Por Maumy G.
Volvió a soñar con ellos. Un león, un toro, un águila y un hombre de perfil. Los llamaba ellos aunque sólo eran cabezas. Y ella, la mujer desnuda al medio, sosteniendo el mundo. Pero no era la esfera típica del mundo material sino bastones. Uno en cada mano. El mundo, dijo alguien. El mundo, repitió ella. Temblaba. Se preguntó por el hombre. Ese rostro joven de perfil que la ignoraba, al igual que las otras bestias. ¿Quién era ella para sostener el mundo? El mundo no existe, dijo alguien. No el mundo que crees conocer. Esto está más allá de ti, querida. Es mejor que abras los ojos.
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