Crónica | El arte agónico de Fernando García Curten


La foto que comparto no es la mejor, lo sé. Pero es la mejor que pude sacar desde mi rincón. Fue durante la presentación del libro Fernando García Curten. Un reflejo en la penumbra, de Marcos Kramer, editado por Milena Caserola. Quise compartirla porque el registro, aunque pobre, es mío. No me lo contaron, estaba ahí. Y me acerqué porque no quería perderme la oportunidad de conocer al artista plástico.

La sala del Museo del Libro y de la Lengua donde se hizo la presentación estaba a reventar de gente. Los muchachos de la organización tuvieron que acercar más sillas. Según dijo Matias Reck, editor de Milena Caserola, durante la apertura, no esperaban tanta gente. Sin embargo, ahí estábamos todos. Algunos incluso de pie.

Luego de la introducción de rigor, el pintor Luis Felipe Noé leyó el prólogo que escribió para el libro. Habló de su relación con Fernando García Curten y de su obra. También habló del trabajo narrativo de Marcos Kramer, y elogió la particular forma que usó para afrontar un libro que no sólo muestra la fase artística sino también el lado humano de alguien que decidió recluirse desde 1990 en su San Pedro natal.

A las palabras de Luis Felipe Noé le siguieron las de Ricardo Cohen, mejor conocido como Rocambole, su nombre artístico, quien contó que la primera vez que vio las esculturas de García Curten sintió que se le venía encima la culpa de la humanidad. También contó que, luego de pasearse por el museo, había llegado a la conclusión de que "la creación es lo único que nos salva de nosotros mismos". A partir de aquella primera visita, que hizo por recomendación de un amigo, quedó tan impactado por la obra apocalíptica de García Curten que decidió conocerlo; fue un viaje de ida que lo llevó a una larga charla y a una amistad que ha perdurado en el tiempo.

Fernando García Curten también intervino. Dijo que leería porque no era bueno interactuando en presentaciones. Grabé sus palabras y las comparto. Estoy segura de que a casi todos en la sala se nos aguaron los ojos. Preciosas palabras de una persona sencilla y sensible. Cerró con un poema de Hugo Gola que transcribo:

Ni las manos
ni los ojos
ni estos pies
que me llevan
son míos
yo ya no existo
Me derramé de golpe
sin pensarlo
y aquí me tienen


Marcos Kramer fue el último en hablar, como suele pasar en estos casos, y empezó conmovido particularmente por el cierre poético. Contó sobre aquella aventura que había emprendido hacía seis años. A los 22, cuando apenas era un ingenuo muchacho que pretendía reflejar la obra de un titán. A su modo lo logró, luego de mucho esfuerzo. El resultado fue apoyado por mucha gente. Cosa tremenda: ninguna entidad gubernamental se hizo cargo de lo que debía, se excusaron diciendo que estaban en campaña política y no tenían presupuesto. Para la cultura nunca hay presupuesto, es lamentable. Por eso perdemos tantas cosas. Pero no es ocasión para lamentarse por algo que sabemos es así, la única manera de lograr ciertos objetivos es poniéndoles el cuerpo. Ahora, gracias a ese colectivo de gente comprometida la obra de García Curten está siendo resguardada. Espero que así siga. Por lo pronto, comprar el libro es una manera de colaborar.

Celebro que Milena Caserola haya editado este libro, celebro que gente como Marcos Kramer se haya entusiasmado y llevado hasta sus últimas consecuencias este proyecto. Celebro que se haya hecho cuando aun Fernando García Curten, que ya tiene 77 años, haya podido verlo. Tuve la fortuna de que este artista maravilloso me haya tomado de las manos, un apretón cálido que no me voy a olvidar nunca. Ese fue el mejor registro que pude retener y con él prefiero quedarme.


Fanpage del libro: /unreflejoenlapenumbra


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