Me vine a vivir a San Antonio de Areco. Vivir alejada de la ciudad de la furia me ha regalado otra perspectiva. Escribir, leer, ilustrar me toma otro tiempo.
Fuera de Buenos Aires, la vida transcurre casi en otra dimensión. Ya no tengo que tomarme un colectivo y el Subte para llegar al centro, el centro queda a unas veinte cuadras como mucho. Ahora camino o ando en bicicleta. Hago la compra en un almacén donde quien atiende la caja también te despacha el fiambre y las verduras. Hay que esperar y la espera se hace con una calma chicha. Las palabras se vuelven más elásticas, las imágenes mucho más amplias. Quizás por eso arranco el año de trabajo literario en #LaAquateca con el otoño. Te invito a seguir acompañando mi recorrido.
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