos el cuento "Cosas que pasan" de Roberto Montaña. Alguien dijo que el cuento demostraba "un corazón muy sensible y una escritura maravillosa", alguien más comentó que era impresionante "por lo que no se ve, por lo que no se nombra, y por todo lo queda reverberando". Otro habló de que el texto era "verdaderamente un hallazgo", "brutal, preciso, creativo". Te dejo con un resumen de los principales comentarios:
«Un relato muy potente donde las cosas y los objetos parecen tener vida propia, se los nombra realizando acciones separadamente del sujeto que las realiza. Muy original este modo de narrar de Roberto Montaña. Se percibe y se hace carne en uno la violencia de la escena hasta el silencio y la oscuridad del final.»
Loli Ros
«Conocía el cuento, lo había leído tiempo atrás en tu blog, la relectura hizo que volviera a sorprenderme la maestría del escritor.
Pensaba en un montaje teatral, donde los objetos en lugar de ser parte de la escenografía pasaran a ser los actores que ponían en escena el guión dramático.
Vos hablabas de un mecanismo de relojería, y coincido porque la selección de las "cosas", sus parlamentos, sus acciones, su ubicación espacial, pareciera responder a un orden cronometrado y eso es lo que evoca la situaciòn teatral, quien narra dirige ese elenco, las personas son meros decorados, sin duda hay estrellas —el placard, por ejemplo— y roles secundarios como la cuna.
¿Qué quiere contar el autor? Una situación de violencia doméstica en medio de la miseria, la intemperie, la desdicha infinita frente al no futuro, la molestia perturbadora de un crío en la cuna que llora de hambre, de frío o de falta de amor, el reclamo de las tripas que piden comida y que un mate con yerba gastada no alcanza a mitigar... tal vez eso o mucho más.
Sentí, al leer más de un vez el cuento, que las palabras no tenían sonido, todo era silencio, solo el crujido cómplice del armario que sería el encargado de satisfacer el deseo crucial, eso le suma gran dramaticidad a la historia, porque es una más de tantas que suceden, que nadie escucha, que nadie ve, que todos saben que existen, pero..."esas cosas pasan" negación, hipocresía, maldad, lo humano postergado a un segundo plano, y como siendo testigo mudo, sordo, quieto de un destino que pareciera no tener salida, y en una especie de jungla narrativa, los objetos se adueñan del texto, son los que hacen la historia, los biógrafos actorales que disponen a su antojo el devenir de estas vidas.
Un abrazo a ese magnífico escritor Roberto Montaña, solo un corazón muy sensible y una escritura maravillosa puede ondular por ese dolor y mostrarlo con belleza.»
María del Carmen Allegrone
«El cuento me pareció fascinante, la voz del narrador se transforma en un ojo que permanentemente nos muestra y nos hace ver y sentir las escenas que van sucediendo como si estuvieran en una pantalla.»
Ely Miracca
«El cuento me encantó. Los objetos como narrador me pareció muy buena idea, dado que la historia que se narra es conocida. También me gustó la similitud entre el interior y el exterior, agresión pura por la tormenta y por la pelea entre la pareja. Un final terrible pero acorde con la narración.»
Rosa Orchuelo
«(...) Tu comentario sobre el cuento y el reloj me hizo acordar a lo que decía Isidoro Blaisten: “el cuento es un género de maniáticos y relojeros”. Y en este cuento se cumple bien, encaja todo perfecto.
Me costó, apenas empecé a leer, entender quién estaba narrando, qué se estaba narrando.
Pero a las pocas líneas empecé a hilvanar, a entender que se narra desde los objetos, desde la misma acción de los objetos, y desde las partes de un cuerpo que entre medio de todas esas acciones se va dejando entrever.
Y esto es una de las cosas que más me llamó la atención: ese cuerpo que se puede apenas vislumbrar, que se dibuja, pero nunca llega a verse del todo. Un cuerpo que se presiente: a través de ese contorno con pie, con oreja, mano, cigarrillo, mate… tormenta. Y que en un momento sentí que estaba a punto de ver por completo.
Otra cosa que me llamó mucho la atención es como en un punto se empieza a precipitar la historia. Me recuerda a una bicicleta que va ganando velocidad de forma vertiginosa, como el cuento, que toma también velocidad y precipita todos los elementos para terminar… como la bicicleta, imparable, estrellándose.
Por un momento me asfixié, me hizo recordar a lo que sentía cuando estaba por llegar un ataque de pánico: pensaba que los objetos iban a moverse solos y a llegar hasta mí para hacerme daño, que un triciclo (tan inocente como ese que ilustra el cuento) se me iba a venir encima y me iba a pisar.
Impresionante cuento, sobre todo por lo que no se ve, por lo que no se nombra, y por todo lo queda reverberando.
Y al final creo comprender (o me imagino) por qué no es la persona entera la que busca, la que camina, la que insulta, ni la que esquiva, ni la que llora. Son sus partes, y es perfecto, porque estas personas ya estaban rotas.
Excelente texto, espero que se entienda mi comentario, todavía estoy temblando.»
Mirta Caré
«Me encantan los cuentos que son un reloj. La musicalidad, el ritmo que le otorga la puntuación y la síntesis que se emplea para darnos la ilusión de lo concreto cuando en realidad nos dice mucho más de lo que aparenta.También me sucedió que tuve que releer el primer párrafo para poder entrar en el ritmo y entender el punto de vista del narrador. Al principio confunde darle voz a lo inanimado, hasta que se nos vuelve cotidiano en la misma lectura.
Pero el escritor , que supo marcar el tiempo preciso, comenzó a introducirme en lo relevante del relato en el momento que describe al armario y a lo que le ponen delante de él: la cuna. Desde ese momento espere el desenlace anticipándome a la desgracia, aún sin saber que habría una discusión y otra muerte.
Me hizo recordar un cuento de Juan Rulfo: "La vida no es muy seria en sus cosas", de su antología personal. ¿Lo conocen?
¡Muy lindo primer encuentro!»
Victoria Guti
«(...) Es mi primera participación aquí. Vengo leyendo el Aquateca pero nunca escribí ni participé en algo como ese taller de lectura. Así que agradezco poder expresarme. En cuanto al cuento coincido con los comentarios previos en cuanto a la forma de describir las cosas con movimientos y vidas propias. Me pareció un relato atractivo en general, descriptivo en particular. Agregaría que desde el primer párrafo se percibe un aire violento, un ambiente marginal que muchas veces relacionamos "automáticamente" pobreza con violencia. Sin embargo a lo largo de la lectura uno empieza a reflexionar que también puede ser en un hogar de clase media tranquilamente. Las palabras del autor describe cosas, animales, clima, hogar, personas (aunque sea a media) de una forma delicada y suave como una sinfonía. Y como sinfonía va in crescendo hasta llegar a un clímax que te deja sin aire como cuando el placard llega a su destino final y el silencio del crío llena la lectura. Para terminar quiero referenciarme a ese silencio final. El autor logra llenar el aire con un silencio ruidoso, un silencio denso e intenso como si fuera un alarido desesperante. Logra que el silencio tenga sonido propio a través de las palabras. Felicito al autor. También a Maumy por la iniciativa y agradecer por acercar una lectura y un autor nuevo en mi biblioteca mental de la vida.»
Roberto Deibe
«¡Uy! No conocía el cuento. Coincido con mucho de lo comentado por los demás. Esas pinceladas que son casi de animismo sin llegar a serlo son maravillosas. Y ese comienzo de desaceleración hasta que todo se precipita, (la furia y la tormenta) está muy bien logrado. Y del silencio del final, no hay nada que agregar: es impecable y muy fuerte. Gracias por dejarnos compartir. Un abrazo.»
Gladis López Riquert
«Me fascinó este cuento. Cuánto muestra cada palabra, cada oración. Cuánta habilidad para poder introducirnos en la historia y hacernos participar de todas esas sensaciones. Feliz de poder disfrutar de tan linda actividad!! Felicitaciones a quienes organizan y brillante cuento.»
Karina Riccio
«Hola, Maumy. Leí el cuento, así como al pasar ya que me encuentro con los tiempos ajustadísimos(¿qué irrespetuoso para con el cuento, no?). Pero me enganchó la voz, la perspectiva de los objetos "inanimados" desde la que está contado y me arrancó de mi cotidianeidad para sumergirme en otra, hipnótica, sórdida. Verdaderamente un hallazgo. La prosa de Montaña tiene una fuerza inusitada, se balancea entre lo preciso y ominoso con un equilibrio de diapasón. El cuento es brutal, preciso, creativo. Muchas gracias por compartirlo.»
Severo Straffeza
«Interesante punto de vista el del narrador de este cuento para comenzar. No había leído, no que yo recuerde, ningún cuento con un punto de vista similar, narrado desde las acciones que reciben los objetos por estos personajes. A la vez, me resulta muy interesante como una lectura nos puede derivar a otras, por estar relacionadas en algún modo con ésta. Me encanta que un cuento sugiera la lectura de otro, que tengan esa interconexión; así como un autor nos lleva a otros también. Lo que es narrar encontrando las palabras justas. Justas para imaginarnos y entender a la perfección a los personajes y su entorno. A través de esas palabras justas, el cuento nos muestra y nos da la idea de que esas cosas que pasan, en ese hogar como en tantos otros hogares humildes muchas veces, pasan tooooodooooos los días dentro de una rutina agobiante. (...) ¡Excelente comienzo del taller!»
Roxana Contreras
¡Gracias a todos los que se sumaron a leer y comentar! Y gracias a Roberto Montaña por la generosidad de permitirme compartir su cuento en #LaAquateca, también por acercarnos su comentario sobre la escritura de este texto.
Este jueves volvemos a juntarnos on-line para una nueva lectura de #NarradoresRioplatenses. Si tienes ganas de sumarte sólo tienes que suscribirte a la comunidad de #LaAquateca completando los datos del formulario. La otra opción es que me escribas a difusion.aquavioleta[@]gmail.com y te anoto.
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