Cuento | Fidelia (fragmento)

¿Fidelia?

Desde hace un tiempo vengo trabajando en una novela que pretende ser distópica. Imaginé unos personajes que, al principio, hasta para mi eran difíciles de definir. Con el avance de la narración han ido ganando cuerpo. Aunque ya hay varios capítulos bocetados, todavía falta mucho camino por recorrer. La narración es fragmentada en cierta medida y cada tanto algún capítulo nace y cierra como si fuera un cuento independiente. Eso me pasó con "Fidelia". Lo pensé como una forma de darle carne a uno de los personajes que se mencionan en la historia, para poder familiarizarme con ese ser extraordinario, mujer en mayor medida pero con ciertos detalles masculinos que la diferencian, que la hacen parecer otra cosa. Paulo Neo, un buen amigo y lector consecuente, leyó el texto y me lo pidió para difundirlo en su web. Espero merecer el espacio. Si tienes curiosidad acá comparto un abreboca.

«Desde lo del video, los controladores tienen rodeada la cuadra donde vivo. Papá dice que es para evitar que la prensa se acerque a nuestra casa. También dice que no debo salir.

Papá, el Doctor Fidelius, es muy rígido, incluso conmigo. Me pregunto para qué se habrá esforzado en crear un embrión inmune si sabía que ese bebé, o sea yo, al crecer no podría disfrutar poder estar al aire libre.

Igual, salgo al patio. Afuera, las esporas siguen cayendo. A mí no pueden dañarme. Me gusta mirarlas, es como ver una nevada gris. Me siento en la galería, a leer en la tablet. Retomo el libro que me recomendó una de las investigadoras que trabaja con papá en el laboratorio. Se llama La Mano Izquierda de la Oscuridad. Releo los versos de la balada de Tormer y trato de imaginarme esa cuestión de la ambigüedad del sexo en los habitantes del planeta Invierno, donde se desarrolla la historia, y los comparo conmigo, aunque no por mucho tiempo.

Un fulano me interrumpe. Está encaramado sobre la pared del fondo. Debe haber descubierto que la casa de atrás está vacía. Los que vivían ahí fallecieron hace unos meses. Nadie reclamó la casa.

El fulano lleva un traje protector. Por la cámara que tiene adosada en el frente de la capucha, sé que es uno de los periodistas. Apenas puedo verle la cara pero juraría que se está riendo. Me tiene a mano, la entrevista de su vida. Ni siquiera se baja de la pared. A los gritos, pregunta si porque tengo tetas me siento más mujer que hombre. Los periodistas son todos iguales, no les importa nada. Supongo que la adrenalina del riesgo los lleva al morbo. Ellos se atreven a estar afuera mientras la mayoría de la gente, para evitar el contagio, se mantiene dentro de sus casas herméticamente selladas contra las esporas.

Desde que papá hizo público su descubrimiento, es decir, mi existencia, supe que en algún momento me señalarían; sólo era cuestión de tiempo. Hace meses que no me conecto a la red. Tuve que cerrar mis perfiles sociales. No hay sociabilidad posible para alguien como yo, salvo con las otras que son similares a mí. Porque hay otras chicas inmunes, de cabello plateado y ojos turquesa. El Doctor no podía quedarse con una sola  chinchilla. Pero eso todavía no ha trascendido.»

Así comienza, "Fidelia". Puedes terminar de leerlo en la sección de Lecturas de la web de Paulo Neo.

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