Foto: Arturo Campos Cedillo [Vía] |
En septiembre se anunció que el escritor italiano Claudio Magris había sido seleccionado ganador del Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances. Esta semana el autor de obras como Danubio (1986) y A ciegas (2005) recibió el premio y pronunció un discurso titulado Lápices de colores, donde se refirió a la figura del escritor y sus derechos y responsabilidades como hombres más allá de la literatura. La pluma puede ser una especie de arma, pero no quiere decir que sea mejor que otras, dijo. Aprovecho la ocasión para rescatar un fragmento del discurso, que me parece indicado para formar parte de las Cuestiones de oficio que he ido pescando para La Aquateca.
¿Por qué se escribe?, se preguntó Claudio Magris, durante el discurso:
«Por tantas razones: por amor, por miedo, como protesta, para distraerse ante la imposibilidad de vivir, para exorcizar un vacío, para buscarle un sentido a la vida. A veces para establecer un orden; otras para deshacer un orden prestablecido; para defender a alguien, para agredir a alguien. Para luchar contra el olvido, con el deseo –tal vez patético, pero grande y apasionado– de proteger, de salvar las cosas y sobre todo los rostros amados, de la abrasión del tiempo, de la muerte.»
«Escribir es también un intento de construir un arca de Noé para salvar todo lo que amamos, para salvar –deseo vano e imposible, quijotesco pero inextirpable– cada vida.»
¿No es un genio? Para conocer más sobre Claudio Magris invito a darse una vuelta por el Azimut del Número 4 de la revista literaria La balandra donde se homenajeaba al autor.
Fuente: La Jornada.-