tag:blogger.com,1999:blog-72418229888822162872024-02-19T13:12:59.512-03:00AquatecaRecursos & Herramientas para la Creación LiterariaMaumy G.http://www.blogger.com/profile/03386353205900195418noreply@blogger.comBlogger374125tag:blogger.com,1999:blog-7241822988882216287.post-44054585966048244812023-05-26T08:35:00.017-03:002023-05-27T04:38:07.738-03:00Novedades | Un espacio que muta<span style="text-align: justify;"><div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiZKMwvR537WaEPlGYC50xTN63_AC6PLf6FYvxYgDk58CPmASLq0ZzFt70-JkbNiEKMtLYrt7l5M9TQ2CMICF94r7fYXUaShgHkdpKK93yTVRHIKbW37Gp4x8Nv5FSVpG5NN3AhWn_QZDjhuPrsD4LTo4V2tsZ7GQnEiHoK2I0bxUJtn5XlOSrP4WoQ/s1640/Portada%20Fanpage%20Maumy%20G%20(1).png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="924" data-original-width="1640" height="360" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiZKMwvR537WaEPlGYC50xTN63_AC6PLf6FYvxYgDk58CPmASLq0ZzFt70-JkbNiEKMtLYrt7l5M9TQ2CMICF94r7fYXUaShgHkdpKK93yTVRHIKbW37Gp4x8Nv5FSVpG5NN3AhWn_QZDjhuPrsD4LTo4V2tsZ7GQnEiHoK2I0bxUJtn5XlOSrP4WoQ/w640-h360/Portada%20Fanpage%20Maumy%20G%20(1).png" width="640" /></a></div><span><div><span><br /></span></div>Por</span><span><b> </b><a href="https://about.me/maumy" style="font-weight: bold;" target="_blank">Maumy González</a>.</span></div></span><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /><span style="text-align: justify;"><div style="text-align: justify;">Hace once años inicié <strong><a href="https://aquateca.blogspot.com/"><i>La Aquateca</i></a></strong> como un espacio para compartir herramientas y recursos sobre la creación literaria con quienes, como yo, han empezado de cero en el oficio de escribir y no tienen la seguridad de saber si están mejorando o no. Pero también para dar a conocer nuevas voces narrativas, libros y otras curiosidades literarias.</div></span></div>
<p style="text-align: justify;">Bajo este espacio organicé y participé en eventos, edité plaquetas, coordiné talleres y colaboré en la difusión de autoras y autores. En paralelo, trabajé para la <b><a href="https://fundacionlabalandra.org.ar/tienda-revistas/" target="_blank">revista literaria <em>La Balandra</em></a></b> y también para la <strong><a href="https://fundacionlabalandra.org.ar">Fundación La Balandra</a></strong>, gestionando contenidos para la página web y redes sociales, organizando charlas en vivo, talleres, clínicas, seminarios, clases magistrales y coordinando el Concurso de Narrativa Anual durante sus primeras tres ediciones. Todas experiencias que me han ayudado a crecer como escritora y a llegar a dónde estoy, que no es un fin sino parte del camino.</p>
<p style="text-align: justify;">Pero ha pasado el tiempo y esa que inició <strong><a href="https://aquateca.blogspot.com/"><i>La Aquateca</i></a></strong> ha cambiado y con ella el modo de enfocar la práctica de la escritura y sus procesos. El camino ha estado lleno de curvas y recovecos y, sobre todo, de cambios fundamentales de vida. Hoy no sólo escribo, también exploro mi lado plástico: la ilustración, como un modo alternativo de expresión y como herramienta potenciadora de la creatividad.</p>
<a name='more'></a><table align="right" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: right; margin-left: 1em; text-align: justify;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiM2u9nUgQqW4vqjvHOk3XSSflBaDjGUVEMPAYXRmdEcWbOfIf8AW8qCAOeG4U07XxjqJ5Sma3SoADRaMZwAruHViYsXzrqV5e2ZaJ1CB3-TUsRxArUHi-ypHgdqIPkoH6-dqKB0INJz8YbBcdHL6yW5dLJkKDbeMYZOMh_zEO7IZKd_B3BiGJhbh0d/s2592/Imagen%20para%20Un%20espacio%20que%20muta.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1944" data-original-width="2592" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiM2u9nUgQqW4vqjvHOk3XSSflBaDjGUVEMPAYXRmdEcWbOfIf8AW8qCAOeG4U07XxjqJ5Sma3SoADRaMZwAruHViYsXzrqV5e2ZaJ1CB3-TUsRxArUHi-ypHgdqIPkoH6-dqKB0INJz8YbBcdHL6yW5dLJkKDbeMYZOMh_zEO7IZKd_B3BiGJhbh0d/s320/Imagen%20para%20Un%20espacio%20que%20muta.jpg" width="320" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-size: x-small;">Junto al río, en San Antonio de Areco (2019)</span></td></tr></tbody></table><div style="text-align: justify;">Mi experiencia se ha ampliado. También se ha vuelto más flexible. He aprendido que si te interesa escribir, sólo tienes que hacerlo. Sin expectativas egocéntricas, pero con dedicación. Como una búsqueda. Con amor. Disfrutando el proceso. Explorando qué y cómo quieres decirlo. Por supuesto, si tu interés es publicar, deberás conocer los engranajes que hacen funcionar a la escritura como oficio y pulir tus textos, llevarlos a la versión más luminosa posible. Pero, si sólo quieres un viaje de autoconocimiento, la escritura puede ser el medio que te ayude a hacerlo y los resultados quizás te sorprendan. Sobre esto último no soy especialista, pero puedo hablar por experiencia propia. Escribir es una práctica que enriquece y cuyo fin último no necesariamente tiene que ser la publicación, aunque es hermoso que nos lean. Es decir, no todo lo que escribimos es publicable, pero todo lo que escribimos nos pone un paso adelante en el aprendizaje del oficio, si queremos que nos publiquen y promueve nuestra creatividad, si lo que queremos es enriquecernos internamente. Vaya trabalenguas. Pero esa es la idea.</div><p></p>
<p style="text-align: justify;">Por eso, he decidido empezar un nuevo espacio diferente a <strong><a href="https://aquateca.blogspot.com/"><i>La Aquateca</i></a></strong>. Menos abstracto y mucho más personal, con nombre y apellido. Dar a conocer quien soy y qué hago. Seguir compartiendo mi experiencia como escritora y consultora literaria con quienes tienen curiosidad por el oficio o quieren mejorar su obra, pero también colaborar con el desarrollo de la creatividad de quienes se animan a buscar en la escritura un modo de expresión.</p>
<p style="text-align: justify;">Ese nuevo espacio es <strong><a href="http://maumyg.com">maumyg.com</a></strong>. Ya está activo, puedes visitarlo cuando quieras. En la sección <strong><a href="https://maumyg.com/mi-blog/">Blog</a></strong>, retomaré algunos de los contenidos que ya han sido publicados en <strong><a href="https://aquateca.blogspot.com/"><i>La Aquateca</i></a></strong>, repotenciados, porque me parece importante refrescarlos como recursos y herramientas de oficio. Otros, quedarán acá, donde nacieron y como nacieron. También incorporaré nueva información y difundiré las actividades que organice. Mi idea es hacer crecer el espacio de una forma mucho más dinámica. Y me interesa que seas parte de ese proceso.</p>
<p style="text-align: justify;">Para empezar, te invito a realizar el <strong><a href="https://maumyg.com/tutoriales-y-talleres-de-lectura-escritura-creatividad-e-ilustracion/tutorial-online-diez-claves-para-corregir/" target="_blank">Tutorial Online <i>Diez claves para corregir tus textos</i></a></strong> que está disponible, con acceso gratuito, desde la sección <strong><a href="https://maumyg.com/tutoriales-y-talleres-de-lectura-escritura-creatividad-e-ilustracion/">Talleres</a></strong>, y puedes hacer cuando quieras, a tu ritmo, estés donde estés. Originalmente, ese tutorial estaba disponible desde acá, para descargar en formato PDF. Sin embargo, la nueva versión es para realizar online, desde <strong><a href="http://maumyg.com">maumyg.com</a>,</strong> y ha sido revisada, ampliando los conceptos incluidos en aquella primera versión, para que la experiencia sea mucho más enriquecedora. Espero haber logrado ese objetivo. Si haces el tutorial, cuéntame.</p>
<p style="text-align: justify;">También podrás conocer mis ilustraciones, algo que me encanta hacer y que, por distintas razones, quedaba muy aparte de lo que compartía en <strong><a href="https://aquateca.blogspot.com/"><i>La Aquateca</i></a></strong>. Pero ahora está integrado porque es parte de lo que hago y quiero dar a conocer e impulsar. Dale una mirada en la sección <strong><a href="https://maumyg.com/mis-ilustraciones/">Ilustraciones</a></strong>.</p>
<p style="text-align: justify;">Espero que lo que comparta en <a href="http://maumyg.com"><b>maumyg.com</b></a> te ayude en tu proceso de aprendizaje de la escritura de la misma forma, o mejor, de lo que te pudo haber ayudado lo que publicaba en <strong><a href="https://aquateca.blogspot.com/"><i>La Aquateca</i></a></strong>. También espero que te ayude a potenciar tu creatividad. Pasa, curiosea y si te es útil, compártelo. Nos vemos del otro lado.</p><p style="text-align: center;">🌼</p>Maumy G.http://www.blogger.com/profile/03386353205900195418noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7241822988882216287.post-85854876719384720702019-09-01T19:35:00.001-03:002019-09-01T19:35:28.569-03:00Eventos | Primer encuentro de lecturas del Grupo Atlántico<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEha0YHqLEShccr22_ZfF0WI40U_75hV5KsB1jlbGIBwmcpkD80tmEm9LXKoUJzP1nSBPAJun5Re8o67hNlDU2G_xlFNhFisp8jvEabwyEvYBhoaelg_vAlZ_4w9NIPjFSH_IFoTJGnDM0k/s1600/IMG_20190830_210344.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="900" data-original-width="1600" height="360" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEha0YHqLEShccr22_ZfF0WI40U_75hV5KsB1jlbGIBwmcpkD80tmEm9LXKoUJzP1nSBPAJun5Re8o67hNlDU2G_xlFNhFisp8jvEabwyEvYBhoaelg_vAlZ_4w9NIPjFSH_IFoTJGnDM0k/s640/IMG_20190830_210344.jpg" width="640" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Primera lectura del Grupo Atlántico en el Espacio Cultural La Grieta</td></tr>
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Por<b> <a href="https://about.me/maumy" target="_blank">Maumy González</a></b></div>
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Leer en público puede dar vergüenza. Leer en público un texto propio puede generar el doble de vergüenza, pero también es un momento feliz. El viernes pasado, durante la presentación del <a href="https://www.facebook.com/Grupo-Atl%C3%A1ntico-381882639093772/" target="_blank">Grupo Atlántico</a> en el <a href="http://centroculturallagrieta.com/" target="_blank">Espacio Cultural La Grieta</a>, tuve la linda experiencia de presenciar la lectura de siete textos por sus propios autores. Una lectura que seguramente alguno de ellos hizo con cierto grado de vergüenza, pero creo que todos hicieron genuinamente felices, genuinamente orgullosos. Aprovecho para felicitarlos, a todos y a cada uno, pues fue gracias a ellos que la primera presentación del <a href="https://www.facebook.com/Grupo-Atl%C3%A1ntico-381882639093772/" target="_blank">Grupo Atlántico</a> se convirtió en ese encuentro que sus integrantes pretendíamos que fuera: una construcción cálida y colaborativa.</div>
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Hace unas semanas me llamó el escritor Gastón Fiorda para invitarme a formar parte del <a href="https://www.facebook.com/Grupo-Atl%C3%A1ntico-381882639093772/" target="_blank">Grupo Atlántico</a>. Me dijo que él, junto con el escritor Héctor Álvarez Castillo, habían ideado armar un grupo multidiciplinario integrado por escritores, intelectuales y artistas para producir y divulgar actividades culturales. Me pareció interesante la propuesta y acepté sumarme. No era mucho lo que podía aportar porque la realidad es que estoy embarcada en muchas cosas (en otra entrada estaré comentando al respecto), pero estoy tratando de apoyarlos, como pueda, desde mi lugar. Ha sido poco, lo reconozco, pero lo que parece poco se ha hecho con cariño.</div>
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Una de esas acciones hechas con cariño fue acompañar la primera lectura del <a href="https://www.facebook.com/Grupo-Atl%C3%A1ntico-381882639093772/" target="_blank">Grupo Atlántico</a>. La propuesta era sencilla: convocar a autores preseleccionados a participar de la lectura de textos breves. Esos textos serían leídos el día de la presentación y también compartidos en la <a href="https://grupoatlanticocultura.blogspot.com/" target="_blank">página web del Grupo</a>. El trabajo de selección llevó algunas semanas y, finalmente, los textos escogidos fueron leídos el viernes pasado en el <a href="http://centroculturallagrieta.com/" target="_blank">Espacio Cultural La Grieta</a>.</div>
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<a href="https://1.bp.blogspot.com/-ok8RXf92-UU/XWw5cTg9oQI/AAAAAAAAWEw/0YJXGayg2T0UOMty9MeB1w1b3CZMAcdSACLcBGAs/s1600/IMG_20190830_210303.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="900" data-original-width="1600" height="180" src="https://1.bp.blogspot.com/-ok8RXf92-UU/XWw5cTg9oQI/AAAAAAAAWEw/0YJXGayg2T0UOMty9MeB1w1b3CZMAcdSACLcBGAs/s320/IMG_20190830_210303.jpg" width="320" /></a></div>
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Algo que me pareció extraordinario de la lectura fue la calidad de los textos. El nivel de escritura era notable y eso es algo que merece destacarse. El primero en participar fue Agustín Alcorta, que leyó un cuento de ciencia ficción muy inquietante titulado “Más allá de todo”. La segunda fue Amelia Bartozzi, que leyó el cuento de terror “El fantasma de la línea 93”. El tercero fue Claudio García Fanlo, que leyó otro cuento de terror, uno titulado “El señor Boronovsky”, que forma parte de su libro <i>Los de al lado</i>, una compilación de textos breves donde echa mano de la curiosidad morbosa que puede suscitar la convivencia dentro de un edificio para plasmar historias de terror urbano. El cuarto fue Fernando González Oubiña, que leyó el cuento “En el tren”, una historia surrealista de un viaje en tren donde una mujer da a luz a un hijo producto de una relación poliamorosa. El quinto fue Carlos Romero, que leyó el poema “Escenario nocturno”. La sexta fue María Josefa Remersaro que leyó el cuento “Los vampiros torturados por boas de piel”, donde habían vampiros, claro, y boas de piel, y que era la emulación de una canción de una banda musical de la que no alcancé a escuchar el nombre. El séptimo y último de la tanda fue Daniel Frini, que leyó el cuento “Costumbre amorosa de los gigantes” que narraba cierto ritual terrible (para los humanos) y amorosamente tierno (para los gigantes). Reitero mis felicitaciones a cada uno de ellos, lograron que este encuentro resultara tanto o mejor de lo que esperábamos.</div>
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Y a ti que te has tomado el trabajo de llegar hasta acá, te recomiendo amigarte con <a href="https://www.facebook.com/Grupo-Atl%C3%A1ntico-381882639093772/" target="_blank">la fanpage del Grupo Atlántico</a>. En los próximos días habrá información sobre las primeras actividades gratuitas (un taller de lectura y otro de filosofía para no filósofos, si mal no recuerdo) que se estarán dictando en el <a href="http://centroculturallagrieta.com/" target="_blank">Espacio Cultural La Grieta</a>. Si vives en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y te interesa la literatura por ahí puede que te venga bien anotarte.</div>
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Por lo pronto, me despido. Se feliz, estés donde estés.</div>
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Maumy G.http://www.blogger.com/profile/03386353205900195418noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7241822988882216287.post-9781607873858331322019-08-29T00:00:00.000-03:002019-08-29T00:00:05.829-03:00Cuento | Las ruinas circulares<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://1.bp.blogspot.com/-ARG-ucTpBxc/XWb0hxOIEhI/AAAAAAAAV-M/CpEnc49Vm50OXQmW6EK78Tu6d16ol8xlgCLcBGAs/s1600/ruinas%2Bcirculares-3.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1200" data-original-width="1600" height="480" src="https://1.bp.blogspot.com/-ARG-ucTpBxc/XWb0hxOIEhI/AAAAAAAAV-M/CpEnc49Vm50OXQmW6EK78Tu6d16ol8xlgCLcBGAs/s640/ruinas%2Bcirculares-3.jpg" width="640" /></a></div>
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Por <b>Jorge Luis Borges (*)</b></div>
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Nadie lo vio desembarcar en la unánime noche, nadie vio la canoa de bambú sumiéndose en el fango sagrado, pero a los pocos días nadie ignoraba que el hombre taciturno venía del Sur y que su patria era una de las infinitas aldeas que están aguas arriba, en el flanco violento de la montaña, donde el idioma zend no está contaminado de griego y donde es infrecuente la lepra. Lo cierto es que el hombre gris besó el fango, repechó la ribera sin apartar (probablemente, sin sentir) las cortaderas que le dilaceraban las carnes y se arrastró, mareado y ensangrentado, hasta el recinto circular que corona un tigre o caballo de piedra, que tuvo alguna vez el color del fuego y ahora el de la ceniza. Ese redondel es un templo que devoraron los incendios antiguos, que la selva palúdica ha profanado y cuyo dios no recibe honor de los hombres. El forastero se tendió bajo el pedestal. Lo despertó el sol alto. Comprobó sin asombro que las heridas habían cicatrizado; cerró los ojos pálidos y durmió, no por flaqueza de la carne sino por determinación de la voluntad. Sabía que ese templo era el lugar que requería su invencible propósito; sabía que los árboles incesantes no habían logrado estrangular, río abajo, las ruinas de otro templo propicio, también de dioses incendiados y muertos; sabía que su inmediata obligación era el sueño. Hacia la medianoche lo despertó el grito inconsolable de un pájaro. Rastros de pies descalzos, unos higos y un cántaro le advirtieron que los hombres de la región habían espiado con respeto su sueño y solicitaban su amparo o temían su magia. Sintió el frío del miedo y buscó en la muralla dilapidada un nicho sepulcral y se tapó con hojas desconocidas.</div>
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El propósito que lo guiaba no era imposible, aunque sí sobrenatural. Quería soñar un hombre: quería soñarlo con integridad minuciosa e imponerlo a la realidad. Ese proyecto mágico había agotado el espacio entero de su alma; si alguien le hubiera preguntado su propio nombre o cualquier rasgo de su vida anterior, no habría acertado a responder. Le convenía el templo inhabitado y despedazado, porque era un mínimo de mundo visible; la cercanía de los leñadores también, porque éstos se encargaban de subvenir a sus necesidades frugales. El arroz y las frutas de su tributo eran pábulo suficiente para su cuerpo, consagrado a la única tarea de dormir y soñar.</div>
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Al principio, los sueños eran caóticos; poco después, fueron de naturaleza dialéctica. El forastero se soñaba en el centro de un anfiteatro circular que era de algún modo el templo incendiado: nubes de alumnos taciturnos fatigaban las gradas; las caras de los últimos pendían a muchos siglos de distancia y a una altura estelar, pero eran del todo precisas. El hombre les dictaba lecciones de anatomía, de cosmografía, de magia: los rostros escuchaban con ansiedad y procuraban responder con entendimiento, como si adivinaran la importancia de aquel examen, que redimiría a uno de ellos de su condición de vana apariencia y lo interpolaría en el mundo real. El hombre, en el sueño y en la vigilia, consideraba las respuestas de sus fantasmas, no se dejaba embaucar por los impostores, adivinaba en ciertas perplejidades una inteligencia creciente. Buscaba un alma que mereciera participar en el universo.</div>
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A las nueve o diez noches comprendió con alguna amargura que nada podía esperar de aquellos alumnos que aceptaban con pasividad su doctrina y sí de aquellos que arriesgaban, a veces, una contradicción razonable. Los primeros, aunque dignos de amor y de buen afecto, no podían ascender a individuos; los últimos preexistían un poco más. Una tarde (ahora también las tardes eran tributarias del sueño, ahora no velaba sino un par de horas en el amanecer) licenció para siempre el vasto colegio ilusorio y se quedó con un solo alumno. Era un muchacho taciturno, cetrino, díscolo a veces, de rasgos afilados que repetían los de su soñador. No lo desconcertó por mucho tiempo la brusca eliminación de los condiscípulos; su progreso, al cabo de unas pocas lecciones particulares, pudo maravillar al maestro. Sin embargo, la catástrofe sobrevino. El hombre, un día, emergió del sueño como de un desierto viscoso, miró la vana luz de la tarde que al pronto confundió con la aurora y comprendió que no había soñado. Toda esa noche y todo el día, la intolerable lucidez del insomnio se abatió contra él. Quiso explorar la selva, extenuarse; apenas alcanzó entre la cicuta unas rachas de sueño débil, veteadas fugazmente de visiones de tipo rudimental: inservibles. Quiso congregar el colegio y apenas hubo articulado unas breves palabras de exhortación, éste se deformó, se borró. En la casi perpetua vigilia, lágrimas de ira le quemaban los viejos ojos.</div>
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Comprendió que el empeño de modelar la materia incoherente y vertiginosa de que se componen los sueños es el más arduo que puede acometer un varón, aunque penetre todos los enigmas del orden superior y del inferior: mucho más arduo que tejer una cuerda de arena o que amonedar el viento sin cara. Comprendió que un fracaso inicial era inevitable. Juró olvidar la enorme alucinación que lo había desviado al principio y buscó otro método de trabajo. Antes de ejercitarlo, dedicó un mes a la reposición de las fuerzas que había malgastado el delirio. Abandonó toda premeditación de soñar y casi acto continuo logró dormir un trecho razonable del día. Las raras veces que soñó durante ese período, no reparó en los sueños. Para reanudar la tarea, esperó que el disco de la luna fuera perfecto. Luego, en la tarde, se purificó en las aguas del río, adoró los dioses planetarios, pronunció las sílabas lícitas de un nombre poderoso y durmió. Casi inmediatamente, soñó con un corazón que latía.</div>
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Lo soñó activo, caluroso, secreto, del grandor de un puño cerrado, color granate en la penumbra de un cuerpo humano aun sin cara ni sexo; con minucioso amor lo soñó, durante catorce lúcidas noches. Cada noche, lo percibía con mayor evidencia. No lo tocaba: se limitaba a atestiguarlo, a observarlo, tal vez a corregirlo con la mirada. Lo percibía, lo vivía, desde muchas distancias y muchos ángulos. La noche catorcena rozó la arteria pulmonar con el índice y luego todo el corazón, desde afuera y adentro. El examen lo satisfizo. Deliberadamente no soñó durante una noche: luego retomó el corazón, invocó el nombre de un planeta y emprendió la visión de otro de los órganos principales. Antes de un año llegó al esqueleto, a los párpados. El pelo innumerable fue tal vez la tarea más difícil. Soñó un hombre íntegro, un mancebo, pero éste no se incorporaba ni hablaba ni podía abrir los ojos. Noche tras noche, el hombre lo soñaba dormido.</div>
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En las cosmogonías gnósticas, los demiurgos amasan un rojo Adán que no logra ponerse de pie; tan inhábil y rudo y elemental como ese Adán de polvo era el Adán de sueño que las noches del mago habían fabricado. Una tarde, el hombre casi destruyó toda su obra, pero se arrepintió. (Más le hubiera valido destruirla.) Agotados los votos a los númenes de la tierra y del río, se arrojó a los pies de la efigie que tal vez era un tigre y tal vez un potro, e imploró su desconocido socorro. Ese crepúsculo, soñó con la estatua. La soñó viva, trémula: no era un atroz bastardo de tigre y potro, sino a la vez esas dos criaturas vehementes y también un toro, una rosa, una tempestad. Ese múltiple dios le reveló que su nombre terrenal era Fuego, que en ese templo circular (y en otros iguales) le habían rendido sacrificios y culto y que mágicamente animaría al fantasma soñado, de suerte que todas las criaturas, excepto el Fuego mismo y el soñador, lo pensaran un hombre de carne y hueso. Le ordenó que una vez instruido en los ritos, lo enviaría al otro templo despedazado cuyas pirámides persisten aguas abajo, para que alguna voz lo glorificara en aquel edificio desierto. En el sueño del hombre que soñaba, el soñado se despertó.</div>
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El mago ejecutó esas órdenes. Consagró un plazo (que finalmente abarcó dos años) a descubrirle los arcanos del universo y del culto del fuego. Íntimamente, le dolía apartarse de él. Con el pretexto de la necesidad pedagógica, dilataba cada día las horas dedicadas al sueño. También rehizo el hombro derecho, acaso deficiente. A veces, lo inquietaba una impresión de que ya todo eso había acontecido… En general, sus días eran felices; al cerrar los ojos pensaba:<i> Ahora estaré con mi hijo</i>. O, más raramente:<i> El hijo que he engendrado me espera y no existirá si no voy</i>.</div>
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Gradualmente, lo fue acostumbrando a la realidad. Una vez le ordenó que embanderara una cumbre lejana. Al otro día, flameaba la bandera en la cumbre. Ensayó otros experimentos análogos, cada vez más audaces. Comprendió con cierta amargura que su hijo estaba listo para nacer -y tal vez impaciente. Esa noche lo besó por primera vez y lo envió al otro templo cuyos despojos blanqueaban río abajo, a muchas leguas de inextricable selva y de ciénaga. Antes (para que no supiera nunca que era un fantasma, para que se creyera un hombre como los otros) le infundió el olvido total de sus años de aprendizaje.</div>
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Su victoria y su paz quedaron empañadas de hastío. En los crepúsculos de la tarde y del alba, se prosternaba ante la figura de piedra, tal vez imaginando que su hijo irreal ejecutaba idénticos ritos, en otras ruinas circulares, aguas abajo; de noche no soñaba, o soñaba como lo hacen todos los hombres. Percibía con cierta palidez los sonidos y formas del universo: el hijo ausente se nutría de esas disminuciones de su alma. El propósito de su vida estaba colmado; el hombre persistió en una suerte de éxtasis. Al cabo de un tiempo que ciertos narradores de su historia prefieren computar en años y otros en lustros, lo despertaron dos remeros a medianoche: no pudo ver sus caras, pero le hablaron de un hombre mágico en un templo del Norte, capaz de hollar el fuego y de no quemarse. El mago recordó bruscamente las palabras del dios. Recordó que de todas las criaturas que componen el orbe, el fuego era la única que sabía que su hijo era un fantasma. Ese recuerdo, apaciguador al principio, acabó por atormentarlo. Temió que su hijo meditara en ese privilegio anormal y descubriera de algún modo su condición de mero simulacro. No ser un hombre, ser la proyección del sueño de otro hombre ¡qué humillación incomparable, qué vértigo! A todo padre le interesan los hijos que ha procreado (que ha permitido) en una mera confusión o felicidad; es natural que el mago temiera por el porvenir de aquel hijo, pensado entraña por entraña y rasgo por rasgo, en mil y una noches secretas.</div>
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<br /></div>
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El término de sus cavilaciones fue brusco, pero lo prometieron algunos signos. Primero (al cabo de una larga sequía) una remota nube en un cerro, liviana como un pájaro; luego, hacia el Sur, el cielo que tenía el color rosado de la encía de los leopardos; luego las humaredas que herrumbraron el metal de las noches; después la fuga pánica de las bestias. Porque se repitió lo acontecido hace muchos siglos. Las ruinas del santuario del dios del fuego fueron destruidas por el fuego. En un alba sin pájaros el mago vio cernirse contra los muros el incendio concéntrico. Por un instante, pensó refugiarse en las aguas, pero luego comprendió que la muerte venía a coronar su vejez y a absolverlo de sus trabajos. Caminó contra los jirones de fuego. Éstos no mordieron su carne, éstos lo acariciaron y lo inundaron sin calor y sin combustión. Con alivio, con humillación, con terror, comprendió que él también era una apariencia, que otro estaba soñándolo.</div>
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<br /></div>
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***</div>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgHt_2XEqriZRHlM0XyTj1lr6wde9YS2A9Pv0CNiWz8e_JpQhchVqkUd-VGorDwOvoKAcSLw0WWEJaz1_39T1fbh-qD4NMxsOJYAgMdP1Ug4rxcU8ep6Y3aMRqIhCuh8SsIttsTDLo17Ms/s1600/borges.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="331" data-original-width="500" height="211" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgHt_2XEqriZRHlM0XyTj1lr6wde9YS2A9Pv0CNiWz8e_JpQhchVqkUd-VGorDwOvoKAcSLw0WWEJaz1_39T1fbh-qD4NMxsOJYAgMdP1Ug4rxcU8ep6Y3aMRqIhCuh8SsIttsTDLo17Ms/s320/borges.jpg" width="320" /></a></div>
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<b>(*) Jorge Luis Borges</b></div>
<div style="text-align: justify;">
(Argentina, 1924 - Suiza, 1986)</div>
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Por influencia de su abuela paterna, aprendió a leer en inglés antes que en castellano. Su primera publicación conocida es una reseña de tres libros españoles escrita en francés para un periódico ginebrino. Publicó poemas, ensayos, artículos en diarios y revistas, críticas literarias y cuentos. Fue director de la Biblioteca Nacional Argentina y profesor de literatura inglesa en la Universidad de Buenos Aires. Dentro de su vasta producción destacan los libros de cuentos: <i>Historia universal de la infamia</i>, <i>Ficciones</i>, <i>El Aleph</i> y <i>El Informe de Brody</i>; los libros de ensayos: <i>Evaristo Carriego</i>, <i>Historia de la eternidad</i>, <i>Discusión</i> y <i>Otras inquisiciones</i>; también escribió doce libros de poemas, el último de ellos: <i>Los conjurados</i>, fue publicado en 1985. Recibió el Premio Formentor, en 1961, y el Cervantes, en 1980. Su obra fue traducida a más de veinticinco idiomas y llevada al cine y a la televisión. Fue un creador extraordinario. Después de Shakespeare, su bibliografía es la más grande que existe sobre un escritor. </div>
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<br /></div>
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🌼</div>
Maumy G.http://www.blogger.com/profile/03386353205900195418noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7241822988882216287.post-41812012901586920662019-08-27T19:05:00.000-03:002019-08-27T19:05:26.114-03:00Libros | "Quizás en otro momento" de Anahí Flores<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-j9_1tF8crZI/XWWhd87Z2tI/AAAAAAAAV78/YHrJTVkPyooj2sS1BVTSu_gx3MJ8BrOQwCLcBGAs/s1600/Quiza%2Ben%2Botro%2Bmomento.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1200" height="640" src="https://1.bp.blogspot.com/-j9_1tF8crZI/XWWhd87Z2tI/AAAAAAAAV78/YHrJTVkPyooj2sS1BVTSu_gx3MJ8BrOQwCLcBGAs/s640/Quiza%2Ben%2Botro%2Bmomento.jpg" width="480" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><i>Quizá en otro momento</i>, libro de poemas de Anahí Flores<br />Publicó Halley en 2019</td></tr>
</tbody></table>
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Por <i><a href="https://about.me/maumy" target="_blank">Maumy González</a></i></div>
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<br /></div>
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Leer <i>Quizá en otro momento</i> (Halley, 2019) me dejó la sensación de estar ante una pantalla en blanco sobre la que se proyectaran instantes de situaciones conocidas, aunque vistas con otros ojos, una mirada cargada de extrañeza, o quizá una realidad paralela, solo visible para <a href="http://lalectoraenlaciudad.blogspot.com/p/wwwanahifloresorg.html" target="_blank">Anahí Flores</a>, autora de los 46 poemas que componen el libro. Escribo <i>autora</i> y sonrío porque si bien <a href="http://lalectoraenlaciudad.blogspot.com/p/wwwanahifloresorg.html" target="_blank">Anahí Flores</a> es la creadora de este libro, también hay un hecho curioso: muchos de los poemas son producto de respuestas o comentarios literales de otros. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-LMD84cUgL98/XWWkLOr5IJI/AAAAAAAAV8M/fpPghjCO8AYyVYLR3JCHqZhAvAk9Wpn7wCLcBGAs/s1600/Quiza%2Ben%2Botro%2Bmomento%2B-%2Bdedicatoria.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1200" height="320" src="https://1.bp.blogspot.com/-LMD84cUgL98/XWWkLOr5IJI/AAAAAAAAV8M/fpPghjCO8AYyVYLR3JCHqZhAvAk9Wpn7wCLcBGAs/s320/Quiza%2Ben%2Botro%2Bmomento%2B-%2Bdedicatoria.jpg" width="240" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Dedicatoria</td></tr>
</tbody></table>
<div style="text-align: justify;">
La sección “Respuestas” está dedicada a un amigo escritor, Sebastián Grimberg, y a mí; algo que no es un hecho caprichoso, ya que varios de esos poemas fueron el resultado de una larga búsqueda de editorial para publicar un libro (una antología de cuentos) de la que los tres (Anahí, Sebastián y yo) formábamos parte. Lo curioso, divertido, y por qué no: maravilloso, fue que <a href="http://lalectoraenlaciudad.blogspot.com/p/wwwanahifloresorg.html" target="_blank">Anahí Flores</a> en lugar de enojarse con esos rechazos decidió transformarlos en objetos luminosos, y esas palabras que podían sonar odiosas se convirtieron en melodías poéticas. Por otro lado, la sección “Así que escribís” me roza, particularmente, porque convierte en poemas comentarios sobre ese oficio que amamos pero que al mismo tiempo parece no tener cabida en la realidad de otros. Nos preguntan a qué nos dedicamos, respondemos que escribimos y esa respuesta no logra satisfacer. Dice uno de los poemas:</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<blockquote class="tr_bq" style="text-align: justify;">
Me parece muy bien<br />que escribas y publiques.<br />En esta vida hay que hacer<br />lo que a uno le gusta. Siempre lo digo.<br />Y, contame,<br />¿de qué trabajás?</blockquote>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Y pienso que es tal cual. La realidad nos pasa por encima. Escribir parece un chiste, un pasatiempo, una actividad para divertirnos porque no tenemos nada mejor qué hacer. Y si bien escribir es algo que disfrutamos también es nuestro oficio, nuestra forma de ganarnos la vida, ¿por qué parece tan increíble? No lo sé. Los poemas de la sección “Así que escribís” son quizás un reclamo, un poner en evidencia los parches. Incomodar. Sí, escribimos, vivimos de eso, ¿y tú? Por todas estas cuestiones creo que <i>Quizá en otro momento</i> es una proyección de instantes, un correr la mirada y confirmar que la realidad no termina en nuestra piel.</div>
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🌼</div>
Maumy G.http://www.blogger.com/profile/03386353205900195418noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7241822988882216287.post-25244469696505960102019-08-27T13:07:00.000-03:002019-08-27T13:07:11.758-03:00Cuento | Los esclavos<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://1.bp.blogspot.com/-Bdk2vMcDyKQ/XWVToOLGeCI/AAAAAAAAV6w/-gHD5J9gS70Vi35DWwSJaID9_rFmaEUcgCLcBGAs/s1600/IMG_20190724_144738.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="900" data-original-width="1600" height="360" src="https://1.bp.blogspot.com/-Bdk2vMcDyKQ/XWVToOLGeCI/AAAAAAAAV6w/-gHD5J9gS70Vi35DWwSJaID9_rFmaEUcgCLcBGAs/s640/IMG_20190724_144738.jpg" width="640" /></a></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Por <b>Jacques Sternberg (*)</b></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
En el comienzo, Dios creó al gato a su imagen y semejanza. Y, desde luego, pensó que eso estaba bien. Porque, de hecho, estaba bien. Salvo que el gato era holgazán y no deseaba hacer nada. Entonces, más adelante, después de algunos milenios, Dios creó al hombre. Únicamente con el objeto de servir al gato, de darle al gato un esclavo para siempre. Al gato, Dios le había dado la indolencia y la lucidez; al hombre, le dio la neurosis, la habilidad manual y el amor por el trabajo. El hombre se dedicó de lleno a eso. Durante siglos construyó toda una civilización basada en la inventiva, la producción y el consumo intenso. Una civilización que, en suma, escondía un único propósito secreto: darle al gato cobijo y bienestar.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Es decir que el hombre inventó millones de objetos inútiles, y por lo general absurdos, sólo para producir los contados objetos indispensables para la comodidad del gato: el radiador, el almohadón, el tazón para la leche, el tacho con aserrín, el tapiz, la alfombra, la cesta para dormir y puede que incluso la radio, porque a los gatos les gusta mucho la música.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Sin embargo, los hombres ignoran esto. Porque lo desean así. Porque creen ser los bendecidos, los privilegiados. Tan perfectas son las cosas en el mundo de los gatos.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: center;">
***</div>
<div style="text-align: justify;">
<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-ivXB0uxu-Zc/XWVUxdoE-zI/AAAAAAAAV68/hEk_2VtirFIJ2w1wrhhmO3gbQMlBh395wCLcBGAs/s1600/jacques%2Bsternberg%2B%25281%2529.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="255" data-original-width="320" height="255" src="https://1.bp.blogspot.com/-ivXB0uxu-Zc/XWVUxdoE-zI/AAAAAAAAV68/hEk_2VtirFIJ2w1wrhhmO3gbQMlBh395wCLcBGAs/s320/jacques%2Bsternberg%2B%25281%2529.jpg" width="320" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Jacques Sternberg</td></tr>
</tbody></table>
<b>(*) <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Jacques_Sternberg" target="_blank">Jacques Sternberg</a></b></div>
<div style="text-align: justify;">
(Bélgica, 1923 - Francia, 2006)</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Nació en el seno de una familia judía de origen ruso. Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, tras la muerte de su padre en el campo nazi de Majdanekm se instaló en París e inició una muy prolífica carrera literaria que abarcó obras de teatro, guiones de cine, libros inclasificables, novelas y alrededor de mil quinientos cuentos que muchos consideran lo más jugoso de su producción. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
El cuento "Los esclavos" fue publicado en español como parte del libro <i>Cuentos glaciales</i> (La Compañía, 2010) traducido por Eduardo Berti.</div>
<div style="text-align: center;">
🌼</div>
Maumy G.http://www.blogger.com/profile/03386353205900195418noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7241822988882216287.post-6307762857063148032019-08-27T12:30:00.000-03:002019-08-27T20:22:43.705-03:00Libros | "Experimento marciano" de Gabriela Colombo<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-e9tDDsmn4Dw/XWR4In4iV5I/AAAAAAAAV5U/odjONx3pbaQnW3AUG1M1p2fk_zMfXcITACLcBGAs/s1600/IMG_20190715_134638676.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1200" height="640" src="https://1.bp.blogspot.com/-e9tDDsmn4Dw/XWR4In4iV5I/AAAAAAAAV5U/odjONx3pbaQnW3AUG1M1p2fk_zMfXcITACLcBGAs/s640/IMG_20190715_134638676.jpg" width="480" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><i>Experimento marciano</i>, de Gabriela Colombo<br />
Editado por Modesto Rimba, 2019</td></tr>
</tbody></table>
<br />
<br />
Por <a href="https://about.me/maumy" target="_blank">Maumy González</a><br />
<br />
<div style="text-align: justify;">
El <span id="goog_370174089"></span>libro <a href="http://modestorimba.com.ar/libros/experimento-marciano-gabriela-colombo/" target="_blank"><i>Experimento marciano</i> (Modesto Rimba, 2019) de Gabriela Colombo</a><span id="goog_370174090"></span> está compuesto por trece cuentos. Son trece piezas que al unirse, como en un rompecabezas, conforman una imagen mayor de la prosa de esta narradora argentina. El simple número ya habla de cierta carga de energía que, supersticiones de lado, prefiero llamar magnética. Hay una fuerza de atracción en sus historias. Al leerlos, sus personajes adquieren polaridad, se magnetizan. Y, aunque creas que irán en una dirección, por lo general terminan yendo en sentido contrario. Los cuentos de <i><a href="http://modestorimba.com.ar/libros/experimento-marciano-gabriela-colombo/" target="_blank">Experimento marciano</a></i> son impredecibles, no tienen patrón, están fuera de foco y, al mismo, tiempo bien enfocados. En estas historias encontrarás olores nauseabundos, moscas molestas que tal vez no sean moscas, una naturaleza alterada donde animales y plantas adquieren raciocinio y se rebelan contra los humanos, un adolescente que se traga un celular, órganos de cera que se ofrecen como promesas, marcianas que investigan el comportamiento terrestre, mundos paralelos, pelos indiscretos heredados de generación en generación, madres más interesadas en su propia subsistencia que en sus hijos, piojos, liendres, abejas reinas, desesperación. Gente común y no tan corriente. Cuentos sin rebaba. Materia que se transforma. Pase, lea a Gabriela Colombo. Experimente. Marcianícese, si me permite la expresión.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: center;">
🌼</div>
Maumy G.http://www.blogger.com/profile/03386353205900195418noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7241822988882216287.post-33791397822672153622019-07-19T12:25:00.000-03:002019-07-19T12:28:05.005-03:00Entrevista a William Faulkner<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-ZCXIe20-rVE/XTHeTJmvU8I/AAAAAAAAVJw/4xwolbcYc5k_NxfZCsg5_yO36F3osZVhgCLcBGAs/s1600/frases-faulkner.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="570" data-original-width="760" height="480" src="https://1.bp.blogspot.com/-ZCXIe20-rVE/XTHeTJmvU8I/AAAAAAAAVJw/4xwolbcYc5k_NxfZCsg5_yO36F3osZVhgCLcBGAs/s640/frases-faulkner.jpg" width="640" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">William Faulkner (1897 - 1962)</td></tr>
</tbody></table>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-size: 11pt; font-style: italic; white-space: pre-wrap;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-size: 11pt; white-space: pre-wrap;"><span style="font-family: inherit;">Comparto la transcripción de la mítica entrevista realizada por Jean Stein a William Faulkner para el N° 12 del <i>The Paris Review </i>en 1956. Reflexiones interesantes para cualquier persona que está incursionando en el oficio de escribir.</span></span></div>
<a name='more'></a><br />
<div style="text-align: justify;">
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-size: 11pt; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 700; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><span style="font-family: inherit;">—¿Existe alguna fórmula que sea posible seguir para ser un buen novelista?</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit; font-size: 11pt; white-space: pre-wrap;">—Noventa y nueve por ciento de talento… Noventa y nueve porciento de disciplina… Noventa y nueve porciento de trabajo. El novelista nunca debe sentirse satisfecho con lo que hace. Lo que se hace nunca es tan bueno como podría ser. Siempre hay que soñar y apuntar más alto de lo que uno puede apuntar. No preocuparse por ser mejor que sus contemporáneos o sus predecesores. Tratar de ser mejor que uno mismo. Un artista es una criatura impulsada por demonios. No sabe por qué ellos lo escogen y generalmente está demasiado ocupado para preguntárselo. Es completamente amoral en el sentido de que será capaz de robar, tomar prestado, mendigar o despojar a cualquiera y a todo el mundo con tal de realizar la obra.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<b style="font-weight: normal;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></b></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-size: 11pt; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 700; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><span style="font-family: inherit;">—¿Quiere usted decir que el artista debe ser completamente despiadado?</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit; font-size: 11pt; white-space: pre-wrap;">—El artista es responsable sólo ante su obra. Será completamente despiadado si es un buen artista. Tiene un sueño, y ese sueño lo angustia tanto que debe librarse de él. Hasta entonces no tiene paz. Lo echa todo por la borda: el honor, el orgullo, la decencia, la seguridad, la felicidad, todo, con tal de escribir el libro. Si un artista tiene que robarle a su madre, no vacilará en hacerlo…</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<b style="font-weight: normal;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></b></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-size: 11pt; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 700; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><span style="font-family: inherit;">—Entonces la falta de seguridad, de felicidad, honor, etcétera, ¿sería un factor importante en la capacidad creadora del artista?</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit; font-size: 11pt; white-space: pre-wrap;">—No. Esas cosas sólo son importantes para su paz y su contento, y el arte no tiene nada que ver con la paz y el contento.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<b style="font-weight: normal;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></b></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-size: 11pt; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 700; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><span style="font-family: inherit;">—Entonces, ¿cuál sería el mejor ambiente para un escritor?</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit; font-size: 11pt; white-space: pre-wrap;">—El arte tampoco tiene nada que ver con el ambiente; no le importa dónde está. Si usted se refiere a mí, el mejor empleo que jamás me ofrecieron fue el de administrador de un burdel. En mi opinión, ese es el mejor ambiente en que un artista puede trabajar. Goza de una perfecta libertad económica, está libre del temor y del hambre, dispone de un techo sobre su cabeza y no tiene nada que hacer excepto llevar unas pocas cuentas sencillas e ir a pagarle una vez al mes a la policía local. El lugar está tranquilo durante la mañana, que es la mejor parte del día para trabajar. En las noches hay la suficiente actividad social como para que el artista no se aburra, si no le importa participar en ella; el trabajo da cierta posición social; no tiene nada que hacer porque la encargada lleva los libros; todas las empleadas de la casa son mujeres, que lo tratarán con respeto y le dirán “señor”. Todos los contrabandistas de licores de la localidad también le dirán “señor”. Y él podrá tutearse con los policías. De modo, pues, que el único ambiente que el artista necesita es toda la paz, toda la soledad y todo el placer que pueda obtener a un precio que no sea demasiado elevado. Un mal ambiente sólo le hará subir la presión sanguínea, al hacerle pasar más tiempo sintiéndose frustrado o indignado. Mi propia experiencia me ha enseñado que los instrumentos que necesito para mi oficio son papel, tabaco, comida y un poco de whisky.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<b style="font-weight: normal;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></b></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-size: 11pt; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 700; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><span style="font-family: inherit;">—¿Bourbon?</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit; font-size: 11pt; white-space: pre-wrap;">—No, no soy tan melindroso. Entre escocés y nada, me quedo con escocés.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<b style="font-weight: normal;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></b></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-size: 11pt; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 700; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><span style="font-family: inherit;">—Usted mencionó la libertad económica. ¿La necesita el escritor?</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: black; font-family: inherit; font-size: 11pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">—No. El escritor no necesita libertad económica. Todo lo que necesita es un lápiz y un poco de papel. Que yo sepa nunca se ha escrito nada bueno como consecuencia de aceptar dinero regalado. El buen escritor nunca recurre a una fundación. Está demasiado ocupado escribiendo algo. Si no es bueno de veras, se engaña diciéndose que carece de tiempo o de libertad económica. El buen arte puede ser producido por ladrones, contrabandistas de licores o cuatreros. La gente realmente teme descubrir exactamente cuántas penurias y pobreza es capaz de soportar. Y a todos les asusta descubrir cuán duros pueden ser. Nada puede destruir al buen escritor. Lo único que puede alterar al buen escritor es la muerte. Los que son buenos no se preocupan por tener éxito o por hacerse ricos.</span><span style="color: red; font-family: inherit; font-size: 11pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> </span><span style="font-family: inherit; font-size: 11pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">El éxito es femenino e igual que una mujer: si uno se le humilla, le pasa por encima. De modo, pues, que la mejor manera de tratarla es mostrándole el puño. Entonces tal vez la que se humille será ella.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<b style="font-weight: normal;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></b></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-size: 11pt; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 700; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><span style="font-family: inherit;">—¿Trabajar para el cine es perjudicial para su propia obra de escritor?</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit; font-size: 11pt; white-space: pre-wrap;">—Nada puede perjudicar la obra de un hombre si éste es un escritor de primera, nada podrá ayudarlo mucho. El problema no existe si el escritor no es de primera, porque ya habrá vendido su alma por una piscina.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<b style="font-weight: normal;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></b></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-size: 11pt; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 700; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><span style="font-family: inherit;">—Usted dice que el escritor debe transigir cuando trabaja para el cine. ¿Y en cuanto a su propia obra? ¿Tiene alguna obligación con el lector?</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: black; font-family: inherit; font-size: 11pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">—Su obligación es hacer su obra lo mejor que pueda hacerla; cualquier obligación que le quede después de eso, puede gastarla como le venga la gana. Yo, por mi parte, estoy demasiado ocupado para preocuparme por el público. No tengo tiempo para pensar en quién me lee. No me interesa la opinión de Juan Lector sobre mi obra ni sobre la de cualquier otro escritor. La norma que tengo que cumplir es la mía, y esa es la que me hace sentir como me siento cuando leo </span><span style="color: black; font-family: inherit; font-size: 11pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">La tentación de Saint Antoine</span><span style="color: black; font-family: inherit; font-size: 11pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> o el </span><span style="color: black; font-family: inherit; font-size: 11pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Antiguo Testamento</span><span style="color: black; font-family: inherit; font-size: 11pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">. Me hace sentir bien, del mismo modo que observar un pájaro me hace sentir bien. Si reencarnara, sabe usted, me gustaría volver a vivir como un zopilote. Nadie lo odia, ni lo envidia, ni lo quiere, ni lo necesita. Nadie se mete con él, nunca está en peligro y puede comer cualquier cosa.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<b style="font-weight: normal;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></b></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-size: 11pt; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 700; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><span style="font-family: inherit;">—¿Qué técnica utiliza para cumplir su norma?</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit; font-size: 11pt; white-space: pre-wrap;">—Si el escritor está interesado en la técnica, más le vale dedicarse a la cirugía o a colocar ladrillos. Para escribir una obra no hay ningún recurso mecánico, ningún atajo. El escritor joven que siga una teoría es un tonto. Uno tiene que enseñarse por medio de sus propios errores; la gente sólo aprende a través del error. El buen artista cree que nadie sabe lo bastante para darle consejos, tiene una vanidad suprema. No importa cuánto admire al escritor viejo, quiere superarlo.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<b style="font-weight: normal;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></b></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-size: 11pt; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 700; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><span style="font-family: inherit;">—Entonces, ¿usted niega la validez de la técnica?</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: black; font-family: inherit; font-size: 11pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">—De ninguna manera. Algunas veces la técnica arremete y se apodera del sueño antes de que el propio escritor pueda aprehenderlo. Eso es tour de force y la obra terminada es simplemente cuestión de juntar bien los ladrillos, puesto que el escritor probablemente conoce cada una de las palabras que va a usar hasta el fin de la obra antes de escribir la primera. Eso sucedió con </span><span style="color: black; font-family: inherit; font-size: 11pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Mientras agonizo</span><span style="color: black; font-family: inherit; font-size: 11pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">. No fue fácil. Ningún trabajo honrado lo es. Fue sencillo en cuanto que todo el material estaba ya a la mano. La composición de la obra me llevó sólo unas seis semanas en el tiempo libre que me dejaba un empleo de doce horas al día haciendo trabajo manual. Sencillamente me imaginé un grupo de personas y las sometí a las catástrofes naturales universales, que son la inundación y el fuego, con una motivación natural simple que le diera dirección a su desarrollo. Pero cuando la técnica no interviene, escribir es también más fácil en otro sentido. Porque en mi caso siempre hay un punto en el libro en el que los propios personajes se levantan y toman el mando y completan el trabajo. Eso sucede, digamos, alrededor de la página 275. Claro está que yo no sé lo que sucedería si terminara el libro en la página 274. La cualidad que un artista debe poseer es la objetividad al juzgar su obra, más la honradez y el valor de no engañarse al respecto. Puesto que ninguna de mis obras ha satisfecho mis propias normas, debo juzgarlas sobre la base de aquélla que me causó la mayor aflicción y angustia del mismo modo que la madre ama al hijo que se convirtió en ladrón o asesino más que al que se convirtió en sacerdote.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<b style="font-weight: normal;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></b></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-size: 11pt; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 700; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><span style="font-family: inherit;">—¿Qué obra es ésa?</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: black; font-family: inherit; font-size: 11pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">—</span><span style="color: black; font-family: inherit; font-size: 11pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">El Sonido y la Furia</span><span style="color: black; font-family: inherit; font-size: 11pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">. La escribí cinco veces distintas, tratando de contar la historia para librarme del sueño que seguiría angustiándome mientras no la contara. Es una tragedia de dos mujeres perdidas: Caddy y su hija. Dilsey es uno de mis personajes favoritos porque es valiente, generosa, dulce y honrada. Es mucho más valiente, honrada y generosa que yo.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<b style="font-weight: normal;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></b></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-size: 11pt; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 700; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">—¿Cómo empezó </span><span style="background-color: transparent; color: black; font-size: 11pt; font-style: italic; font-variant: normal; font-weight: 700; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">El Sonido y la Furia</span><span style="background-color: transparent; color: black; font-size: 11pt; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 700; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">?</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit; font-size: 11pt; white-space: pre-wrap;">—Empezó con una imagen mental. Yo no comprendí en aquel momento que era simbólica. La imagen era la de los fondillos enlodados de los calzoncitos de una niña subida a un peral, desde donde ella podía ver a través de una ventana el lugar donde se estaba efectuando el funeral de su abuela y se lo contaba a sus hermanos que estaban al pie del árbol. Cuando llegué a explicar quiénes eran ellos y qué estaban haciendo y cómo se habían enlodado los calzoncitos de la niña, comprendí que sería imposible meterlo todo en un cuento y que el relato tendría que ser un libro. Y entonces comprendí el simbolismo de los calzoncitos enlodados, y esa imagen fue reemplazada por la de la niña huérfana de padre y madre que se descuelga por el tubo de desagüe del techo para escaparse del único hogar que tiene, donde nunca ha recibido amor ni afecto ni comprensión. Yo había empezado a contar la historia a través de los ojos del niño idiota, porque pensaba que sería más eficaz si la contaba alguien que sólo fuera capaz de saber lo que sucedía, pero no por qué. Me di cuenta de que no había contado la historia esa vez. Traté de volver a contarla, ahora a través de los ojos de otro hermano. Tampoco resultó. La conté por tercera vez a través de los ojos del tercer hermano. Tampoco resultó. Traté de reunir los fragmentos y de llenar las lagunas haciendo yo mismo las veces de narrador. Todavía no quedó completa, hasta quince años después de la publicación del libro, cuando escribí, como apéndice de otro libro, el esfuerzo final para acabar de contar la historia y sacármela de la cabeza de modo que yo mismo pudiera sentirme en paz. Ese es el libro por el que siento más ternura. Nunca pude dejarlo de lado y nunca pude contar bien la historia, aun cuando lo intenté con ahínco y me gustaría volver a intentarlo, aunque probablemente fracasaría otra vez.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<b style="font-weight: normal;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></b></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-size: 11pt; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 700; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><span style="font-family: inherit;">—¿Qué emoción suscita Benjy en usted?</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit; font-size: 11pt; white-space: pre-wrap;">—La única emoción que puedo sentir por Benjy es aflicción y compasión por toda la humanidad. No se puede sentir nada por Benjy porque él no siente nada. Lo único que puedo sentir por él personalmente es preocupación en cuanto a que sea creíble tal cual yo lo creé. Benjy fue un prólogo, como el sepulturero en los dramas isabelinos. Cumple su cometido y se va. Benjy es incapaz del bien y del mal porque no tiene conocimiento alguno del bien y del mal.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<b style="font-weight: normal;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></b></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-size: 11pt; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 700; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><span style="font-family: inherit;">—¿Podía Benjy sentir amor?</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit; font-size: 11pt; white-space: pre-wrap;">—Benjy no era lo suficientemente racional ni siquiera para ser un egoísta. Era un animal. Reconocía la ternura y el amor, aunque no habría podido nombrarlos; y fue la amenaza a la ternura y al amor lo que lo llevó a gritar cuando sintió el cambio en Caddy. Ya no tenía a Caddy; siendo un idiota, ni siquiera estaba consciente de la ausencia de Caddy. Sólo sabía que algo andaba mal, lo cual creaba un vacío en el que sufría. Trató de llenar ese vacío. Lo único que tenía era una de las pantuflas desechadas de Caddy. La pantufla era la ternura y el amor de Benjy que éste podría haber nombrado, y sólo sabía que le faltaban. Era mugroso porque no podía coordinar y porque la mugre no significaba nada para él. Así como no podía distinguir entre el bien y el mal, tampoco podía distinguir entre lo limpio y lo sucio. La pantufla le daba consuelo aun cuando ya no recordaba la persona a la que había pertenecido, como tampoco podía recordar por qué sufría. Si Caddy hubiese reaparecido, Benjy probablemente no la habría reconocido.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<b style="font-weight: normal;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></b></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-size: 11pt; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 700; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">—¿Ofrece ventajas artísticas el componer la novela en forma de alegoría, como la alegoría cristiana que usted utilizó en </span><span style="background-color: transparent; color: black; font-size: 11pt; font-style: italic; font-variant: normal; font-weight: 700; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Una fábula</span><span style="background-color: transparent; color: black; font-size: 11pt; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 700; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">?</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: black; font-family: inherit; font-size: 11pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">—La misma ventaja que representa para el carpintero construir esquinas cuadradas al construir una casa cuadrada. En </span><span style="color: black; font-family: inherit; font-size: 11pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Una fábula</span><span style="color: black; font-family: inherit; font-size: 11pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">, la alegoría cristiana era la alegoría indicada en esa historia particular, del mismo modo que una esquina cuadrada oblonga es la esquina indicada para construir una casa rectangular oblonga.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<b style="font-weight: normal;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></b></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-size: 11pt; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 700; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><span style="font-family: inherit;">—¿Quiere decir que un artista puede usar el cristianismo simplemente como cualquier otra herramienta, de la misma manera que un carpintero tomaría prestado un martillo?</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: black; font-family: inherit; font-size: 11pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">—Al carpintero del que estamos hablando nunca le falta ese martillo. A nadie le falta cristianismo, si nos ponemos de acuerdo en cuanto al significado que le damos a la palabra. Se trata del código de conducta individual de cada persona, por medio del cual ésta se hace un ser humano superior al que su naturaleza quiere que sea si la persona sólo obedece a su naturaleza. Cualquiera que sea su símbolo —-la cruz o la media luna o lo que fuere—, ese símbolo es para el hombre el recordatorio de su deber como miembro de la raza humana. Sus diversas alegorías son los modelos con los que se mide a sí mismo y aprende a conocerse. La alegoría no puede enseñar al hombre a ser bueno del mismo modo que el libro de texto le enseña matemáticas. Le enseña cómo descubrirse a sí mismo, cómo hacerse de un código moral y de una norma dentro de sus capacidades y aspiraciones al proporcionarle un ejemplo incomparable de sufrimiento y sacrificio y la promesa de una esperanza. Los escritores siempre se han nutrido, y siempre se nutrirán de las alegorías de la conciencia moral, por la razón de que las alegorías son incomparables: los tres hombres de Moby Dick, que representan la trinidad de la conciencia: no saber nada, saber y no preocuparse, y saber y preocuparse. La misma trinidad está representada en </span><span style="color: black; font-family: inherit; font-size: 11pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Una fábula</span><span style="color: black; font-family: inherit; font-size: 11pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> por el viejo aviador judío, que dice “Esto es terrible. Me niego a aceptarlo, aun cuando deba rechazar la vida para hacerlo”; el viejo cuartelmaestre francés, que dice: “Esto es terrible, pero podemos llorar y soportarlo”; y el mismo mensajero del batallón inglés que dice: “Esto es terrible, voy a hacer algo para remediarlo”.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<b style="font-weight: normal;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></b></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-size: 11pt; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 700; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">—¿Fueron reunidos en un solo volumen los dos temas no relacionados de </span><span style="background-color: transparent; color: black; font-size: 11pt; font-style: italic; font-variant: normal; font-weight: 700; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Las palmeras salvajes</span><span style="background-color: transparent; color: black; font-size: 11pt; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 700; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> con algún propósito simbólico? ¿Se trata, como sugieren algunos críticos, de una especie de contrapunto estético o de una simple casualidad?</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: black; font-family: inherit; font-size: 11pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">—No, no. Aquello era una historia: la historia de Charlotte Rittenmeyer y Harry Wilbourne, que lo sacrificaron todo por el amor y después perdieron eso. Yo no sabía que iban a ser dos historias separadas sino después de haber empezado el libro. Cuando llegué al final de lo que ahora es la primera sección de </span><span style="color: black; font-family: inherit; font-size: 11pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Las palmeras salvajes</span><span style="color: black; font-family: inherit; font-size: 11pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">, comprendí súbitamente que faltaba algo, que la historia necesitaba énfasis, algo que la levantara como el contrapunto en la música. Así que me puse a escribir </span><span style="color: black; font-family: inherit; font-size: 11pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">El viejo</span><span style="color: black; font-family: inherit; font-size: 11pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> hasta que </span><span style="color: black; font-family: inherit; font-size: 11pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Las palmeras salvajes</span><span style="color: black; font-family: inherit; font-size: 11pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> volvió a ganar intensidad. Entonces interrumpí </span><span style="color: black; font-family: inherit; font-size: 11pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">El viejo</span><span style="color: black; font-family: inherit; font-size: 11pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> en lo que ahora es su primera parte y reanudé la composición de </span><span style="color: black; font-family: inherit; font-size: 11pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Las palmeras salvajes</span><span style="color: black; font-family: inherit; font-size: 11pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> hasta que empezó a decaer nuevamente. Entonces volví a darle intensidad con otra parte de su antítesis, que es la historia de un hombre que conquistó su amor y pasó el resto del libro huyendo de él, hasta el grado de volver voluntariamente a la cárcel en que estaría a salvo. Son dos historias sólo por casualidad, tal vez por necesidad. La historia es la de Charlotte y Wilbourne.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<b style="font-weight: normal;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></b></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-size: 11pt; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 700; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><span style="font-family: inherit;">—¿Qué porción de sus obras se basan en la experiencia personal?</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit; font-size: 11pt; white-space: pre-wrap;">—No sabría decirlo. Nunca he hecho la cuenta, porque la “porción” no tiene importancia. Un escritor necesita tres cosas: experiencia, observación e imaginación. Cualesquiera dos de ellas, y a veces una puede suplir la falta de las otras dos. En mi caso, una historia generalmente comienza con una sola idea, un solo recuerdo o una sola imagen mental. La composición de la historia es simplemente cuestión de trabajar hasta el momento de explicar por qué ocurrió la historia o qué otras cosas hizo ocurrir a continuación. Un escritor trata de crear personas creíbles en situaciones conmovedoras creíbles de la manera más conmovedora que pueda. Obviamente, debe utilizar, como uno de sus instrumentos, el ambiente que conoce. Yo diría que la música es el medio más fácil de expresarse, puesto que fue el primero que se produjo en la experiencia y en la historia del hombre. Pero puesto que mi talento reside en las palabras, debo tratar de expresar torpemente en palabras lo que la música pura habría expresado mejor. Es decir, que la música lo expresaría mejor y más simplemente, pero yo prefiero usar palabras, del mismo modo que prefiero leer a escuchar. Prefiero el silencio al sonido, y la imagen producida por las palabras ocurre en el silencio. Es decir, que el trueno y la música de la prosa tienen lugar en el silencio.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<b style="font-weight: normal;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></b></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-size: 11pt; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 700; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><span style="font-family: inherit;">—Usted dijo que la experiencia, la observación y la imaginación son importantes para el escritor. ¿Incluiría usted la inspiración?</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit; font-size: 11pt; white-space: pre-wrap;">—Yo no sé nada sobre la inspiración, porque no sé lo que es eso. La he oído mencionar, pero nunca la he visto.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<b style="font-weight: normal;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></b></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-size: 11pt; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 700; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><span style="font-family: inherit;">—Se dice que usted como escritor está obsesionado por la violencia.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit; font-size: 11pt; white-space: pre-wrap;">—Eso es como decir que el carpintero está obsesionado con su martillo. La violencia es simplemente una de las herramientas del carpintero. El escritor, al igual que el carpintero, no puede construir con una sola herramienta.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<b style="font-weight: normal;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></b></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-size: 11pt; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 700; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><span style="font-family: inherit;">—¿Puede usted decir cómo empezó su carrera de escritor?</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit; font-size: 11pt; white-space: pre-wrap;">—Yo vivía en Nueva Orleans, trabajando en lo que fuera necesario para ganar un poco de dinero de vez en cuando. Conocí a Sherwood Anderson. Por las tardes solíamos caminar por la ciudad y hablar con la gente. Por las noches volvíamos a reunirnos y nos tomábamos una o dos botellas mientras él hablaba y yo escuchaba. Antes del mediodía nunca lo veía. Él estaba encerrado, escribiendo. Al día siguiente volvíamos a hacer lo mismo. Yo decidí que si esa era la vida de un escritor, entonces eso era lo mío y me puse a escribir mi primer libro. En seguida descubrí que escribir era una ocupación divertida. Incluso me olvidé de que no había visto al señor Anderson durante tres semanas, hasta que él tocó a mi puerta —era la primera vez que venía a verme— y me preguntó: “¿Qué sucede? ¿Está usted enojado conmigo?”. Le dije que estaba escribiendo un libro. Él dijo: “Dios mío”, y se fue. Cuando terminé el libro, La paga de los soldados, me encontré con la señora Anderson en la calle. Me preguntó cómo iba el libro y le dije que ya lo había terminado. Ella me dijo: “Sherwood dice que está dispuesto a hacer un trato con usted. Si usted no le pide que lea los originales, él le dirá a su editor que acepte el libro”. Yo le dije “trato hecho”, y así fue como me hice escritor.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<b style="font-weight: normal;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></b></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-size: 11pt; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 700; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><span style="font-family: inherit;">—¿Qué tipo de trabajo hacía usted para ganar ese “poco dinero de vez en cuando”?</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit; font-size: 11pt; white-space: pre-wrap;">—Lo que se presentara. Yo podía hacer un poco de casi cualquier cosa: manejar lanchas, pintar casas, pilotar aviones. Nunca necesitábamos mucho dinero porque entonces la vida era barata en Nueva Orleans, y todo lo que quería era un lugar donde dormir, un poco de comida, tabaco y whisky. Había muchas cosas que yo podía hacer durante dos o tres días a fin de ganar suficiente dinero para vivir el resto del mes. Yo soy, por temperamento, un vagabundo y un golfo. El dinero no me interesa tanto como para forzarme a trabajar para ganarlo. En mi opinión, es una vergüenza que haya tanto trabajo en el mundo. Una de las cosas más tristes es que lo único que un hombre puede hacer durante ocho horas, día tras día, es trabajar. No se puede comer ocho horas, ni beber ocho horas diarias, ni hacer el amor ocho horas… lo único que se puede hacer durante ocho horas es trabajar. Y esa es la razón de que el hombre se haga tan desdichado e infeliz a sí mismo y a todos los demás.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<b style="font-weight: normal;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></b></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-size: 11pt; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 700; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><span style="font-family: inherit;">—Usted debe sentirse en deuda con Sherwood Anderson, pero, ¿qué juicio le merece como escritor?</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit; font-size: 11pt; white-space: pre-wrap;">—Él fue el padre de mi generación de escritores norteamericanos y de la tradición literaria norteamericana que nuestros sucesores llevarán adelante. Anderson nunca ha sido valorado como se merece. Dreiser es su hermano mayor y Mark Twain el padre de ambos.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<b style="font-weight: normal;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></b></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-size: 11pt; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 700; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><span style="font-family: inherit;">—Y, ¿en cuanto a los escritores europeos de ese período?</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: black; font-family: inherit; font-size: 11pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">—Los dos grandes hombres de mi tiempo fueron Mann y Joyce. Uno debe acercarse al </span><span style="color: black; font-family: inherit; font-size: 11pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Ulysses</span><span style="color: black; font-family: inherit; font-size: 11pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> de Joyce como el bautista analfabeto al </span><span style="color: black; font-family: inherit; font-size: 11pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Antiguo Testamento</span><span style="color: black; font-family: inherit; font-size: 11pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">: con fe.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<b style="font-weight: normal;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></b></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-size: 11pt; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 700; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><span style="font-family: inherit;">—¿Lee usted a sus contemporáneos?</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: black; font-family: inherit; font-size: 11pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">—No; los libros que leo son los que conocí y amé cuando era joven y a los que vuelvo como se vuelve a los viejos amigos: El </span><span style="color: black; font-family: inherit; font-size: 11pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Antiguo Testamento</span><span style="color: black; font-family: inherit; font-size: 11pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">, Dickens, Conrad, Cervantes… leo el </span><span style="color: black; font-family: inherit; font-size: 11pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Quijote</span><span style="color: black; font-family: inherit; font-size: 11pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> todos los años, como algunas personas leen la Biblia. Flaubert, Balzac —éste último creó un mundo propio intacto, una corriente sanguínea que fluye a lo largo de veinte libros —, Dostoyevski, Tolstoi, Shakespeare. Leo a Melville ocasionalmente y entre los poetas a Marlowe, Campion, Jonson, Herrik, Donne, Keats y Shelley. Todavía leo a Housman. He leído estos libros tantas veces que no siempre empiezo en la primera página para seguir leyendo hasta el final. Sólo leo una escena, o algo sobre un personaje, del mismo modo que uno se encuentra con un amigo y conversa con él durante unos minutos.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<b style="font-weight: normal;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></b></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-size: 11pt; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 700; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><span style="font-family: inherit;">—¿Y Freud?</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit; font-size: 11pt; white-space: pre-wrap;">—Todo el mundo hablaba de Freud cuando yo vivía en Nueva Orleans, pero nunca lo he leído. Shakespeare tampoco lo leyó y dudo que Melville lo haya hecho, y estoy seguro de que Moby Dick tampoco.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<b style="font-weight: normal;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></b></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-size: 11pt; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 700; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><span style="font-family: inherit;">—¿Lee usted novelas policíacas?</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit; font-size: 11pt; white-space: pre-wrap;">—Leo a Simenon porque me recuerda algo de Chéjov.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<b style="font-weight: normal;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></b></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-size: 11pt; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 700; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><span style="font-family: inherit;">—¿Y sus personajes favoritos?</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit; font-size: 11pt; white-space: pre-wrap;">—Mis personajes favoritos son Sarah Gamp: una mujer cruel y despiadada, una borracha oportunista, indigna de confianza, en la mayor parte de su carácter era mala, pero cuando menos era un carácter; la señora Harris, Falstaf, el Príncipe Hall, don Quijote y Sancho, por supuesto. A lady Macbeth siempre la admiro. Y a Bottom, Ofelia y Mercucio. Este último y la señora Gamp se enfrentaron con la vida, no pidieron favores, no gimotearon. Huckleberry Finn, por supuesto, y Jim. Tom Sawyer nunca me gustó mucho: un mentecato. Ah, bueno, y me gusta Sut Logingood, de un libro escrito por George Harris en 1840 ó 1850 en las montañas de Tenesí. Lovingood no se hacía ilusiones consigo mismo, hacía lo mejor que podía; en ciertas ocasiones era un cobarde y sabía que lo era y no se avergonzaba; nunca culpaba a nadie por sus desgracias y nunca maldecía a Dios por ellas.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<b style="font-weight: normal;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></b></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-size: 11pt; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 700; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><span style="font-family: inherit;">—Y, ¿en cuanto a la función de los críticos?</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit; font-size: 11pt; white-space: pre-wrap;">—El artista no tiene tiempo para escuchar a los críticos. Los que quieren ser escritores leen las críticas, los que quieren escribir no tienen tiempo para leerlas. El crítico también está tratando de decir: “Yo pasé por aquí”. La finalidad de su función no es el artista mismo. El artista está un peldaño por encima del crítico, porque el artista escribe algo que moverá al crítico. El crítico escribe algo que moverá a todo el mundo menos al artista.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<b style="font-weight: normal;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></b></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-size: 11pt; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 700; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><span style="font-family: inherit;">—Entonces, ¿usted nunca siente la necesidad de discutir sobre su obra con alguien?</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit; font-size: 11pt; white-space: pre-wrap;">—No; estoy demasiado ocupado escribiéndola. Mi obra tiene que complacerme a mí, y si me complace entonces no tengo necesidad de hablar sobre ella. Si no me complace, hablar sobre ella no la hará mejor, puesto que lo único que podrá mejorarla será trabajar más en ella. Yo no soy un literato; sólo soy un escritor. No me da gusto hablar de los problemas del oficio.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<b style="font-weight: normal;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></b></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-size: 11pt; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 700; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><span style="font-family: inherit;">—Los críticos sostienen que las relaciones familiares son centrales en sus novelas.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit; font-size: 11pt; white-space: pre-wrap;">—Esa es una opinión y, como ya le dije, yo no leo a los críticos. Dudo que un hombre que está tratando de escribir sobre la gente esté más interesado en sus relaciones familiares que en la forma de sus narices, a menos que ello sea necesario para ayudar al desarrollo de la historia. Si el escritor se concentra en lo que sí necesita interesarse, que es la verdad y el corazón humano, no le quedará mucho tiempo para otras cosas, como las ideas y hechos tales como la forma de las narices o las relaciones familiares, puesto que en mi opinión las ideas y los hechos tienen muy poca relación con la verdad.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<b style="font-weight: normal;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></b></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-size: 11pt; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 700; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><span style="font-family: inherit;">—Los críticos también sugieren que sus personajes nunca eligen conscientemente entre el bien y el mal.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit; font-size: 11pt; white-space: pre-wrap;">—A la vida no le interesa el bien y el mal. Don Quijote elegía constantemente entre el bien y el mal, pero elegía en su estado de sueño. Estaba loco. Entraba en la realidad sólo cuando estaba tan ocupado bregando con la gente que no tenía tiempo para distinguir entre el bien y el mal. Puesto que los seres humanos sólo existen en la vida, tienen que dedicar su tiempo simplemente a estar vivos. La vida es movimiento y el movimiento tiene que ver con lo que hace moverse al hombre, que es la ambición, el poder, el placer. El tiempo que un hombre puede dedicarle a la moralidad, tiene que quitárselo forzosamente al movimiento del que él mismo es parte. Está obligado a elegir entre el bien y el mal tarde o temprano, porque la conciencia moral se lo exige a fin de que pueda vivir consigo mismo el día de mañana. Su conciencia moral es la maldición que tiene que aceptar de los dioses para obtener de éstos el derecho a soñar.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<b style="font-weight: normal;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></b></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-size: 11pt; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 700; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><span style="font-family: inherit;">—¿Podría usted explicar mejor lo que entiende por movimiento en relación con el artista?</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit; font-size: 11pt; white-space: pre-wrap;">—La finalidad de todo artista es detener el movimiento que es la vida, por medios artificiales y mantenerlo fijo de suerte que cien años después, cuando un extraño lo contemple, vuelva a moverse en virtud de qué es la vida. Puesto que el hombre es mortal, la única inmortalidad que le es posible es dejar tras de sí algo que sea inmortal porque siempre se moverá. Esa es la manera que tiene el artista de escribir “Yo estuve aquí” en el muro de la desaparición final e irrevocable que algún día tendrá que sufrir.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<b style="font-weight: normal;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></b></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-size: 11pt; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 700; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><span style="font-family: inherit;">—Malcom Cowley ha dicho que sus personajes tienen una conciencia de sumisión a su destino.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: black; font-family: inherit; font-size: 11pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">—Esa es su opinión. Yo diría que algunos la tienen y otros no, como los personajes de todo el mundo. Yo diría que Lena Grove en </span><span style="color: black; font-family: inherit; font-size: 11pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Luz de agosto</span><span style="color: black; font-family: inherit; font-size: 11pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> se entendió bastante bien con la suya. Para ella no era realmente importante en su destino que su hombre fuera Lucas Birch o no. Su destino era tener un marido e hijos y ella lo sabía, de modo que fue y los tuvo sin pedirle ayuda a nadie. Ella era la capitana de su propia alma. Uno de los parlamentos más serenos y sensatos que yo he escuchado fue cuando ella le dijo a Byron Bunch en el instante mismo de rechazar su intento final, desesperado, desesperanzado, de violarla, “¿No te da vergüenza? ¡Podías haber despertado al niño!” No se sintió confundida, asustada ni alarmada por un solo momento. Ni siquiera sabía que no necesitaba compasión. Su último parlamento, por ejemplo: “No llevo viajando más que un mes y ya estoy en Tennessee. Vaya, vaya, cómo rueda uno”. La familia Brunden, en </span><span style="color: black; font-family: inherit; font-size: 11pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Mientras agonizo</span><span style="color: black; font-family: inherit; font-size: 11pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">, se las arregló bastante bien con su destino. El padre, después de perder a su esposa, necesitaba naturalmente otra, así que se la buscó. De un solo golpe no sólo reemplazó a la cocinera de la familia, sino que adquirió un fonógrafo para darles gusto a todos mientras descansaban. La hija embarazada no logró deshacerse de su problema esa vez, pero no se descorazonó. Lo intentó nuevamente, y aun cuando todos los intentos fracasaron, al fin y al cabo no fue más que otro bebé.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<b style="font-weight: normal;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></b></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-size: 11pt; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 700; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">—¿Qué le sucedió a usted entre</span><span style="background-color: transparent; color: black; font-size: 11pt; font-style: italic; font-variant: normal; font-weight: 700; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> La paga de los soldados</span><span style="background-color: transparent; color: black; font-size: 11pt; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 700; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> y </span><span style="background-color: transparent; color: black; font-size: 11pt; font-style: italic; font-variant: normal; font-weight: 700; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Sartoris</span><span style="background-color: transparent; color: black; font-size: 11pt; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 700; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">? Es decir, ¿cuál fue el motivo de que usted empezara a escribir la saga de Yoknapatawpha?</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: black; font-family: inherit; font-size: 11pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">—Con </span><span style="color: black; font-family: inherit; font-size: 11pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">La paga de los soldados</span><span style="color: black; font-family: inherit; font-size: 11pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> descubrí que escribir era divertido. Pero más tarde descubrí que no sólo cada libro tiene que tener un designio, sino que todo el conjunto o la suma de la obra de un artista tiene que tener un designio. </span><span style="color: black; font-family: inherit; font-size: 11pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">La paga de los soldados</span><span style="color: black; font-family: inherit; font-size: 11pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> y </span><span style="color: black; font-family: inherit; font-size: 11pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Mosquitos</span><span style="color: black; font-family: inherit; font-size: 11pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> los escribí por el gusto de escribir, porque era divertido. Comenzando con </span><span style="color: black; font-family: inherit; font-size: 11pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Sartoris</span><span style="color: black; font-family: inherit; font-size: 11pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> descubrí que mi propia parcela de suelo natal era digna de que se escribiera acerca de ella y que yo nunca viviría lo suficiente para agotarla, y que mediante la sublimación de lo real en lo apócrifo yo tendría completa libertad para usar todo el talento que pudiera poseer, hasta el grado máximo. Ello abrió una mina de oro de otras personas, de suerte que creé un cosmos de mi propiedad. Puedo mover a esas personas de aquí para allá como Dios, no sólo en el espacio sino en el tiempo también. El hecho de que haya logrado mover a mis personajes en el tiempo, cuando menos según mi propia opinión, me comprueba mi propia teoría de que el tiempo es una condición fluida que no tiene existencia excepto en los avatares momentáneos de las personas individuales. No existe tal cosa como</span><span style="color: black; font-family: inherit; font-size: 11pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> fue</span><span style="color: black; font-family: inherit; font-size: 11pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">; sólo </span><span style="color: black; font-family: inherit; font-size: 11pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">es</span><span style="color: black; font-family: inherit; font-size: 11pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">. Si </span><span style="color: black; font-family: inherit; font-size: 11pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">fue</span><span style="color: black; font-family: inherit; font-size: 11pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> existiera, no habría pena ni aflicción. A mí me gusta pensar que el mundo que creé es una especie de piedra angular del universo; que si esa piedra angular, pequeña y todo como es, fuera retirada, el universo se vendría abajo. Mi último libro será el libro del Día del Juicio Universal, el Libro de Oro del Condado de Yoknapatawpha. Entonces quebraré el lápiz y tendré que detenerme.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<b style="font-weight: normal;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></b></div>
<div style="text-align: center;">
<b style="font-weight: normal;"><span style="font-family: inherit;">🌼</span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b style="font-weight: normal;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></b></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: center;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-size: 11pt; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><a href="https://www.theparisreview.org/interviews/4954/william-faulkner-the-art-of-fiction-no-12-william-faulkner" target="_blank">La versión en inglés está disponible parcialmente gratuita en la página </a></span><span style="background-color: transparent; color: black; font-size: 11pt; font-style: italic; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><a href="https://www.theparisreview.org/interviews/4954/william-faulkner-the-art-of-fiction-no-12-william-faulkner" target="_blank">The Paris Review</a>.</span></span></div>
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<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
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Maumy G.http://www.blogger.com/profile/03386353205900195418noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7241822988882216287.post-85661286691937471502019-03-22T20:55:00.001-03:002019-03-22T20:57:19.831-03:00Libros | "La nave" de Hernán Tenorio<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://4.bp.blogspot.com/-B1H2zRBqJus/XJVyG8ps_uI/AAAAAAAATEU/KdxBh3uqUroXTFFKoCfYR8JPpd7g4whBgCLcBGAs/s1600/la-nave%2Bhernan%2Btenorio.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="600" data-original-width="400" height="640" src="https://4.bp.blogspot.com/-B1H2zRBqJus/XJVyG8ps_uI/AAAAAAAATEU/KdxBh3uqUroXTFFKoCfYR8JPpd7g4whBgCLcBGAs/s640/la-nave%2Bhernan%2Btenorio.jpg" width="426" /></a></div>
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<br /></div>
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La Sojisticus AR-I, la primera nave espacial argentina, se perdió en el espacio durante un viaje de aprovisionamiento a las colonias terrícolas de Marte. Luego de dos años sin novedades, la nave regresa al planeta pero de los tres tripulantes solo regresan dos. ¿Por qué fracasó la misión? ¿Qué pasó en algún lugar del espacio o del tiempo con el tripulante desaparecido?</div>
<a name='more'></a><br />
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El que cuenta la historia es un periodista que cubre el proceso que un tribunal cívico-militar realiza a los dos militares que regresaron en la Sojisticus AR-I.</div>
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A medida que avanza el proceso, la historia florece en aristas fantásticas y delirantes que ponen en evidencia una trama oculta de la misión donde se mezclan la corrupción política con el terrorismo y los intereses de corporaciones globales.</div>
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<br /></div>
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La investigación lleva al periodista de Buenos Aires hasta Paraguay, donde la revelación inquietante de la influencia extraterrestre en diversos acontecimientos históricos de la región forzará su capacidad de comprensión de la realidad hasta los límites de la racionalidad.</div>
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La historia se cuenta como una parodia de ciencia ficción que respeta el género pero que, además, incorpora elementos del policial y de la crónica de viajes.</div>
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La escritura es ágil, limpia, atrapante. La trama bien construida sin ahorrar recursos narrativos. Una excelente novela de ciencia ficción argentina.</div>
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<i>La nave</i> (2016), de <a href="http://hernantenorio.blogspot.com/" target="_blank">Hernán Tenorio</a>, se consigue en <a href="https://www.lectulandia.com/autor/hernan-tenorio/" target="_blank">eBook desde Lectulandia</a> (haz <a href="https://www.lectulandia.com/autor/hernan-tenorio/" target="_blank">clic acá</a>). </div>
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Maumy G.http://www.blogger.com/profile/03386353205900195418noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7241822988882216287.post-55215898849422423862019-03-22T14:32:00.000-03:002019-03-22T20:41:22.817-03:00Arrancar en otoño<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjx6SgNhvNnEsC9cOtVNvJjbGJ-gZSx305cWZvHBMoKhZknUWFlFiPQPiBdJFahe5FkGuEfH3KtCzIdVjQNR2w67oZuqZSPB3cpZFjSadEBaw9XiaXdF7dUXPeis9W1SyP_ZmuNAW9qHwA/s1600/54523573_10157222384836882_5305570115746529280_n.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="960" data-original-width="960" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjx6SgNhvNnEsC9cOtVNvJjbGJ-gZSx305cWZvHBMoKhZknUWFlFiPQPiBdJFahe5FkGuEfH3KtCzIdVjQNR2w67oZuqZSPB3cpZFjSadEBaw9XiaXdF7dUXPeis9W1SyP_ZmuNAW9qHwA/s640/54523573_10157222384836882_5305570115746529280_n.jpg" width="640" /></a></div>
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Me vine a vivir a San Antonio de Areco. Vivir alejada de la ciudad de la furia me ha regalado otra perspectiva. Escribir, leer, ilustrar me toma otro tiempo. </div>
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Fuera de Buenos Aires, la vida transcurre casi en otra dimensión. Ya no tengo que tomarme un colectivo y el Subte para llegar al centro, el centro queda a unas veinte cuadras como mucho. Ahora camino o ando en bicicleta. Hago la compra en un almacén donde quien atiende la caja también te despacha el fiambre y las verduras. Hay que esperar y la espera se hace con una calma chicha. Las palabras se vuelven más elásticas, las imágenes mucho más amplias. Quizás por eso arranco el año de trabajo literario en <i>#LaAquateca</i> con el otoño. Te invito a seguir acompañando mi recorrido.</div>
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<a href="https://2.bp.blogspot.com/-s3I0t240q9E/XJUavSSSe7I/AAAAAAAATCU/3gLdh3gAeYU0MjCize1G_Ch6LfIb-aKMwCLcBGAs/s1600/Vista%2Bbicicleta.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="960" data-original-width="1280" height="480" src="https://2.bp.blogspot.com/-s3I0t240q9E/XJUavSSSe7I/AAAAAAAATCU/3gLdh3gAeYU0MjCize1G_Ch6LfIb-aKMwCLcBGAs/s640/Vista%2Bbicicleta.jpg" width="640" /></a></div>
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Maumy G.http://www.blogger.com/profile/03386353205900195418noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7241822988882216287.post-54768862390056094892019-03-15T19:04:00.003-03:002019-03-22T20:41:33.756-03:00Libros | "Shibari", de Juan José Burzi<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://4.bp.blogspot.com/-QqR1EyI2CYg/XIwZ_mo6_9I/AAAAAAAAS4A/qX-6BTIUGyIAmIiKIfvqCGncFBTdoxkcwCLcBGAs/s1600/Shibari.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="800" data-original-width="800" height="400" src="https://4.bp.blogspot.com/-QqR1EyI2CYg/XIwZ_mo6_9I/AAAAAAAAS4A/qX-6BTIUGyIAmIiKIfvqCGncFBTdoxkcwCLcBGAs/s400/Shibari.jpg" width="400" /></a></div>
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Por <a href="https://twitter.com/WenceslaoB" target="_blank"><b>WB</b></a>.<br />
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Cuando terminás de leer <i>Shibari</i> pensás: ¿Qué tienen en común estas historias tan diferentes que van de la dimensión real a la fantástica moviéndose sutilmente entre las fronteras del sexo, el arte y el terror a través de atmósferas sórdidas y densas donde todo se paga con el cuerpo?</div>
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<br /></div>
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¿Adónde nos llevan estas historias macabras, sangrientas, perversas y violentas, pero sobre todo inquietantes, cuyos escenarios nos son absolutamente familiares y cotidianos incluso cuando transitamos un apocalíptico mundo de zombis?</div>
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Para descubrirlo debemos sumergirnos en mundos como el que propone “Nuevo tratado de maniquíes” donde seguimos la historia de Andy, un joven que explora el arte a través de la fotografía de maniquíes y donde en ese ámbito arte, vida y sexualidad se funden y confunden. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
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O en el atrapante y sórdido “Shibari” donde Nigel, abrumado por la soledad y la imposibilidad de conectar emocional y sexualmente con otra persona se vincula, a través de la web, a un grupo de BDSM que lo llevará a una situación extrema e inesperada.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
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¿Y qué pasa con “Severo”? ¿Qué pasa cuando el cuidador de la morgue, a cambio de dinero, deja entrar por las noches a un desconocido al depósito de cadáveres? ¿Por qué, de pronto, su vida opaca y rutinaria se transforma hasta la histeria?</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Y luego están los zombis con los que no parece desagradable tener sexo; y la niña que luego de caer en un pozo empieza a dibujar escenas de espanto y pesadilla; y ese bosque y ese fuego que huele a carne chamuscada de la Santa Inquisición, y el pintor que...</div>
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<br /></div>
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Luego del punto final cerrás el libro y pensás: ¿Qué tienen en común estas historias tan diferentes e impactantes? ¿Son realmente tan diferentes estos nueve cuentos que, hoja tras hoja, como en la técnica del shibari, te van envolviendo y se van a ajustando alrededor de tu curiosidad hasta el punto exacto del goce desprejuiciado de la lectura?</div>
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Tal vez la clave esté en una frase de uno de ellos que dice “Todo cuerpo es misterio y en ese misterio es donde se juega el deseo”.</div>
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<i>Shibari</i> (2018) de Juan José Burzi fue publicado por <a href="http://evaristo.com.ar/" target="_blank">Evaristo Editorial</a>.</div>
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Maumy G.http://www.blogger.com/profile/03386353205900195418noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7241822988882216287.post-8084731219860531022018-05-11T15:28:00.002-03:002019-03-22T20:41:45.413-03:00Libros | "#VillaDurazno, MeGusta" de Agente Rayo<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://1.bp.blogspot.com/-9fp_HbTrK3s/WvXcn0tyyoI/AAAAAAAANxU/gYi6-vL_C8MisHUD1U6A3rpM2nL_6EK_ACLcBGAs/s1600/VillaDurazno.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1067" data-original-width="800" height="640" src="https://1.bp.blogspot.com/-9fp_HbTrK3s/WvXcn0tyyoI/AAAAAAAANxU/gYi6-vL_C8MisHUD1U6A3rpM2nL_6EK_ACLcBGAs/s640/VillaDurazno.jpg" width="478" /></a></div>
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Por <a href="https://twitter.com/WenceslaoB" target="_blank"><b>WB</b></a>.</div>
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Villa Durazno es un pequeño pueblo de la Patagonia que no figura en los mapas y adonde solo “se llega por suerte, destino o invitación”. El origen del pueblo es el asentamiento, a mediados del siglo XIX, de las viudas que dejó la Mazorca de Juan Manuel de Rosas.</div>
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<br /></div>
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El gobierno de Villa Durazno es un matriarcado natural de mujeres sensuales y guerreras expertas en el sexo y en la lucha con facón: las Azucenas. Todas las mujeres se llaman Azucena; y todos hombres se llaman Toni.</div>
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A lo largo de su historia, Villa Durazno sufrió ataques e invasiones que fueron repelidas por el valor inagotable de las Azucenas y la insaciable sed de sangre de sus cuchillos. Pueden dar cuenta de esto los nazis, los Justicialistas de los Últimos Días y hasta el Homungulem, un monstruo creado para devorar el universo, entre otros enemigos.</div>
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<br /></div>
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Más allá de estos conflictos, la vida en Villa Durazno se desarrolla en paz y armonía. Las Azucenas crían y adoran a los camellos y a los caranchos peregrinos. Y una vez al año realizan La Celebración, la festividad tradicional del pueblo donde, además de armarse tremendas orgías sexuales, hace su aparición estelar el Gaucho sin Cabeza.</div>
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Y es que justamente <i>#VillaDurazno, MeGusta</i> es la 7ma parte de la monumental Saga del Gaucho sin Cabeza que, desde 2013, viene escribiendo el Agente Rayo. Fue publicada en marzo por <a href="http://edicionesurania.blogspot.com.ar/" target="_blank">editorial Urania</a>.<br />
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<a href="https://2.bp.blogspot.com/--Vtzgt0yFE8/WvXsCa1fzmI/AAAAAAAANxw/ECH8YWG-V4kKoYsUNXAA5z8wvLmEtCpQACLcBGAs/s1600/villa%2Bdurazno%2Bme%2Bgusta%2Bagente%2Brayo.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="600" data-original-width="800" height="480" src="https://2.bp.blogspot.com/--Vtzgt0yFE8/WvXsCa1fzmI/AAAAAAAANxw/ECH8YWG-V4kKoYsUNXAA5z8wvLmEtCpQACLcBGAs/s640/villa%2Bdurazno%2Bme%2Bgusta%2Bagente%2Brayo.jpg" width="640" /></a></div>
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La presentación de esta nueva entrega se hizo en la sede del TRE –Teatrito Rioplatense de Entidades–, una casona del barrio de Flores adonde también solo “se llega por suerte, destino o invitación”.</div>
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<br /></div>
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Fue la presentación de libro más original a la que haya ido. Ingresar al cuartel general del TRE es ingresar a un mundo del cual no se sale indemne. </div>
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Además de comida y bebida, la presentación incluía un circuito de juegos entre los que podíamos optar por una perinola gigante, arrojar dardos a la figura de Rosas, decapitar un mazorquero o probar puntería en un Sapo que, en vez del clásico batracio, estaba coronado por la cabeza de un mazorquero hipster. </div>
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<br /></div>
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Todos los juegos tenían premios o castigos. Y todo estaba visualmente ambientado con la simbología de la saga del gaucho descabezado y la singularísima cosmogonía del mundo del TRE que hasta se rige por un calendario propio. </div>
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<br /></div>
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De fondo, todo el tiempo hubo música y risas, diversión delirante.</div>
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<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://2.bp.blogspot.com/-xtvlDMgtSF4/WvXfxevJ6HI/AAAAAAAANxg/rwA8ZRq6Vw8_3cZuogug4c5_uHKxjbHswCLcBGAs/s1600/Agente-Rayo-1.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="640" data-original-width="960" height="426" src="https://2.bp.blogspot.com/-xtvlDMgtSF4/WvXfxevJ6HI/AAAAAAAANxg/rwA8ZRq6Vw8_3cZuogug4c5_uHKxjbHswCLcBGAs/s640/Agente-Rayo-1.jpg" width="640" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Foto: Mariano Sanjiao</td></tr>
</tbody></table>
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<br /></div>
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El punto fuerte de la presentación fue la súbita aparición del Agente Rayo, luciendo una galera y siempre detrás de su antifaz. Hubo lectura con ambientación sonora y luego un bingo que, por supuesto, tampoco fue convencional. El bingo del TRE en vez de números tiene imágenes, referidas a su mundo y sus obras, además de un reglamento complejo que exaltó el ánimo de un público ávido por ganarse el nuevo libro. </div>
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Y es que en esta 7ma parte de la Saga del Gaucho sin Cabeza, Villa Durazno se las tiene que ver con el enemigo más terrible que, tal vez, haya debido enfrentar en toda su historia: Internet y la telefonía móvil. Esta vez, la batalla a ganar era la cultural. </div>
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Cuando inesperadamente los celulares irrumpen en Villa Durazno, y las impactantes imágenes de La Celebración de las Azucenas se filtran en las redes sociales, el mundo pone el ojo (de las cámaras) en el enigmático pueblo ubicado en ese impreciso confín del planeta. </div>
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Y de pronto, en medio de la alienación touchscreen de las Azucenas, las fronteras de la privacidad de Villa Durazno son derribadas por el poder corporativo de Qanatik, la red social de videos creada por un híper millonario árabe para desbancar a YouTube. </div>
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Literalmente, el pueblo sufre la invasión de productores, camarógrafos y de los personajes estrellas de la plataforma, entre los que se cuentan: Oddur, un islandés obeso que come grandes cantidades de comida de una sola sentada y con sus excrementos fabrica hamburguesas; Ilie e Ilinca, dos hermanos enanos que parecen niños que se dedican a las más perversas prácticas sexuales y Geovanny, un pandillero salvadoreño de la mara MS13 y su pandilla biónica “Salvatrónica”.</div>
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El saqueo de imágenes se pone en marcha. La intimidad y privacidad de las Azucenas es desangrada en miles de horas de filmación y producción de contenidos espectaculares para el consumo masivo de la red social. </div>
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Sin embargo, las Azucenas lograrán reaccionar y despertar a tiempo de la anestesia estupidizante del “Me gusta”. Pero no será fácil, Qanatik defenderá su materia prima con los Yoasmis, un ejército de mercenarios asesinos contratados por la red social. Tecnología y armamento de vanguardia contra facones. La sangre correrá otra vez en Villa Durazno.</div>
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Ah, casi me olvido: en medio de todo este quilombo también aparece el Gaucho sin Cabeza.</div>
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<i>#VillaDurazno, MeGusta</i> (y doy por sentado que toda la saga del Gaucho sin Cabeza) se convertirá, si ya no lo es, en una obra de culto. Una novela de escritura clara y ritmo de video clip, una trama ingeniosa, personajes vívidos e inolvidables, amables y detestables, una historia sustentada en la Historia pero filtrada por una propuesta de realismo delirante que, además, tiene un mensaje crítico y contundente sobre las tecnologías de la información y comunicación y sobre los actuales hábitos de consumo cultural.</div>
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<i>#VillaDurazno, MeGusta</i> (2018) de Agente Rayo fue publicado por el <a href="http://edicionesurania.blogspot.com.ar/" target="_blank">sello Urania</a>.</div>
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Maumy G.http://www.blogger.com/profile/03386353205900195418noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7241822988882216287.post-75227901311453045562018-05-02T15:40:00.001-03:002018-05-02T15:40:50.560-03:00Libros | "Matar a los testigos", de Mirta Ovsejevich<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj8TGivxc3SZF-FuDuAdY2pjrMjTSPZJt8RDdHzJo7MzlBz4HPWN3D8808HQDzi0aZHj4tlu91ZNnoUN8unrHoLE_SFQmQqiIzBPaOC74nbRLdui0Nn8L0sAABH0Qf6r4L1bxPUp3y0jSk/s1600/IMG_20180502_151755324_LL.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1200" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj8TGivxc3SZF-FuDuAdY2pjrMjTSPZJt8RDdHzJo7MzlBz4HPWN3D8808HQDzi0aZHj4tlu91ZNnoUN8unrHoLE_SFQmQqiIzBPaOC74nbRLdui0Nn8L0sAABH0Qf6r4L1bxPUp3y0jSk/s640/IMG_20180502_151755324_LL.jpg" width="480" /></a></div>
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Por <b><a href="http://www.aquateca.com.ar/p/contacto.html" target="_blank">Maumy G.</a></b></div>
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<br /></div>
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En <i>Matar a los testigos</i>, Mirta Ovsejevich se las ingenia para amalgamar once historias cargadas de un humor irónico contundente, en un equilibrio difícil de lograr para un primer libro de cuentos.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Desde el arranque, con “El fantasma”, donde se narra la convivencia de una mujer con la construcción etérea del deseo que siente por su jardinero (un ser que la aplasta y al que, está convencida, debe asesinar) se le suceden otras situaciones tanto o más delirantes. Algunas, incluso, rayan el límite de lo absurdo. </div>
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<br /></div>
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Mirta Ovsejivich nos lleva a lugares insospechados. En “Georgina”, asistimos a un pueblo de la provincia de Buenos Aires, junto a un grupo de amigas que buscan la verdad acerca de la muerte de una de ellas, donde la sospecha termina convirtiéndose en el desmenuzamiento casi radiográfico de un asesinato encubierto. En “Quiero morir vestido”, nos lleva en un viaje en colectivo que detona el reencuentro casual entre una mujer madura y un viejo amor y reavivar su deseo irrefrenable de venganza. O en “Freezer nuevo”, donde recorremos las grandes casas de electrodomésticos en una crónica casi ridícula de la compra de una heladera.</div>
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La mayoría de las historias quedan abiertas. No hay una resolución para las situaciones que se proponen, sino la oportunidad de que el lector las complete. Como en “Mili”, uno de los cuentos que más me gustó, donde un hombre ahonda en la actitud extraña de la hija de su amante, para corroborar que la niña no sólo es rara sino que atesora un souvenir escalofriante. Sin embargo, lo que este hombre decide hacer en relación a su descubrimiento es aún más terrorífico que la propia actitud de la niña.</div>
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Los personajes de <i>Matar a los testigos</i> son extraños o perturbados, arrastran al lector, lo involucran sin pudor en sus pequeños mundos. Sin embargo, al mismo tiempo que abren la puerta para que se asome, también lo dejan afuera. En “No soy un soberbio”, un profesor cuarentón asume que las relaciones extramaritales son necesarias, casi terapéuticas (al menos para él), pero las considera molestas cuando las mujeres con quienes se relaciona deciden cruzar los límites (sus límites, claro). En “Matar a los testigos”, cuento que cierra el libro y el sentido del conjunto de relatos, una mujer narra su relación con una amiga posesiva, utilitaria, donde la necesidad de que el otro reafirme lo propio lleva a colmar de toxicidad su amistad, para finalmente obligarla a separarse, casi con la misma actitud soberbia de aquella a la que criticaba.</div>
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Mirta Osejevich ha logrado un libro de cuentos de munición pesada, interesante, sarcástico, lo suficientemente cargado como para matar a sus testigos.</div>
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<i>Matar a los testigos</i> fue publicado en 2017 por <a href="https://www.facebook.com/kintsugieditora/" target="_blank">Kintsugi Editora</a>.</div>
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Maumy G.http://www.blogger.com/profile/03386353205900195418noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7241822988882216287.post-83525037774016132562018-05-01T13:36:00.000-03:002018-06-12T15:27:32.025-03:00Libros | "Hay gente que no sabe lo que hace", de Alejandra Zina<div style="text-align: justify;">
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<a href="https://1.bp.blogspot.com/-3gqxi6M2o3g/WunonCrqx0I/AAAAAAAANac/PBCdicvpoqU8YXHtrwhYEmVaZHnQON5EwCLcBGAs/s1600/IMG_20180502_131922617_LL.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1200" height="640" src="https://1.bp.blogspot.com/-3gqxi6M2o3g/WunonCrqx0I/AAAAAAAANac/PBCdicvpoqU8YXHtrwhYEmVaZHnQON5EwCLcBGAs/s640/IMG_20180502_131922617_LL.jpg" width="480" /></a></div>
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Por <b><a href="https://twitter.com/WenceslaoB" target="_blank">WB</a></b></div>
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Parecen fragmentos de películas de Jim Jarmush. Eso fue lo que pensé cuando terminé de leer el último cuento de “Hay gente que no sabe lo que hace”. </div>
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Cada una de las siete historias del libro se van desarrollando lentamente y no se abren de manera explícita. El conflicto o problemática sobre la que giran las historias está muy velado, apenas insinuado, y vamos penetrando en ellas por hendijas que hallamos a lo largo de la lectura.<br />
<a name='more'></a></div>
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Los cuentos no responden a la estructura clásica del género. Dan la impresión de estar arrancados de una historia más grande de la que solo leemos una parte pero que, sin embargo, tienen sentido y autonomía.</div>
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Todos los personajes de los cuentos son mujeres. En algunos son niñas, como en “Sarah Kay”, donde una niña de clase media se va metiendo en el mundo de su compañera de escuela, una niña humilde que debe salir a pedir por las calles; o en “El último reflejo de la tarde”, donde una mujer debe realizar un viaje tenso e incómodo con las hijas de su pareja. </div>
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En otras historias, los personajes son mujeres adultas, como en “Negros famosos”, donde una rutinaria reunión de amigas se transforma en un escenario donde emergen deseos ocultos y reprimidos; o “El peluquero”, donde la sala de una peluquería es el epicentro en el que se van revelando las intimidades de una familia, de la gente del barrio.</div>
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Los cuentos de Alejandra Zina muestran que la realidad, en ocasiones chata o banal, puede revelarse inquietante. Y el mecanismo que detona el elemento perturbador de los cuentos es la manera de narrar los detalles que van transformando la vida cotidiana de los personajes.</div>
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<i>Hay gente que no sabe lo que hace</i>, de Alejandra Zina, fue publicado en 2016 por Paisanita Editora.<br />
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Maumy G.http://www.blogger.com/profile/03386353205900195418noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7241822988882216287.post-29366054321353219352018-04-30T13:01:00.000-03:002018-05-02T13:01:57.977-03:00Cuento | La criadora de mamboretás florales<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgeKGDWMrKV2vd-QQJshGOOD2qSRrTfSdWmNK9irLwSA6Fmi0dQOK3wLzeHYhcRtzesx7FCl9eRPQLE7QBBUTErkuHAEfIF131ImY96Akxt40ajF06uqWgXrgS9LCgSzgwIqhFacZyI-y4/s1600/mamboretas.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1541" data-original-width="1172" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgeKGDWMrKV2vd-QQJshGOOD2qSRrTfSdWmNK9irLwSA6Fmi0dQOK3wLzeHYhcRtzesx7FCl9eRPQLE7QBBUTErkuHAEfIF131ImY96Akxt40ajF06uqWgXrgS9LCgSzgwIqhFacZyI-y4/s640/mamboretas.jpg" width="487" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Ilustración: Héctor Gómez Alisio</td></tr>
</tbody></table>
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Por <b>Álvaro Ruiz de Mendarozqueta</b></div>
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La proliferación de felinos en la ciudad se disparó a guarismos nunca vistos, desde la prohibición aerostática que cayó sobre los perros. Más allá de la desazón de gran parte de la población, el hecho trajo algunos beneficios: la desaparición de la mayor parte de las ratas y de algunos de los peores insectos.<br />
<a name='more'></a></div>
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Lo que nadie pudo, o supo explicar, fue que los felinos no atacan a las mamboretás florales: las miran con devoción.
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Debido a que las mamboretás comen insectos peligrosos y a su particular belleza, pronto se convirtieron en mascotas. Su crianza no es sencilla y entre los pocos que la hacen está Elisa.
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Nadie conoce sus métodos. Para conseguir una de un determinado color es necesario pedir un turno con mucha antelación, hay que mostrar que se cuenta con los mejores recursos para la adopción y tener el dinero suficiente.
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Elisa además de su oficio es poeta minimalista y dueña de una belleza fuera de los cánones y de las modas. Suele sentarse en el escalón de entrada a su casa con sus mascotas paseando por su cuerpo, como un escaparate para su negocio.
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Con el producto de sus ganancias ha impreso algunos poemarios y regentea una pequeña galería de arte y poesía. Cada tanto, organiza exhibiciones colocando mamboretás de distintos colores sobre estructuras metálicas, y logra magníficas esculturas vivas.</div>
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La singular conjunción de sus habilidades y belleza, no tardó en despertar habladurías entre los más envidiosos. A la ausencia de pareja visible se le atribuyeron variadas razones, algunas de ellas desopilantes.
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El azar nos llevó a saber que Octavio está enamorado de la criadora. Escritor invisible, tímido a rajatabla, algo torpe para el balonpata, restaurador de ferrocerontes, es dueño de una tozudez inapelable.</div>
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Está juntando coraje para presentarse mañana a la puerta de la casa de Elisa con un ramo de jazmines, los preferidos de ella y de las mamboretás.</div>
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Está juntando coraje para romper el mito, que dice que Elisa se come a los
machos después del amor.</div>
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***<br />
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“La criadora de mamboretás florales” forma parte del libro <i>Ciudad ObliQua</i> que está formado por cuentos e ilustraciones. Ni cuentos ilustrados, ni ilustraciones contadas, son textos y dibujos imbricados que apenas vislumbran el portento de la ciudad. Viñetas, crónicas e historias se relacionan y se apuntan unas con otras, para tratar de entender lo que significa quedarse en la ciudad. Los autores están buscando sus límites.</div>
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<h4 style="text-align: left;">
<span style="font-size: large;">Sobre los autores</span></h4>
</div>
</div>
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<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh5sxkjqljQXAevn9TH_YP0cEIaJvW4sSbN2TSdOkNUUHXH5pvJGQ83Rlxzo6iRCaP5chtLiijRqhps3qnpYx_Q_-E-Chq9ZsKpZ63ZcdTdp4F614YmWeLgP6vVBaTpdZnINi9DoqtDllk/s1600/Alvaro+Ruiz+de+Mendarozqueta.png" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="209" data-original-width="198" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh5sxkjqljQXAevn9TH_YP0cEIaJvW4sSbN2TSdOkNUUHXH5pvJGQ83Rlxzo6iRCaP5chtLiijRqhps3qnpYx_Q_-E-Chq9ZsKpZ63ZcdTdp4F614YmWeLgP6vVBaTpdZnINi9DoqtDllk/s200/Alvaro+Ruiz+de+Mendarozqueta.png" width="189" /></a></div>
<div style="text-align: justify;">
<b>ÁLVARO RUIZ de MENDAROZQUETA</b></div>
<div style="text-align: justify;">
Nació en Santa Fe, Argentina, en 1957 y vive en Córdoba, Argentina. Publicó cuentos y relatos en las revistas <i>SuperHumor</i>, <i>Sinergia</i>, <i>Clepsidra</i>, <i>Cuasar</i>, <i>Vórtice</i>, <i>Gurbo</i>, <i>Gestalt</i>, <i>Axxon</i> y <i>miNatura</i> y artículos en las revistas <i>Sinergia</i> y <i>Puro Cuento</i>. También publicó relatos en el diario <i>El Litoral</i> de Santa Fe y en las antologías <i>Fase Uno</i>, <i>Fase Dos</i>; <i>Grageas 2</i> y <i>Todo el país en un libro</i> de Ediciones Desde la Gente; <i>Microrelatos
navideños</i> y <i>Fútbol en breve</i> de Internacional Microcuentista; en <i>Amor y desamor</i>, <i>Dispara usted o disparo</i> yo de Brevillia, y en las páginas literarias: <i>Letras de Chile</i>, <i>Aquateca</i>, <i>Brevillia</i> y<i> Piedra y nido</i>. Alción Editora editó en 2015 el libro de cuentos <i>El arte de lo efímero</i>. Alción Editora publicará en 2018 el libro de cuentos <i>Infinito en lo cotidiano</i>. Está trabajando en el libro <i>Ciudad obliQua</i> en colaboración con Héctor Gómez Alisio.</div>
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<a href="https://1.bp.blogspot.com/-0_NJ_xsWWCE/WungLaZAa4I/AAAAAAAANaA/cMFrU9ngSNIokYIi_8JyrE0ZiWG5tKPdACLcBGAs/s1600/HECTOR%2BGOMEZ%2BALISIO.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="154" data-original-width="154" height="200" src="https://1.bp.blogspot.com/-0_NJ_xsWWCE/WungLaZAa4I/AAAAAAAANaA/cMFrU9ngSNIokYIi_8JyrE0ZiWG5tKPdACLcBGAs/s200/HECTOR%2BGOMEZ%2BALISIO.jpg" width="200" /></a></div>
<div style="text-align: justify;">
<b>HÉCTOR GÓMEZ ALISIO</b></div>
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Nació en Santa Fe, Argentina en 1953 y vive en São Paulo, Brasil. Ha trabajado como ilustrador para varias agencias de publicidad de Brasil, como Young & Rubicam, J. Walter Thompson y Ogilvy, así como en las revistas más importantes del país. Su trabajo también ha sido utilizado por diferentes editoras de libros como Nova Fronteira, Círculo del Livro entre otros. También trabajó en storyboards para películas como “Jugando en los campos del Señor”, de Héctor Babenco; “La Dama del Cine Shanghai” por Guilherme de Almeida Prado y otros. Participó de varias exposiciones individuales y colectivas en galerías de arte y fue director creativo de la agencia digital Hipermedia entre 1997 y 1999, Ogilvy Interactive, entre 1999 y 2001 y Tesla, entre 2002 y 2005. Actuando en el mercado de América del Norte desde 1992, ha colaborado con importantes editoriales como Marvel, DC Comics, Eclipse, Máximun Press, Innovation, Topps Comics, Dark Horse y SkyBox.<br />
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Maumy G.http://www.blogger.com/profile/03386353205900195418noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-7241822988882216287.post-24552525317915325902018-04-18T20:07:00.000-03:002018-04-18T20:07:45.490-03:00Libros | "Tennessee", de Luis Gusmán<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://4.bp.blogspot.com/-UeaL2L25yx4/WtfOvaH_cZI/AAAAAAAANNY/izKeLag-6BUw7HgUX8SQRUk6ljlzxeHKgCLcBGAs/s1600/luis-gusman-tennessee-club-cinco-editores.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="842" data-original-width="547" height="640" src="https://4.bp.blogspot.com/-UeaL2L25yx4/WtfOvaH_cZI/AAAAAAAANNY/izKeLag-6BUw7HgUX8SQRUk6ljlzxeHKgCLcBGAs/s640/luis-gusman-tennessee-club-cinco-editores.jpg" width="414" /></a></div>
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Por <a href="https://twitter.com/WenceslaoB" target="_blank">WB</a></div>
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<i>Tennessee</i> es una novela sobre la amistad entre dos ex pesistas, Walenski y Smith, pero también sobre las relaciones humanas en general, acerca del insondable misterio y de la fortaleza y fragilidad de los sentimientos que unen y separan a las personas.</div>
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Los días monótonos como cuidador del Club Regatas de Avellaneda se ven alterados para Walenski cuando lee en el diario que Salerno, un poderoso empresario de esa ciudad bonaerense, murió en el cine mientras miraba una película. </div>
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La noticia por sí misma no lo conmueve, pero sí el aviso publicado en el mismo diario que solicita información sobre el paradero de Smith y la sorpresiva visita, unos días después, de un abogado que también llega preguntando por su amigo.</div>
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Salerno murió en el cine mientras miraba “Violetas para un asesino”, película donde Walenski y Smith, hombres de gimnasio, habían tenido un rol como extras. </div>
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Al parecer, la hija del empresario, que había visto la película, reconoció a Smith a quien dijo haber visto algunas veces en su casa discutiendo con su padre.</div>
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De esta manera, Smith —ganador de la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Tennessee y hombre con fama en el mundo de los pesistas— vuelve a aparecer en la vida de Walenski. </div>
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Por su parte, Walenski, debatiéndose entre un sentimiento perpetuo de amor odio por Smith, e impulsado por una fuerza que no puede poner en palabras, como empujado por un irresistible fuerza magnética que no comprende, se lanza en la búsqueda de su antiguo compañero. </div>
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“Me llevó muchos años levantar la fama que me hizo. Me volví loco y quise desmentir cada una de las palabras que hizo correr en vestuarios y gimnasios. Pero todo esto, ¿me da derecho a entregarlo? Sé que nunca voy a tener la relación que él tiene con las pesas. No es una cuestión de técnica, tampoco de pelotas, es algo innato, como un imán, como si sus manos atrajeran las pesas mágicamente. Por otro lado, ya hace tiempo que se me ha ido de la cabeza la obsesión de querer ser Smith. Tengo una sola razón para entregarlo: que desaparezca. Es la única manera de que él puede irse de mi vida, porque nadie puede irse de la vida de Smith”, monologa Walenski frente a Fito, su ayudante en el Club Regatas.
La búsqueda revive en Walenski el perenne sentimiento de admiración y rencor que le provoca Smith, con quien ha compartido gran parte de su vida en las buenas y en las malas.</div>
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Pero no es fácil dar con Smith, siempre malviviendo en asentamientos marginales, depósitos de chatarra y hoteles baratos. </div>
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La búsqueda emprendida por Walenski abre una puerta al pasado que, de manera confusa pero evidente, empieza a conectar personas, lugares y acontecimientos con el presente. </div>
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Del pasado también llega el resentimiento, heridas sin cicatrizar y sospechas, una historia de amor, cosas nunca dichas ni aclaradas. Y unas cartas que pueden cambiarlo todo.</div>
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<i>Tennessee</i>, de Luis Gusman, es una novela corta, de capítulos breves y escritura directa y dinámica. Tiene atmósferas de novela negra, intriga y suspenso de policial y la dureza del realismo crudo. La arquitectura de la trama es atrapante y su lectura adictiva.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Fue reeditada en 2016 por el sello <a href="https://www.facebook.com/club5editores/" target="_blank">ClubCinco Editores</a>. Originalmente fue publicada por Sudamericana en 1997.</div>
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Maumy G.http://www.blogger.com/profile/03386353205900195418noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7241822988882216287.post-30462858234117017242018-04-05T17:41:00.000-03:002019-03-22T20:41:57.333-03:00Cuento | Cenizas<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://3.bp.blogspot.com/-WmRVK66kRRY/WsY-PiJ3XyI/AAAAAAAAM8M/ab5tQMMVSqwX5lj3I-3V-4aSf-nzjHSmACLcBGAs/s1600/cama-koch.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1143" data-original-width="1600" height="456" src="https://3.bp.blogspot.com/-WmRVK66kRRY/WsY-PiJ3XyI/AAAAAAAAM8M/ab5tQMMVSqwX5lj3I-3V-4aSf-nzjHSmACLcBGAs/s640/cama-koch.jpg" width="640" /></a></div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
Por <b>Mauricio Koch (*)</b></div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
No era por el olor. Papá insistía, pero yo sabía que no era por el olor. Una vez más, él volvía a contar la historia de ese amigo suyo al que le había pasado lo mismo y probó de todo: dejarlo al sol, desodorantes, colonias, incienso, pero el olor no se iba del colchón, seguía ahí. Por un momento da la impresión de no estar más, hasta deja de sentirse, le había dicho el amigo; pero pasado un rato, a veces al otro día, vuelve, y como fortalecido, como si se hubiera alimentado de los otros olores.</div>
<a name='more'></a><br />
<div style="text-align: justify;">
Yo me mantenía aparte, pero todo el tiempo estaba atento a él. Lo miraba. Lo escuchaba. Si decidía salir al patio, me acercaba a la ventana y lo veía caminar hasta la galería. Llegaba, se apoyaba en una columna y se quedaba un rato ahí, inmóvil y ausente. Era el único momento en que podía estar solo. Cuando volvía, enseguida alguien se le acercaba, quizás algún recién llegado, a saludarlo, a preguntarle cómo había sido. Y papá entonces hablaba otra vez de los últimos instantes, de su desesperación, de la locura, sin descuidar detalles.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<div>
Así fueron los dos días. La casa llena; amigos, familiares y vecinos, todos desconcertados por la noticia. Y también otros, caras que no recordaba o que probablemente no había visto nunca, se acercaban a abrazarme, lloraban, me decían cualquier cosa que necesites, no lo dudes.</div>
<div>
<br /></div>
<div>
Salvo esos minutos en el patio, papá no tenía descanso. Mis tías lo convencieron de que durmiera unas horas en un sillón. A la cama no quiso acercarse: el colchón tiene olor, decía; lo voy a tirar, ya lo decidí.</div>
<div>
<br /></div>
<div>
Pero yo sabía que no era por el olor. Si hubiese sido por eso quizás le habría insistido para que lo dejara al sol una semana, dos, lo que hiciera falta: tarde o temprano el olor se iría. Era lógico. Cuando los chicos se hacen pis en la cama, después de ventilar el colchón queda la mancha, sí, pero nada de olor. Y en este caso no había mancha. También pensé en decirle que lo guardara para mí, que tenía planeado comprarme una cama grande. Qué sé yo cuántas cosas se me ocurrieron mientras lo escuchaba de lejos. Pero no abrí la boca. No le discutí ni me opuse a una sola de sus palabras en esos días. Si él, a fuerza de repetirlo quería convencerse de que era así, estaba en todo su derecho y no iba a ser yo el que lo contradijera.</div>
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<br /></div>
<div>
De cualquier manera, sabía que en algún momento el tío Jorge sí le iba a decir algo. Su hermano mayor. Estaba seguro porque siempre es así. Son unidos, se quieren, pero la forma que tienen de mostrar ese afecto es discutiendo cada vez que se ven. No hay reunión familiar en la que no terminen a los gritos. Aunque esta vez no los hubo, el tío no se calló. No tirés el colchón, le dijo, yo te puedo prestar uno, usalo el tiempo que quieras pero no tirés el otro; es muy reciente, por eso pensás así, con los días se te va a pasar y si lo tirás te vas a arrepentir. Papá dijo no, de ninguna manera, ya lo decidí. Me pareció que mi tío había comprendido que era inútil insistir. Entonces regalalo, dijo de pronto, a alguien le puede venir bien. Papá empezó a hacer esos gestos que le salen cuando se pone nervioso. Tuve miedo de su reacción y me acerqué más, por las dudas. Él se tomó su tiempo, luego fijó la mirada en los ojos de mi tío y volvió a decir no. El tío Jorge no dijo más nada, salió al patio y lo dejó solo.</div>
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<br /></div>
<div>
Yo también empezaba a alejarme, cuando papá me llamó. Andrés, dijo con la voz impostada que usa cuando va a dar una orden. Lo miré. Sacá la camioneta, dijo. Sí, papá.</div>
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Mientras maniobraba para estacionar entre dos autos, vi salir a papá de la casa con el colchón. Mi tío Jorge lo ayudó a sacarlo hasta la vereda. Ahora te traigo el kerosén, me dijo papá. Antes de salir, me preguntó si allá iba a poder arreglarme solo. Sí, no te preocupes, le contesté. </div>
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El basural está en las afueras del pueblo. Hacía muchos años que no iba. Cuando era chico, papá cada tanto me pedía que lo acompañara a tirar algún mueble viejo o bolsas con las ramas de la poda de otoño. Queda justo en una loma, por el camino que lleva a la aguada de las garzas. No recordaba aquella vista que, más allá del basural, da probablemente la mejor panorámica de la zona.</div>
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Antes de llegar al fin de la cuesta, vi el cementerio. Estaba lejos, quizás una legua a mano izquierda, pero el día estaba despejado y el blanco de las tumbas reverberaba en medio de un paisaje de campos grises, aún sin sembrar.</div>
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Estacioné. Prendí un cigarrillo y me quedé ahí sin pensar ni reparar en nada concreto, como suspendido. Cuando reaccioné, vi que el cigarrillo se había consumido solo. Tiré la colilla y bajé.</div>
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Al intentar sacar el colchón de la caja me di cuenta de que no sería fácil cargarlo. Pero tenía que hacerlo, así que lo levanté, me lo puse sobre la cabeza, lo sostuve como pude y caminé hacia uno de los pozos. </div>
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Cuando llegué, acomodé el colchón al borde del pozo con la idea de empujar los restos ahí una vez terminado el fuego, y volví a la camioneta a buscar el bidón.</div>
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Me aseguré bien de empapar el colchón con kerosén. No quería saber nada de tener que luchar para encender ese fuego. Arrimé la llama del encendedor, vi que el fuego empezaba a correr y me alejé.</div>
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No subí a la camioneta. Me quedé apoyado en la caja mientras me limpiaba las zapatillas en el paragolpes. Trataba de no mirar, pero eso no cambiaba nada: sabía que allá, a la izquierda, casi en el horizonte, estaba el cementerio donde habíamos dejado a mamá la tarde anterior, sola, ella que se asustaba cuando se cortaba la luz, la habíamos dejado ahí, encerrada en un nicho angosto y oscuro. Me llegó una ráfaga de humo: atrás, a unos pasos, estaba la historia de mis padres, quemándose.</div>
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Me quedé hasta el final. Cuando puse en marcha la camioneta, al borde del pozo sólo quedaban cenizas, unos restos humeantes de cenizas.</div>
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<b>***</b></div>
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<b><br /></b></div>
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<a href="https://4.bp.blogspot.com/-688oOwNFM2k/WsZM5lRZ1hI/AAAAAAAAM8s/3NQE5lk2_ZgrvdhasOW6KTrsOromdbOpwCLcBGAs/s1600/Mauricio-Koch-Bruno%2BSz-2.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1000" data-original-width="667" height="320" src="https://4.bp.blogspot.com/-688oOwNFM2k/WsZM5lRZ1hI/AAAAAAAAM8s/3NQE5lk2_ZgrvdhasOW6KTrsOromdbOpwCLcBGAs/s320/Mauricio-Koch-Bruno%2BSz-2.jpg" style="cursor: move;" width="213" /></a><b>(*) Mauricio Koch</b> </div>
<div style="text-align: justify;">
(Villa Ballester, 1974) </div>
<div style="text-align: justify;">
Creció en Hernández, Entre Ríos. Desde 2010 trabaja en Editorial Atlántida como corrector de textos. Su cuento Cenizas fue premiado en el Concurso de cuentos Haroldo Conti. Su libro de cuentos <i>El lugar de las despedidas</i> (La Parte Maldita, 2014) recibió el 2° Premio en el Concurso Nacional de Narrativa Eugenio Cambaceres, organizado por la Biblioteca Nacional. En 2016 publicó <i>Cuadernos de crianza</i> (Paidós), un diario íntimo sobre la relación con su hija, Gretel. Coordina el ciclo de lectura Bienvenido, Bob. En 2017, la Editorial Conejos publicó <i>Los silencios</i>, su primera novela.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
"Cenizas" forma parte de su libro <i>El lugar de las despedidas</i> (La Parte Maldita, 2014). Se publica en <i>#LaAquateca</i> con permiso del autor.</div>
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✿</div>
Maumy G.http://www.blogger.com/profile/03386353205900195418noreply@blogger.com11tag:blogger.com,1999:blog-7241822988882216287.post-23837303333747907542018-04-04T20:04:00.000-03:002018-04-04T20:04:28.304-03:00Taller de Lectura | Sobre "Flashdance" de Cristian Godoy<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
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<a href="https://1.bp.blogspot.com/-bwUaBVLCW4U/WsU8IKm7uaI/AAAAAAAAM6c/cVJ0pM0vPp0Bt6vFbo2IAi3BAGcugcQPgCKgBGAs/s1600/Flyer--Lectura-Cristian-Godoy%255BFb%255D.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="796" data-original-width="1024" height="496" src="https://1.bp.blogspot.com/-bwUaBVLCW4U/WsU8IKm7uaI/AAAAAAAAM6c/cVJ0pM0vPp0Bt6vFbo2IAi3BAGcugcQPgCKgBGAs/s640/Flyer--Lectura-Cristian-Godoy%255BFb%255D.jpg" width="640" /></a></div>
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El cuento <a href="https://www.aquateca.com.ar/2018/03/cuento-flashdance-cristian-godoy.html" target="_blank">"Flashdance"</a> es el penúltimo que trabajamos en el <a href="http://www.aquateca.com.ar/2018/02/taller-lectura-cuentos-narradores-rioplatenses-2018.html" target="_blank">Taller de Lectura a Distancia de <i>#LaAquateca</i></a>. "Lo que me parece interesante en este cuento es el desarrollo de los personajes, su descripción y forma de hablar nos acerca a la escena y a la tensión que viven como observadores culpables", dijo una de las lectoras. "Muy poético me resultó la narración de la caída de la china, justo cuando se escuchaba la música, como si en vez de caer estuviera danzando", comentó otra. Aunque también hubo un comentario crítico sobre algún desliz de registro. Y alguien más que avisó que el final no la había convencido. Comparto el resumen de comentarios y vuelvo a dejar la posibilidad abierta de que pases, leas el cuento y entres en la discusión.</div>
<a name='more'></a><br />
<div style="text-align: justify;">
<blockquote class="tr_bq">
«Leo cada semana los cuentos y esta es la primera vez que voy a compartir mi opinión. Lo cierto es que me llama mucho la atención cuando un cuento deja un final abierto, uno queda con ese gustito a duda, de no saber qué sucede al final con los personajes, cómo terminan en realidad. Nos permite como lectores poder imaginarnos muchas posibilidades, me pasa con este cuento y con el anterior. Me dejaron con ganas de seguir leyendo y creo que ese es un mérito de los escritores, lograr que el lector quiera más. <br />
El cuento tiene esa mezcla entre lo trágico y lo cómico, que es muy difícil de lograr. Algo que me pareció muy peculiar, es la manera en la que el autor le da vida a esas pequeñas actitudes que tenemos como seres humanos frente a diferentes situaciones, en las que, quizás por cobardía o vaya uno a saber el porqué, optamos por hacer la vista gorda. Y más aún, que los testigos involucrados sean niños. Nos refleja cómo el egoísmo, la burla, el chisme, no discriminan y que al día de hoy los niños manejan conocimientos que serían prácticamente un horror para la infancia de los años 90 y principio del 2000. Lo bueno es que la sociedad avanza y no nos quedamos estancados. Pero no vendría nada mal reflexionar acerca de nuestras actitudes frente a otras personas y el contexto en el que nuestros niños están creciendo.»</blockquote>
<blockquote class="tr_bq">
<div style="text-align: right;">
Claudio Rold</div>
</blockquote>
</div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
<blockquote class="tr_bq">
«Hola Maumy, agradecida por el cuento que nos propusiste.
Flashdance, lleva por título, el título de una música de una película. Es un cuento con pocas acciones y en el cual el tiempo parece detenido. El autor se preocupó más por mostrar la psicología de los niños, y en boca de uno de ellos deja la narración de los hechos. Ellos son observadores de una tragedia, pero no lo viven así. Hay una indiferencia, y en pequeñas frases se van relatando cuestiones relativas al barrio, a la pareja de chinos, a la madre de uno de los chicos, etc. Muy poético me resultó la narración de la caída de la china, justo cuando se escuchaba la música, como si en vez de caer estuviera danzando. Un final que nuevamente sugiere un tiempo detenido (...) abierto y enigmático.»<br />
<div style="text-align: right;">
Rosa Orchuelo</div>
</blockquote>
</div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
<blockquote class="tr_bq">
«Lo que me parece interesante en este cuento es el desarrollo de los personajes, su descripción y forma de hablar nos acerca a la escena y a la tensión que viven como observadores culpables... Se logra transmitir ese miedo infantil y la duda entre decir o no, responsabilizarse por los actos o seguir esperando con la posibilidad de pasar inadvertidos, pero con la culpa carcomiéndolos. Creo que la elección de un narrador testigo es acertada. Quizás me hubiera gustado leer otra voz al final, que remate el cuento y nos sorprenda con una nueva interpretación inesperada. Soy una lectora a la que le fascina cambiar de idea en el desenlace... no me convence el final, al igual que el cuento anterior.»<br />
<div style="text-align: right;">
Victoria Guti </div>
</blockquote>
</div>
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<div style="text-align: justify;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://2.bp.blogspot.com/-R5cjZa_xlAQ/WsVSdvx4gCI/AAAAAAAAM7A/euNggVETixscujlaRdgznUDnAQyHn78wwCLcBGAs/s1600/godoy-TAPA.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="600" data-original-width="410" height="200" src="https://2.bp.blogspot.com/-R5cjZa_xlAQ/WsVSdvx4gCI/AAAAAAAAM7A/euNggVETixscujlaRdgznUDnAQyHn78wwCLcBGAs/s200/godoy-TAPA.jpg" width="136" /></a></div>
<a href="https://www.aquateca.com.ar/2018/03/cuento-flashdance-cristian-godoy.html" target="_blank">"</a><a href="https://www.aquateca.com.ar/2018/03/cuento-flashdance-cristian-godoy.html" target="_blank">Flashdance" es un cuento de Cristian Godoy</a> que forma parte del volumen <i>Ruidos molestos</i>, publicado por Editorial Conejos en 2016. A propósito de su publicación, <a href="http://www.telam.com.ar/notas/201607/156313-cristian-godoy-me-interesa-elegir-personajes-que-no-van-a-lograr-encajar-nunca.html" target="_blank">el autor fue entrevistado para la agencia de noticias Télam</a>. Le preguntaron si escribir cuentos le servía, particularmente, para contar historias de una manera determinada. Comparto su respuesta como parte de esa trastienda creativa que ayuda a comprender mejor la obra de cada escritor:</div>
<br />
<blockquote class="tr_bq" style="text-align: justify;">
«El cuento es mi género preferido, también como lector. Creo que me ayuda a contar las historias (...) Me ayuda a construir y sostener una tensión. Es una especie de predisposición a la hora de sentarme a escribir, aunque no me lo proponga de antemano. Mi escritura es "de aliento corto", como escuché decir alguna vez. Es un género que exige además dar siempre con la palabra justa; cualquier elección desacertada que uno tome como autor te tira el cuento abajo.»</blockquote>
Además de la agencia Télam, <i>Ruidos molestos</i> también fue reseñado en otros medios, entre ellos <a href="https://www.pagina12.com.ar/26148-incomoda-comunidad" target="_blank"><i>Página/12</i>, donde el periodista Daniel Gigena escribió</a>:<br />
<br />
<blockquote style="text-align: justify;">
«Godoy narra con un acento pop las desgracias de escala modesta que transcurren en barrios periféricos, edificios de departamentos o campamentos juveniles. Esa escala no le impide asomarse al suicidio, el envejecimiento o la idea de la muerte y sus horizontes (...)<br />
Diez cuentos, entonces, como diez canciones de perfidia que le encantarían a Stephin Merritt, esconden bajo la fluidez del relato una amenaza que siempre había estado ahí.» </blockquote>
<br />
<div style="text-align: justify;">
Creo que Cristian Godoy forma parte de una nueva ola de autores argentinos que toman como base la urbanidad bonaerense para enfocar sus historias. Cuentos donde parece que no pasara nada y, sin embargo, el magma bajo las capas tectónicas que los sostienen está en plena ebullición. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Para finalizar, no quería dejar de agradecer a quienes se sumaron a esta lectura, tanto si han comentado como si no. Y, por supuesto, también vaya mi agradecimiento a Cristian Godoy que con su aporte a contribuido a que este espacio de lectura crezca un poco más. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Este jueves nos volvemos a juntar on-line para leer. Será el último encuentro de esta temporada, espero que también lo disfrutes. Recuerda que esta es una actividad gratuita y exclusiva para miembros de la <a href="https://tinyletter.com/LaAquateca" target="_blank">comunidad de <i>#LaAquateca</i></a>. Si quieres sumarte sólo tienes que completar el formulario haciendo <a href="https://tinyletter.com/LaAquateca" target="_blank">clic acá</a>. La otra opción es que me escribas a<a href="mailto:%20difusion.aquavioleta@gmail.com" target="_blank"> difusion.aquavioleta[@]gmail.com</a> y te anoto.</div>
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🌸</div>
Maumy G.http://www.blogger.com/profile/03386353205900195418noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7241822988882216287.post-63912205227711983762018-03-29T18:28:00.000-03:002018-03-30T14:43:54.413-03:00Taller | Nueva temporada del Taller de Cuento a Distancia<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://4.bp.blogspot.com/-Vp7d1u4hI3c/Wr1V_UssdUI/AAAAAAAAM1U/7bnvkLsd6JsgbNFTQCN02l2_s4YzrSPhACLcBGAs/s1600/Flyer-Taller-CUENTO-A-distancia-2018.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="796" data-original-width="1024" height="496" src="https://4.bp.blogspot.com/-Vp7d1u4hI3c/Wr1V_UssdUI/AAAAAAAAM1U/7bnvkLsd6JsgbNFTQCN02l2_s4YzrSPhACLcBGAs/s640/Flyer-Taller-CUENTO-A-distancia-2018.jpg" width="640" /></a></div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
A partir del 10 de abril arranca la nueva temporada del <a href="http://www.aquateca.com.ar/p/taller-de-cuento-distancia-de-laaquateca.html" target="_blank">Taller de Cuento a Distancia de <i>#LaAquateca</i></a>. Si tienes cuentos escritos y quieres someterlos a una crítica constructiva, saber si están como para presentar a concurso o deberías ajustarlos, este taller te va a servir. También te va a servir si no tienes nada escrito, pero si todas las ganas de empezar. No hace falta experiencia, trabajamos uno a uno con tus necesidades y fortalezas. A escribir se aprende escribiendo. Depura tus ganas y prepara tu material para estas juntadas quincenales. Es a distancia. Podrás trabajar a tu propio ritmo, estés donde estés.</div>
<a name='more'></a><br />
<div style="text-align: justify;">
Escribir lo hacemos todos los que hemos pasado por una escuela. Sin embargo, escribir para narrar una historia requiere ciertas pautas, seguir ciertas reglas. Si no conocemos esas reglas difícilmente podremos romperlas. Además, está la cuestión del tiempo y las distancias. Muchos dicen: no puedo porque no tengo tiempo, o no puedo porque ese lugar me queda muy lejos. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
El <a href="http://www.aquateca.com.ar/p/taller-de-cuento-distancia-de-laaquateca.html" target="_blank">Taller de Cuento a Distancia de <i>#LaAquateca</i></a> es un espacio para que esas excusas no tengan cabida. La idea es que te regales tu tiempo para ejercitar el oficio, pero no cuando otros quieran o dispongan sino cuando tu puedas. Por eso los encuentros son cada quince días, lo cual te da un tiempo suficiente para que puedas escribir o corregir y recibir una devolución para saber si tu trabajo está rindiendo frutos. En cada clase recibirás algo de material teórico pero también tendrás la oportunidad de enviar tus textos para ser sometidos a una lectura atenta y, en la siguiente clase, recibirás una devolución con comentarios y observaciones para su mejora.</div>
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<div style="text-align: justify;">
Los encuentros son cada quince días, los días martes de 19 a 21hs. Recibirás el material a través de correo electrónico y podrás hacer todas las preguntas que necesites. Vamos a estar en contacto permanente. La actividad es arancelada. Los cupos son limitados. Si te interesa sumarte o necesitas más información, escríbeme a difusion.aquavioleta[@]gmail.com y conversamos.<br />
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<h2 style="text-align: center;">
Para agendar</h2>
<div style="text-align: center;">
<b>Taller de Cuento a Distancia de <i>#LaAquateca</i></b></div>
<div style="text-align: center;">
<i>Herramientas y recursos para escribir y corregir tus textos. Estés donde estés y a tu propio ritmo.</i></div>
<div style="text-align: center;">
Coordina: <a href="http://www.aquateca.com.ar/p/contacto.html" target="_blank">Maumy G.</a></div>
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Encuentros quincenales</div>
<div style="text-align: center;">
Inicio: Martes 10 de abril de 2018</div>
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Informes & Reservas: difusion.aquavioleta[@]gmail.com</div>
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🌼</div>
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Maumy G.http://www.blogger.com/profile/03386353205900195418noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7241822988882216287.post-66433500441431899262018-03-29T18:00:00.000-03:002018-04-05T13:36:14.413-03:00Cuento | Flashdance<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://4.bp.blogspot.com/-7BLG1yzwwok/WrxMZD0ivFI/AAAAAAAAM0c/e8jGNTQBBDYF9p2Zi94glBslMiQ4TsGagCLcBGAs/s1600/flashdance-post.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="616" data-original-width="1024" height="384" src="https://4.bp.blogspot.com/-7BLG1yzwwok/WrxMZD0ivFI/AAAAAAAAM0c/e8jGNTQBBDYF9p2Zi94glBslMiQ4TsGagCLcBGAs/s640/flashdance-post.jpg" width="640" /></a></div>
<br />
Por <b>Cristian Godoy (*)</b><br />
<br />
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Desde acá vemos la terraza de los chinos, un matrimonio de viejos que tratan mal a los vecinos y que se hacen los que no entienden el español. La mujer está tirada en el suelo, no sabemos si muerta o desmayada.
</div>
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<br /></div>
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Estamos los cinco en el balcón de Alan, que vive en el segundo piso. Uno al lado del otro. Nos abrazamos a las rejas, pasamos las piernas por debajo, pegamos patadas en el aire. Corneta es un cagón y prefiere ubicarse más alejado, en posición de Buda. La mamá de Alan nos prohibió que nos sentáramos con las piernas afuera pero ahora está fumando en la cocina con la radio encendida y no viene a controlarnos. Debe estar enojada por algo, porque cuando la fuimos a saludar nos puso la mejilla sin decir palabra. Yo aguanté la respiración mientras le daba el beso, no me gusta cuando alguien tiene mucho olor a cigarrillo.</div>
<div style="text-align: justify;">
<a name='more'></a><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Hace un rato que la china patinó y se golpeó fuerte la nuca, nosotros vimos todo. Cada tanto le tiembla la pierna. Una sola. Tiembla un poco y se queda quieta. La primera vez que lo hizo nos asustamos. Nos acordamos de la película que pasaron en el cumpleaños de Alan, donde asesinaban a un tipo y el cuerpo seguía moviéndose después de muerto. No era un zombie, tenía algo que ver con los reflejos, según nos explicó el papá que es médico.</div>
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Hace un rato que la china patinó y se golpeó fuerte la nuca, nosotros vimos todo. Cada tanto le tiembla la pierna. Una sola. Tiembla un poco y se queda quieta. La primera vez que lo hizo nos asustamos. Nos acordamos de la película que pasaron en el cumpleaños de Alan, donde asesinaban a un tipo y el cuerpo seguía moviéndose después de muerto. No era un zombie, tenía algo que ver con los reflejos, según nos explicó el papá que es médico.</div>
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Yo no vi la sangre hasta que Sami la señaló. Le preguntamos dónde. En la cabeza, dónde va a ser, responde. Es difícil darse cuenta, no estamos tan lejos pero tampoco estamos tan cerca, nos separan la calle y la altura. Y las baldosas son de color marrón oscuro. A partir de que Sami saca un dedo por entre las rejas, todos empezamos a notar el charquito. Menos Alan, él no. Enseguida se enoja, piensa que le estamos tomando el pelo, que es mentira y no hay ningún charco.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div>
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Pidamos ayuda, dice Mariana y le pregunta a Alan si su inalámbrico agarra señal en el balcón. Es el único de nosotros que tiene teléfono inalámbrico. A mí me regalaron unos walkie-talkies que son parecidos pero no sirven para llamar en serio. Alan responde que todavía no, mejor esperemos un poco a ver si la china puede levantarse sola. Los demás estamos de acuerdo.</div>
</div>
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<br /></div>
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No hay mucho para ver en esa terraza: cajones vacíos de soda, un tocadiscos, la pelota de tenis que nunca nos animamos a rescatar, una bicicleta que, suponemos, debe ser del chino, porque la mujer no puede doblar las rodillas. Camina pegada a las paredes, las escaleras las sube igual, de costado, haciendo fuerza con los brazos como si trepara por una soga. El bastón lo sostiene apretado debajo de un hombro.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
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Cajones, tocadiscos, pelota, bicicleta. Y la china misma, claro. Al hombre aún no lo vimos salir de la casa; a pesar de que camina mejor, es de mostrarse menos. En cualquier momento puede subir a la terraza y pisarle la cabeza si no presta atención. La china no pareció sorprenderse al resbalar, ni abrió la boca. Ya que no iba a poder frenar la caída, se concentró en retrasarla.</div>
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<br /></div>
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Corneta vuelve a sonarse los mocos. Nosotros queremos imitarlo pero no nos sale. Dice que es alérgico a la baba que largan los árboles por esta época. Una baba idéntica a la agüita que le vive cayendo de la nariz, porque es alérgico a los árboles y a todo. Cada vez que pasamos a buscarlo, su mamá le grita que no se olvide el pañuelo.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Antes no la tenía así, dice Alan. ¿Qué cosa? La palma de la mano, la izquierda: antes no la tenía mirando hacia arriba. Seguro lo está inventando, como no pudo ver la sangre quiere ser el próximo en descubrir algo. Pero Sami le cree y reacciona asustada, le da más miedo que la china esté viva a que esté muerta. Nadie lo dijo en voz alta pero a todos nos pareció que nos estaba clavando los ojos mientras se caía.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
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A partir de que se mudaron los chinos se ven menos gatos por el barrio. La solterona del quinto baja con el plato de comida, lo deja apoyado en el mismo lugar de siempre, al rato vuelve y lo encuentra intacto. Mi papá antes se quejaba de las marcas de las uñas que le hacían sobre el capó y ahora ya no. El portero del edificio dice que el otro día mató a una rata. También desapareció la gata de Sami. Para eso vinimos en realidad al balcón, para descubrir si la tienen atrapada en la terraza. En el barrio se rumorean muchas cosas acerca de los chinos y Sami tiene miedo de que sean verdad.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
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<div style="text-align: justify;">
Les chisto para que hagan silencio y presten atención, me parece que la china está intentando abrir los ojos. Mariana vuelve a insistir con que tenemos que pedir ayuda y se levanta para ir a buscar el inalámbrico. Yo me saco los anteojos y los limpio con el borde de la remera. Al ponérmelos otra vez, ya no me parece que la china esté moviendo los párpados.<br />
<br /></div>
</div>
<div>
<div style="text-align: justify;">
Creo que me confundí, le digo a Mariana. Ella está atrás con el teléfono, cada botón que toca hace un ruidito diferente. Dame que lo vas a romper, le dice Alan y la agarra de la muñeca, se la aprieta para hacerle doler. Pero Mariana no suelta, tiene más fuerza que todos, siempre gana a las pulseadas. A los padres no les gusta que se junte con varones.</div>
</div>
<div>
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<br /></div>
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El resbalón de la china fue raro. La mamá de Alan había subido el volumen de la radio porque estaban pasando el tema de su película favorita. Es una pesada, dijo nuestro amigo mordiéndose el labio, apenas reconoció la melodía. En ese momento no le salía el título, que es una palabra en inglés. El ritmo de la primera estrofa es más lento, pero después se acelera. Quedó de fondo justo cuando la china apoyaba sin mirar la punta de su bastón sobre la pelota de tenis. Primero empezó a irse para atrás tirando manotazos, queriendo agarrarse del aire. Pegó un salto con una patada, al mismo tiempo que con el brazo del otro costado tiró una piña al cielo. Después cambió de pierna y de brazo, un par de veces más, retrocediendo a los saltos. Cada paso que daba la volvía más joven y flexible, capaz de doblar las rodillas. A pesar de no poder escuchar la música que sonaba de nuestro lado, estaba perfectamente sincronizada con el ritmo.</div>
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¡Flashdance!, gritó Alan. Los movimientos de la china le habían recordado el nombre de la película, porque se caía como imitando el baile de la protagonista. A Sami se le escapó un aplauso y enseguida se tapó la boca. Corneta no paraba de sonarse. Yo podía adelantarme a lo que estaba por suceder porque había enganchado esa parte en la televisión. Tenía la imagen de la chica tirándose en el aire con los brazos abiertos aunque no hubiera nadie para atajarla. Por eso mismo pensaba que la china podía llegar a salvarse. Pero había cobrado tal envión que el cuerpo se le despegó del suelo, quedó girando como un trompo sobre el dedo gordo del pie y luego sí, salió despedida y aterrizó de nuca.</div>
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Eso no fue lo que más nos impresionó, ni siquiera después, cuando descubrimos la sangre. Lo más impresionante de todo fue que, segundos antes de volar y terminar estrellada, segundos antes de que la locutora interrumpiera el final de la canción, la china nos había señalado de a uno con el dedo, como amenazando con regresar a buscarnos algún día.</div>
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En este momento Sami está asomada por afuera del balcón, de espaldas a la calle. Tiene los codos apoyados sobre la baranda. Corneta le agarra los tobillos, le chorrea agua de la nariz pero no puede limpiarse. Intentamos averiguar si hay vecinos en los pisos de arriba observando lo mismo que nosotros. Tal vez ellos tampoco amagan a resolver nada. Alan sigue peleándose con Mariana y, aunque no consigue que le entregue el inalámbrico, al menos le impide marcar.</div>
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¡Ahí viene! ¡Ahí viene!, grita Corneta con voz gangosa, tragándose los mocos. Se refiere al chino, que está subiendo por las escaleras, lo ve a través del hueco entre las piernas de Sami. Al instante nos quedamos quietos, intercambiando miradas: necesitamos hacer algo urgente. Si sube otro escalón más, los ojos le van a asomar por encima del nivel del suelo y se van a encontrar con el charco y los pelos alborotados de su mujer.</div>
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Recorro los objetos en la terraza como si yo estuviera ahí y pudieran servirme de algo. Sin embargo funciona. El tocadiscos abandonado me ayuda a recordar quién era el dueño anterior de la casa, el señor que sabía arreglar de todo.</div>
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Me estiro y le saco el inalámbrico a Mariana. Es más fácil hacer que se le resbale de los dedos que tratar de arrancárselo por la fuerza. De todas maneras a ella no le importa dármelo porque ya demostró que Alan es un maricón y que le puede ganar cualquier pelea.</div>
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Mi mamá tenía el teléfono del señor que arreglaba todo. Una vez le había dejado una plancha y me pidió que llamara preguntando si estaba lista. Tuve que llamar un montón de veces hasta que logré ubicarlo, porque, además, hacía arreglos a domicilio. Siempre me atendía la señora y me pedía que llamara más tarde. Así me aprendí el número de memoria.</div>
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El chino frena antes de llegar a la terraza y da media vuelta, debe escuchar que suena el teléfono. Nosotros seguimos esperando a ver si la china puede levantarse sola. O si no se levanta más.</div>
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<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://3.bp.blogspot.com/-Kd3oQxsnF7s/WrxPj33EBbI/AAAAAAAAM0o/uKv6DrqfLQMYkBi6UPVof5UbZ3_nuxLugCLcBGAs/s1600/Cristian-Godoy.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="320" data-original-width="316" height="320" src="https://3.bp.blogspot.com/-Kd3oQxsnF7s/WrxPj33EBbI/AAAAAAAAM0o/uKv6DrqfLQMYkBi6UPVof5UbZ3_nuxLugCLcBGAs/s320/Cristian-Godoy.jpg" width="315" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Cristian Godoy<br />
Ph: Bruno Szister</td></tr>
</tbody></table>
<b>(*) Cristian Godoy</b><br />
(Ciudad de Buenos Aires, 1983)<br />
Publicó los libros de cuentos <i>Galletitas importadas</i> (Pánico el Pánico, 2011), <i>Santa Rita</i> (Exposición de la Actual Narrativa Rioplatense, 2014), y <i>Ruidos molestos</i> (Conejos, 2016). Sus cuentos también han sido publicados en revistas literarias y antologías; incluyendo la revista <i>Punto de partida</i> (Universidad Nacional Autónoma de México, 2014), en un número dedicado a cuentistas argentinos menores de 40 años. Su primera novela, <i>Campeón</i>, obtuvo en 2011 el primer lugar en el Premio Municipalidad de San Salvador de Jujuy.</div>
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"Flashdance" forma parte del libro de cuentos <i>Ruidos molestos</i> publicado por Conejos en 2016. Se publica en <i>#LaAquateca</i> con permiso del autor.<br />
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Maumy G.http://www.blogger.com/profile/03386353205900195418noreply@blogger.com10tag:blogger.com,1999:blog-7241822988882216287.post-64819007102488242162018-03-28T18:59:00.000-03:002018-03-28T18:59:26.058-03:00Taller de Lectura | Sobre "El gusto del vidrio" de Walter Lezcano<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEifMZAfelYqyy5qy6MhwX80VWOWKZ8zjwBWfw-obVzM8AHwd7lwzJGXPTrXRE-FLkN5LMFug8UL6gjT_t2e9ajMCrXwfrpb2Eava3rYugOOZc1tg30UveSXRw5U4P1OGD-9LcAuBU01-dc/s1600/Flyer--Lectura-Walter-Lezcano-800.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="622" data-original-width="800" height="496" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEifMZAfelYqyy5qy6MhwX80VWOWKZ8zjwBWfw-obVzM8AHwd7lwzJGXPTrXRE-FLkN5LMFug8UL6gjT_t2e9ajMCrXwfrpb2Eava3rYugOOZc1tg30UveSXRw5U4P1OGD-9LcAuBU01-dc/s640/Flyer--Lectura-Walter-Lezcano-800.jpg" width="640" /></a></div>
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<a href="http://www.aquateca.com.ar/2018/03/cuento-el-gusto-del-vidrio-lezcano.html" target="_blank">"El gusto del vidrio", de Walter Lezcano</a>, es el cuento que leímos en el sexto encuentro del <a href="http://www.aquateca.com.ar/2018/02/taller-lectura-cuentos-narradores-rioplatenses-2018.html" target="_blank">Taller de Lectura a Distancia de <i>#LaAquateca</i></a>. "Lezcano sabe quién es cada quién en esta historia, él no come vidrio", dijo una de las lectoras. Otra dijo que el cuento la "dejó con la sensación de entrar en un sitio oscuro y denso, una realidad desconocida por muchos y que algunos apenas logramos entrever de refilón". Sin embargo, a uno de los lectores le resultó "un texto simple", demasiado para su gusto. Y alguien más comentó que no quedó conforme con el final. Comparto el resumen de esos comentarios, además de algunos otros que surgieron, también un poco de lo que en mi opinión tiene de rico este texto de Walter Lezcano. De paso, te dejo la inquietud de leer el cuento y entrar en la discusión.</div>
<a name='more'></a><br />
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<blockquote class="tr_bq">
«Retomando las palabras del autor creo que dio en el blanco con la historia. Hay precisión en la escritura, un ojo bien orientado que describe en dos o tres trazos los ambientes, los personajes y sus movimientos. Destaco la sencillez y literalidad en las escasas acciones que tensan la trama. Los arqueros cuando se disponen a lanzar la flecha confían en su pulso y en su respiración, algo ven en ese centro que quieren alcanzar. Lezcano sabe quién es cada quién en esta historia, él no come vidrio.<br />
Preguntabas Maumy si nos convocó este cuento, te digo que sí, que me gustó mucho, por un momento me trajo el recuerdo del querido Abelardo Castillo, por la intensidad de ese narrador en primera persona que es cautivante pero a su vez complejo a la hora de escribir, ya que es delgado el límite que nos separa del anecdotario.<br />
¡Gracias por este momento literario de disfrute!»</blockquote>
<blockquote class="tr_bq">
<div style="text-align: right;">
María del Carmen Allegrone</div>
</blockquote>
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<blockquote class="tr_bq">
«(...) En cuanto a "El gusto del vidrio" me pareció un texto simple, demasiado para mi gusto. A veces se puede sacar sorpresas desde la simpleza pero no me pasó con este cuento. Eso sí, es un relato cuasi fotográfico en donde uno puede ver transcurrir las escenas. El final me dejó con gusto a poco... pensando en que el inicio pareció dar pistas de un relato con contenidos que movilizara. Con este cuento me pasó lo contrario que con "El lugar donde mueren los pájaros" o "Cosas que pasan".<br />
Es mi humilde opinión, aunque no sea positiva. Sin embargo tengo un sentimiento de "culpa" por no poder encontrar el "gusto picante" de la literatura en este cuento.<br />
Saludos (y perdón al autor, je.)»<br />
<div style="text-align: right;">
Roberto Deibe</div>
</blockquote>
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<div style="text-align: justify;">
<blockquote class="tr_bq">
«(...) "El gusto del vidrio" me pareció un relato que refleja la realidad de muchas familias donde la carencia, en todo el sentido de la palabra, es la fuerza motora, tanto para la acción que es bastante lenta, como para la inacción o inmovilidad de los personajes, que no pueden ni desean salir de ese entorno. Carencia de afectos, ya que el protagonista es echado de su casa por razones económicas, y se va con su novia a la cual tímidamente le dice que la quiere, aunque no está convencido. En este nuevo espacio también hay carencias de intimidad para la pareja, y para los otros personajes. Finalmente también hay una carencia de proyectos en el joven protagonista. Parece que nada se puede esperar de la vida, más que disfrutar de una botella de vino fresco.»<br />
<div style="text-align: right;">
Rosa Orchuelo</div>
</blockquote>
</div>
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<div style="text-align: justify;">
<blockquote class="tr_bq">
«Este “cuento”, como otros del autor, me dejan la impresión de que cualquiera puede escribir. Me pasa también con escritores célebres que admiro. J. M. Coetzee, por ejemplo. Así que tendré que desarrollar lo que quiero decir. W. Lezcano maneja con soltura el habla de algún sector marginal, por llamarlo así, el habla de cierta geografía del conurbano. Si uno trasladara al papel, de modo literal, rigurosamente, la forma de hablar de la gente, el texto resultaría ilegible. Cuatro o cinco expresiones le bastan al autor para meternos en el mundo de los personajes. No necesita más, el resto es literatura o, mejor dicho, herramientas del oficio de escribir. Es un registro cómodo: primera persona y un vocabulario particular, acotado, sin palabras sofisticadas que pudieran sacarlo de registro.<br />
Parece que está de moda dejar las historias sin terminar. No es lo mismo un final abierto que un final inexistente. Una justificación posible: “La vida es así, loco, salís a comprar el pan y un auto te lleva puesto; ni siquiera tenés tiempo de poner tus cosas en orden”. Vale, diría yo, porque la vida es un sinsentido. Pero en la literatura uno espera disfrutar de una estética, de un esfuerzo creador que no necesariamente tiene que notarse. La modesta y secreta complejidad de la que hablaba Borges. Si la historia queda inconclusa, si no hay un final, aunque sea abierto, uno tiene derecho a pensar que al autor le dio pereza encontrarle la vuelta al asunto, armar un final estéticamente satisfactorio, y cumplir lo que promete. Porque hay promesas tácitas en la historia. La tensión y los roces que se generan, que hacen al conflicto, quedan en la nada, sin desarrollo. No llegan a explotar ni a diluirse. El texto parece el comienzo de una novela o un capítulo suelto.<br />
Existen innumerables piezas literarias en las que se nos cuenta una historia, o parte de una historia, que no se resuelve, que solo muestra una situación. Lo que sucede es que construyen otro juego, con otro registro, a veces más poético. En “El gusto del vidrio", desde el vamos el autor activa una serie de pequeñas bombas y luego se retira como si nada, como si se hubiera aburrido o cansado.<br />
El escritor tiene todo el derecho a escribir como se le cante.<br />
Y el lector puede huir hacia otros universos.»<br />
<div style="text-align: right;">
Daniel De Leo</div>
</blockquote>
</div>
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<div style="text-align: justify;">
<blockquote class="tr_bq">
«Leer "El gusto del vidrio" me dejó con la sensación de quien, después de haber recibido varios golpes bien dados, espera una piña final que lo ponga en knock out, y al final lo salva la campana. El cuento está bien narrado, los personajes son creíbles, ninguna escena aparece forzada, todo se da con naturalidad, como si el caminar por la cornisa del personaje principal no rozara con lo trágico. El personaje genera empatía con el lector: es una víctima de su padrastro que lo hecha de la casa. Es interesante como, cuando va a la casa de su "novia", la tensión está todo el tiempo presente. En una especie de vaivén moral, el personaje se mueve entre el villano que se aprovecha de lo que le ofrecen y sale robar vino en un chino, y el caballero que vuelve a la cama para que su novia no despierte sola. El cuento es fácil de leer, atrapa y deja pensando.»<br />
<div style="text-align: right;">
Alberto Chaile</div>
</blockquote>
</div>
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<blockquote class="tr_bq">
«Este cuento (y también la imagen que lo ilustra) me dejó con la sensación de entrar en un sitio oscuro y denso, una realidad desconocida por muchos y que algunos apenas logramos entrever de refilón (en mi caso, por mi trabajo).
Como ya se dijo en otros comentarios, la utilización del sociolecto marginal es maravillosa y dota al cuento de una veracidad que lo vuelve muy cercano.
S. King en su libro "Mientras escribo" dice algo como que el foco de la cámara siempre está puesto en uno mismo, que uno es siempre el protagonista de su propia historia, y esto es lo que ocurre con el protagonista del cuento. Está tan pendiente de sí mismo, sus sensaciones, sus ideas, que no se fija mucho lo que provoca en los demás. Pero no como un egoísmo sino como "esta es mi vida y los demás la afectan de esta u otra manera".
Personalmente me hizo pensar en los cuentos de Chéjov o K. Mansfield, esos donde aparentemente no pasa nada y en realidad pasa de todo, porque lo que está sucediendo es la vida misma, que siempre es así, absurda, extraña y sin un final definido, porque el final de la vida sólo es la muerte.»<br />
<div style="text-align: right;">
Gisela Lupiañez</div>
</blockquote>
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<a href="https://3.bp.blogspot.com/-AKVfEosO69M/WrwFqUOg_GI/AAAAAAAAM0M/19QfJMNqae00qfJHwfqhB4JBK7NfiH4jgCLcBGAs/s1600/Los%2BWachos.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="460" data-original-width="318" height="200" src="https://3.bp.blogspot.com/-AKVfEosO69M/WrwFqUOg_GI/AAAAAAAAM0M/19QfJMNqae00qfJHwfqhB4JBK7NfiH4jgCLcBGAs/s200/Los%2BWachos.jpg" width="138" /></a>Le pedí a Walter Lezcano formar parte de esta nueva edición del <a href="http://www.aquateca.com.ar/2018/02/taller-lectura-cuentos-narradores-rioplatenses-2018.html" target="_blank">Taller de Lectura a Distancia</a> porque me pareció una buena oportunidad para compartir la prosa de un autor que poco a poco se ha ido abriendo un camino propio en la narrativa argentina actual y que, probablemente, no muchos conocen. Algo que me parece una pena. <a href="http://www.aquateca.com.ar/2018/03/cuento-el-gusto-del-vidrio-lezcano.html" target="_blank">"El gusto del vidrio"</a> es un cuento que forma parte de su libro <i>Los wachos</i>, publicado por <a href="http://editorialconejos.blogspot.com.ar/" target="_blank">Conejos</a> en 2015. A mí, particularmente, me gustó por la aparente simpleza de su construcción y por ese final que no termina de cerrar.<br />
<br />
Alguien habló de que Lezcano va instalando bombas y luego se hace el desentendido. Yo creo que no es tan así. Creo que tanto esas bombas como ese final tienen una razón de ser. De hecho, el mismo Lezcano lo dice en el comentario que compartió con los lectores, a propósito de esta lectura:<br />
<br />
<blockquote class="tr_bq">
«Escribir un cuento es sumamente complejo porque sos un francotirador con una sola bala disponible: la tenés que usar bien y dar en el blanco. Sino el cuento pierde su rastro de verdad, pierde interés, lo pierde todo.»</blockquote>
<br />
Creo que Lezcano ha cuidado los detalles, que es consciente de que los finales de sus textos, en especial de <a href="http://www.aquateca.com.ar/2018/03/cuento-el-gusto-del-vidrio-lezcano.html" target="_blank">"El gusto del vidrio"</a>, sean lo que son. De hecho, para mí queda la sensación de que nos retiramos de la escena en puntas de pie, dejando a esos personajes seguir su vida y sus conflictos.<br />
<br />
Agradezco a todos y cada uno de los que pasaron a leer <a href="http://www.aquateca.com.ar/2018/03/cuento-el-gusto-del-vidrio-lezcano.html" target="_blank">"El gusto del vidrio"</a>. También vaya mi agradecimiento a Walter Lezcano por haberse tomado el tiempo de compartir con los lectores de <i>#LaAquateca</i> su cuento y comentario.</div>
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<br />
El próximo jueves nos volvemos a juntar <i>on-line</i> para leer. Recuerda que esta es una actividad gratuita y exclusiva para miembros de la <a href="https://tinyletter.com/LaAquateca" target="_blank">comunidad de <i>#LaAquateca</i></a>. Si quieres sumarte sólo tienes que <a href="https://tinyletter.com/LaAquateca" target="_blank">completar el formulario</a> haciendo <a href="https://tinyletter.com/LaAquateca" target="_blank">clic acá</a>. La otra opción es que me escribas a difusion.aquavioleta[@]gmail.com y te anoto.<br />
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Maumy G.http://www.blogger.com/profile/03386353205900195418noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7241822988882216287.post-7522191892643259872018-03-22T18:00:00.000-03:002018-04-05T13:32:12.136-03:00Cuento | El gusto del vidrio<div style="text-align: justify;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhO_A3GQfziT76r3i0qOa0Afp5nbrvrL6ms8AiUQJyisOWQQkL4d9jQtnM-AD2GLU1nYdVzoRv-rgqeRnCLFH04zVR6yAiY8N_-jrnPNp5kpFNBL_V-V-itUVQiuteS-c5w2eTMCehgQEk/s1600/plasticine-2881638_1920.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="724" data-original-width="1024" height="452" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhO_A3GQfziT76r3i0qOa0Afp5nbrvrL6ms8AiUQJyisOWQQkL4d9jQtnM-AD2GLU1nYdVzoRv-rgqeRnCLFH04zVR6yAiY8N_-jrnPNp5kpFNBL_V-V-itUVQiuteS-c5w2eTMCehgQEk/s640/plasticine-2881638_1920.jpg" width="640" /></a></div>
<br />
Por <b>Walter Lezcano (*)</b><br />
<br />
Mi padrastro me había echado de casa porque, otra vez, estaba sin trabajo. Quería que yo aporte para los gastos y sin laburo no tenía guita como para arrimarle una moneda. No puedo bancarlos a todos, me dijo. Todos éramos mi vieja, mi hermanito recién nacido, él y yo. Le conté a Sol como venía la mano y ella, casi sin pensarlo, me dijo venite a casa y la seguí. Me sorprendió esa decisión, esa manera de resolver el bardo en dos patadas. Hacía poco que nos veíamos y, la verdad, no pensaba en ella como mi novia ni nada parecido. Era una minita que me daba cabida y nada más, y estaba buenísimo que pasara eso. Pero ella puso los puntos y se la jugó: marcó la cancha y yo me tuve que poner a tiro con esta situación.<br />
<a name='more'></a></div>
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Cuando llegué a la casa fue raro porque nunca me habían presentado como novio frente a ninguna familia. Yo estaba parado en el living con una bolsa de consorcio en la que tenía dos remeras, un pantalón de jean y un calzoncillo. Eso era todo. Miraba la pared y las fotos colgadas: todas del papá de Sol, al que habían matado en un robo al banco donde él trabajaba de seguridad. Mamá ya viene, me dijo y yo me puse nervioso porque miré cómo estaba vestido: jogging, remera y unas topper negras con un agujero en el talón. Si me hubiese puesto el jean… Pero ya no daba para pensar eso. ¿Te querés sentar?, me dijo Sol y le contesté que sí. Cuando me acomodé en el sofá amarillo se escuchó el ruido de la reja de entrada. Mamá, dijo Sol.</div>
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La mamá de Sol se llamaba Irma y me saludó lo más bien. Miró la bolsa de consorcio, me preguntó cuántos años tenía y de dónde conocía a Sol. Después se fueron a la pieza a hablar. La madre iba adelante y Sol se dio vuelta y me hizo un gesto que quería decir “quedate tranquilo que va estar todo bien”.</div>
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Cuando salieron la madre fue directo a la cocina, sin mirarme. Sol vino hacia mí con una sonrisa. Yo no sabía muy bien cómo sentirme. La abracé y le dije al oído gracias, mi amor. Era la primera vez en mi vida que pronunciaba esa palabra: amor.<br />
<br />
Me mostró la pieza donde íbamos a dormir. Había un ropero, una tele de veintiún pulgadas, una cajonera y dos camas de una plaza. En una dormía su hermana. Dame tus cosas, me dijo Sol y le alcancé la bolsa. Abrió un cajón, sacó ropa interior hasta vaciarlo y la puso en otro, después metió mis cosas en el cajón vacío. Ya está, dijo y sonrió, ¿Qué te parece?, me preguntó abriendo los brazos. Joya, dije.<br />
<div>
<br /></div>
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La primera noche en la pieza me sentí re incómodo porque apenas entrábamos en la cama y teníamos que estar de costado, esa posición me excitaba un poco pero no podíamos hacer ninguna porque Melany estaba bien despierta mirando tele. Cuando la vi, Sol me la presentó: es mi hermana. Le dije hola y ella no me contestó, me miró y se acostó en su cama a escuchar música con el celular. Sol me dijo es así, vas a ver que te vas a llevar bien con ella.</div>
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<br /></div>
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Melany se quedó mirando las repeticiones de canal nueve hasta las cinco de la mañana. Sol dormía y yo tenía los ojos cerrados. Recién cuando apagó la tele pude dormir. </div>
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<br /></div>
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Al despertarme Sol ya se había ido a trabajar. Me fijé la hora y eran las doce y media. Me vestí, fui al baño, me lavé la cara y cuando quise cepillarme los dientes me acordé que no tenía mi cepillo. Usé uno verde que decía Eze con liquid paper. Después volví a la pieza pero no pude entrar porque la puerta estaba con llave. Golpeé un par de veces hasta que me di cuenta que Melany no me iba abrir. Entonces me fui a la casa de un amigo. </div>
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<br /></div>
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Volví a la nochecita y la encontré a Sol en la puerta. Hola, le dije y ella me preguntó ¿vos usaste el cepillo de dientes verde? Sí, contesté. ¿Por qué no me avisaste que no tenías? Yo te compro.</div>
<div>
<br /></div>
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Ahí supe que Eze era Ezequiel y también su hermano y que cuidaba sus cosas a full y no se bancaba que nadie se las tocara. Armó quilombo con mi vieja, hay que tener cuidado con esas cosas, me dijo Sol preocupada. Disculpá, le dije sin saber qué hacer. Aguantamos acá hasta que se calme, dijo Sol y nos quedamos en la vereda prestando atención a los gritos de Ezequiel a la mamá, hasta que escuchamos que dijo: que no me toque nada más, eh y un portazo y supimos que Ezequiel se había metido en su pieza.</div>
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Cuando papá murió Eze se tuvo que hacer cargo de todo, me contó Sol, despacito al oído, mientras estábamos en la cama. No es malo, pasa que es muy cuidadoso con sus cosas y eso se lo respetamos porque es el hombre de la casa, ¿viste? Se puso la familia al hombro en las malas y nos bancó un montón. Hasta tuvo dos trabajos para poder mantenernos a nosotras. Después mamá se recuperó de la depresión que tenía y consiguió trabajo y Eze pudo dejar uno y estar más liviano. ¿Me dejás dormir?, gritó Melany y Sol le contestó está es mi pieza también, cuando mirás tele hasta tarde nadie te dice nada, pendeja. Ma, Sol no me deja dormir. Al toque Irma abrió la puerta y nos encaró de una ¿qué pasa Sol? Nada, ma, dijo Sol. Cuando se fue cerramos los ojos y Melany prendió la tele.</div>
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Al otro día, una tarde calurosa, yo estaba en la cocina y llegó Ezequiel masticando chicle. Nos vimos las caras por primera vez. Hola, le dije y me dio la mano. Apretó fuerte. ¿Y Sol?, me preguntó. Ya debe estar por llegar, contesté. ¿La viste a mi vieja? No, le dije. Abrió la heladera, sacó fiambre y lo tiró en la mesa. Después agarró dos panes de la alacena y se sentó a preparar unos sánguches. Yo estaba parado apoyado en la mesada. ¿Todo bien?, pregunté. Sip, dijo. Unos largos segundos después dije calor, ¿no? ¿Gastón te llamás vos? Sí, le dije. Me preguntó de dónde conocía a Sol, se levantó, dijo nos vemos y se fue con los sánguches. Yo me mandé a la pieza para ver tele porque Melany no estaba. Después de un rato de traspirar me levante y me fui a mojar la cabeza a la cocina. Hacía calor, se venía la noche en cualquier momento y ya estaba podrido del agua; tampoco tenía plata para comprarme algo fresco. Así que abrí la heladera y lo vi: un tinto Santa Ana a punto caramelo. Un traguito nomás pensé mientras veía la cinta adhesiva que tenía escrito Eze y marcaba media botella.</div>
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No lo pensé. Nada más agarré la cajita y salí corriendo del chino. Me ayudó que la góndola de vinos estuviese al toque de la entrada. Atrás mío salieron un empleado y el de seguridad, yo les llevaba una ventaja que se agrandó cuando doblé la esquina y le metí pata con todo. Hasta que miré para atrás y vi que ya no me seguía nadie. Aflojé la máquina y empecé a patear. </div>
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Saqué el Santa Ana de la heladera y lo puse en una jarra. Qué lindo era verlo caer tan frío, me mojé la punta del dedo y me lo chupé. Sí, se la re bancaba. Cuando cayó la última gota le mandé la lengua al pico de la botella, abrí la cajita del Uvita tinto y lo metí en la botella hasta la marca. Después me fui a la pieza con el tetra, que todavía le quedaba algo, y la jarra por la mitad. Apagué la tele y me acosté. Tiré la buchoneada abajo de la cama.</div>
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Desde que había aterrizado en la casa de Sol era la primera vez que me sentía realmente bien. Tomaba vino y el calor rajaba la tierra. Mientras le pegaba sorbos a la jarra caí sin querer en ese mambo que tenía con mi vieja. Todo va a ir bien, Gastoncito, me dijo antes de irme, yo no contesté nada, ni siquiera me di vuelta. Sabía que era una de esas cosas de para siempre. Una vez que estuve en la calle traté de no hacer ninguna mariconada. Lo que más me molestaba era escuchar en mi cabeza una y otra vez cómo pronunciaba mi nombre. ¿Por qué tuvo que decirlo así? Estaba claro que ya no era un pibito. Si me daba rosca con eso me iba en picada así que prendí la tele y traté de hacer durar lo poco que quedaba de vino. Hasta que tomé el último trago y me levanté para ir al baño y casi me caí. Pensé que lo mejor sería quedarme en la pieza por si me cruzaba alguien en el pasillo.</div>
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Sol estaba sonriente cuando llegó pero al verme fue cambiando la cara. Me dio un beso mala onda y me preguntó ¿estuviste tomando vino? Sí, le dije con la cabeza. Se levantó y antes de salir de la pieza dando un portazo me preguntó si alguien me había visto así. No, le dije. Al rato, no sé cuánto tiempo pasó, vino y se sentó en la cama. Yo le acaricié la pierna y le dije perdoná. Me pareció verla mejor. Todo bien, me dijo, pero así no da. Me miró seria. Mañana voy a buscar trabajo, le prometí. Me agarró la mano y me dio un beso más copado que el anterior.</div>
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Esa noche Melany se quedó a dormir en la casa de una amiga y, al fin, después de hablarlo un buen rato, pudimos curtir. Fue un polvo sin fuegos artificiales porque Sol no quería que nadie se diera cuenta de nada. Cuando ella se durmió prendí la tele. Me puedo acostumbrar muy bien a esta vida, pensé por un segundo. Pero esa idea pasó con mucha rapidez y ya no logré quedarme tranquilo. </div>
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Estaba inquieto, no pude prestar atención a la pantalla entonces la apagué y me fui acostar a la cama que estaba libre. Mientras miraba el techo pensaba con tristeza que era un garrón ponerme a buscar trabajo otra vez. Cuando amaneció me sorprendió no tener ni un poco de sueño, y sonó el despertador del celular, así que me fui a la cama a estar al lado de Sol para cuando despertara.</div>
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<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgNFtD7GdQZKx9IUHSBZc36aAzQxKzTYG1ssqfwrXZZW1YZVSMEimThHIt548bec-5pucp8HGG2sTKqdwPFFrqm8XXmp-GwIqt5vJOrCPplPKWWa09jyK3Vqjq7SPWwE32crg5v9o_3Vkg/s1600/_MFA2189.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1065" data-original-width="1600" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgNFtD7GdQZKx9IUHSBZc36aAzQxKzTYG1ssqfwrXZZW1YZVSMEimThHIt548bec-5pucp8HGG2sTKqdwPFFrqm8XXmp-GwIqt5vJOrCPplPKWWa09jyK3Vqjq7SPWwE32crg5v9o_3Vkg/s320/_MFA2189.JPG" width="320" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Walter Lezcano<br />
Ph: Maxi Failla</td></tr>
</tbody></table>
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<b>(*) Walter Lezcano</b><br />
(Corrientes, 1979)<br />
Es docente y periodista freelance. Colabora en <i>Crisis</i>, <i>Brando</i>, <i>Inrockluptibles</i>, <i>Eterna Cadencia</i>, <i>Radar</i>, <i>Tiempo Argentino</i>, <i>Inrockuptibles</i>, <i>Otra Parte</i>, <i>Anfibia</i>, <i>Haciendo cine</i>, <i>Télam</i>, <i>La Nación</i>, <i>Billboard</i>, <i>Clarín</i> y <i>La Agenda</i>. Es editor en Editorial Mancha de Aceite, la primera editorial de San Francisco Solano. En ficción publicó <i>Los mantenidos</i> (2011), <i>Calle</i> (2013), <i>Los Wachos</i> (2015), <i>Fractura expuesta</i> (2015), <i>Rejas</i> (2016) y, el reciente, <i>Luces calientes</i> (2018). Algunos de sus libros de poesía son: <i>23 patadas en la cabeza</i> (2015), <i>El condensador de flujo</i> (2015), <i>La vida real</i> (2015), <i>Working class hero</i> (2016), <i>Violencia doméstica</i> (2016), <i>Suena el afilador de cuchillos</i> (2016), <i>Punk Rock</i> (2017) y <i>La velocidad de la sangre</i> (2017). Su libro <i>Nací en una generación. Periodismo, monotributo y cultura</i> (2017) es un trabajo sobre su recorrido periodístico. También publicó el ensayo musical <i>La ruta del sol</i>, la trilogía de <i>Él mató a un policía motorizado</i> (2017). Actualmente dirige el documental <i>Mi próximo movimiento: rock antes y después de Cromañón</i>.<br />
<br />
"El gusto del vidrio" forma parte del libro de cuentos <i>Los Wachos</i>, publicado por la <a href="http://editorialconejos.blogspot.com.ar/" target="_blank">editorial Conejos </a>en 2015. Se publica en <i>#LaAquateca</i> con permiso del autor.<br />
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Maumy G.http://www.blogger.com/profile/03386353205900195418noreply@blogger.com9tag:blogger.com,1999:blog-7241822988882216287.post-27395689735205044192018-03-21T21:07:00.001-03:002018-03-21T21:08:25.847-03:00Taller de Lectura | Sobre "Tlön" de Sebastián Robles<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjr_SdQumDk4S4k_6cL3uaQiFZFxZ5BuML620ZADTrT4Pedth79J7pdBPBlTRPTBqTeI90tv1PlTfy45b3UEu5Q2VkZ6a9Y9tajAsipbRM9Ks4K-w8X23EcGdwjARLsds4esp39ew2R8n0/s1600/Flyer--Lectura-Sebastian-Robles-800.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="622" data-original-width="800" height="496" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjr_SdQumDk4S4k_6cL3uaQiFZFxZ5BuML620ZADTrT4Pedth79J7pdBPBlTRPTBqTeI90tv1PlTfy45b3UEu5Q2VkZ6a9Y9tajAsipbRM9Ks4K-w8X23EcGdwjARLsds4esp39ew2R8n0/s640/Flyer--Lectura-Sebastian-Robles-800.jpg" width="640" /></a></div>
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En el quinto encuentro de la nueva edición del <a href="http://www.aquateca.com.ar/2018/02/taller-lectura-cuentos-narradores-rioplatenses-2018.html" target="_blank">Taller de Lectura a Distancia de <i>#LaAquateca</i></a> leímos el cuento <a href="http://www.aquateca.com.ar/2018/03/cuento-tlon-sebastian-robles.html" target="_blank">"Tlön" de Sebastián Robles</a>. "Es un cuento duro de roer", dijo uno de los lectores. "Lo que narra podría estar ocurriendo ahora", comentó otro. Acá dejo el resumen y te invito a leer el cuento y entrar en la discusión.</div>
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<blockquote class="tr_bq">
«Es un cuento duro de roer, nos movemos sobre elementos abstractos. Es probable que esto suceda porque uno (hablo de mí, naturalmente) no es asiduo lector de science fiction. El comienzo cuesta, no engancha. Después, al llegar casi a la mitad, la narración se vuelve fluida, más amena. Al menos esa es mi impresión. A partir de este punto empiezo percibir literatura: “Les pregunté cuáles eran las características de Tlön. El único que la conocía por dentro era un ingeniero en sistemas de Google, que dio un paso al frente mientras los otros hacían lugar a su alrededor. Era un chico de veinticinco, veintiséis años. Casi un veterano para el promedio de edad que me rodeaba. Tenía el cabello enrulado, castaño rojizo, y muchas pecas en la cara, que estaba pálida”.<br />
Me pregunto si este cuento tendrá olor a naftalina dentro de diez o veinte años; si pasará a ser obsoleto como la tecnología que describe. Vaya a saberse. El cuento de Borges es una obra inmarcesible que, de alguna manera, echa su larga sombra sobre esta versión. Supongo que a todo aquel que se aventura a trabajar una ficción partiendo de una de sus obras le debe de pasar lo mismo. El gigante acecha.<br />
El tono impersonal de la narración es, tal vez, lo que pone cierta distancia con el lector, lo que añade a la trama unos cubitos de hielo. Personajes hay, nombres propios abundan, pero la empatía no llega. A favor diré que es una historia rica, ocurrente, ambiciosa. Supongo que habrá sido todo un desafío para el autor. Es original desde la forma, no desde la idea, ya que las ideas van y vienen y se reciclan todo el tiempo, y en este caso se trata de un declarado y legítimo homenaje a Borges.»</blockquote>
<blockquote class="tr_bq">
<div style="text-align: right;">
Daniel De Leo</div>
</blockquote>
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<blockquote class="tr_bq">
«Me gustó. Podría decir que es ciencia ficción no futurista. Lo que narra podría estar ocurriendo ahora. El cuento tiene un buen comienzo y un final abierto que te deja pensando. Creo que la elección de un narrador testigo es también un acierto que hace que todo resulte verosímil. Buen cuento, para leer dos veces.»<br />
<div style="text-align: right;">
Alberto Chaile</div>
</blockquote>
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<div style="text-align: justify;">
<blockquote class="tr_bq">
«Interesante propuesta el cuento "Tlön" de Sebastián Robles. Nos introduce desde el inicio del cuento en el mundo de las nuevas tecnologías. Es una obra de ciencia ficción. En la misma utiliza un vocabulario técnico para hablar de una nueva realidad amenazadora desde las redes, la existencia de un nuevo lenguaje creado artificialmente sin la utilización de verbos y sin sujetos, solamente predicados. Los sujetos desaparecen en esa nueva realidad. Menciona la obra de Borges para acercarnos al mundo literario, puesto que su cuento está narrado más como una crónica periodística.»<br />
<div style="text-align: right;">
Rosa Orchuelo</div>
</blockquote>
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<div style="text-align: justify;">
<blockquote class="tr_bq">
<br /></blockquote>
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<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://1.bp.blogspot.com/-nW-NUebdR4c/WlkmVJCXP3I/AAAAAAAAL2M/fZ6Rz5ePUGk1SNGRS0vUcb-BDjI82PS-gCPcBGAYYCw/s1600/Tapa-las-redes-invisibles.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1066" data-original-width="800" height="200" src="https://1.bp.blogspot.com/-nW-NUebdR4c/WlkmVJCXP3I/AAAAAAAAL2M/fZ6Rz5ePUGk1SNGRS0vUcb-BDjI82PS-gCPcBGAYYCw/s200/Tapa-las-redes-invisibles.jpg" width="150" /></a></div>
<a href="http://www.aquateca.com.ar/2018/03/cuento-tlon-sebastian-robles.html" target="_blank">"Tlön"</a> es un cuento que dista de los textos que veníamos leyendo hasta el momento en el <a href="http://www.aquateca.com.ar/2018/02/taller-lectura-cuentos-narradores-rioplatenses-2018.html" target="_blank">Taller de Lectura a Distancia</a>. Me gustaría aportar a la discusión sobre su lectura algo que comenté en el material que envié al grupo, y tiene que ver con esta diferencia: lo que hace particular a <a href="http://www.aquateca.com.ar/2018/03/cuento-tlon-sebastian-robles.html" target="_blank">"Tlön"</a> no es sólo la historia que se cuenta sino cómo se la cuenta, su forma, y no hablo sólo de <a href="http://www.aquateca.com.ar/2018/03/cuento-tlon-sebastian-robles.html" target="_blank">"Tlön"</a> sino también del resto de los cuentos que componen el libro <a href="http://www.aquateca.com.ar/2018/01/libros-redes-invisibles-sebastian-robles.html" target="_blank"><i>Las redes invisibles </i>de Sebastián Robles</a>. Para ilustrar esta cuestión me gustaría aportar al resumen de comentarios un par de opiniones que fueron publicadas en los medios cuando el libro salió al mercado:<br />
<br />
<div style="text-align: justify;">
<blockquote class="tr_bq">
«Con esa luz escéptica, pero amorosa, Robles parece haber escrito estas redes, que le deben tanto a Calvino o a Borges como a la fragilidad y caducidad que conquistó para siempre a los dinosaurios, el arco y la flecha, las levitas, los dirigibles, los teléfonos a disco; toda esa magia momentánea que solo la buena literatura retiene para siempre.»<br />
<div style="text-align: right;">
<a href="https://losinrocks.com/las-redes-invisibles-de-sebasti%C3%A1n-robles-97ceeb1983da" target="_blank"><i>Los Inrockuptibles</i></a></div>
</blockquote>
</div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
<blockquote class="tr_bq">
«<i>Las redes invisibles</i> utiliza una supuesta banalidad que un dispositivo virtual genera para comunicar dos individuos aislados y establece un giro profundo, cargado de densidad filosófica, para subvertir el sentido común de, por ejemplo, las distinciones entre el sexo y el amor, las relaciones entre humanos y los animales, la naturaleza de la realidad, la objetividad democratizadora de la web, el privilegiado capital simbólico de ser escritor. Las ficciones, compuestas por la verosimilitud del género biográfico, la ciencia ficción y ciertos pincelazos del periodismo narrativo, establecen un itinerario (diversificado según la red social) para realizar expediciones turísticas hacia el interior de la web, de la web profunda, de la <i>deep web</i>, donde aparecen pequeños espejos laterales al costado del camino que nos reflejan como sociedad, como individuos, con nuestras miserias, nuestros miedos y nuestras expectativas. </blockquote>
<blockquote class="tr_bq">
Un libro fundamental para comprender la época, desabotonarse un poco de las tradiciones literarias del pasado y confiar en el prometedor horizonte de la nueva literatura argentina.»<br />
<div style="text-align: right;">
<a href="https://www.infobae.com/2015/01/16/1621379-radiografia-del-universo-las-redes-sociales-un-fundamental-libro/" target="_blank">Luciano Sáliche, en <i>Infobae</i></a></div>
</blockquote>
</div>
<br />
Creo que esta obra de Sebastián Robles aporta, y mucho, a la nueva narrativa argentina y, por qué no, latinoamericana. Algo que podríamos llamar un nuevo boom.<br />
<br />
Agradezco mucho a quienes pasaron en estos días a leer <a href="http://www.aquateca.com.ar/2018/03/cuento-tlon-sebastian-robles.html" target="_blank">"Tlön"</a>, también a quienes de forma tardía han venido leyendo el resto de los <a href="http://www.aquateca.com.ar/search/label/Narradores%20Rioplatenses" target="_blank">#NarradoresRioplatenses</a> que he estado compartiendo desde el <a href="http://www.aquateca.com.ar/2018/02/taller-lectura-cuentos-narradores-rioplatenses-2018.html" target="_blank">Taller de Lectura a Distancia</a>. También vaya mi agradecimiento a Sebastián Robles por haberme permitido publicar su cuento y el comentario sobre su trastienda creativa desde <i>#LaAquateca</i>. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br />
El próximo jueves nos volvemos a juntar <i>on-line</i> para leer. Recuerda que esta es una actividad gratuita y exclusiva para miembros de la <a href="https://tinyletter.com/LaAquateca" target="_blank">comunidad de <i>#LaAquateca</i></a>. Si quieres sumarte sólo tienes que <a href="https://tinyletter.com/LaAquateca" target="_blank">completar el formulario</a> haciendo <a href="https://tinyletter.com/LaAquateca" target="_blank">clic acá</a>. La otra opción es que me escribas a difusion.aquavioleta[@]gmail.com y te anoto.<br />
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Maumy G.http://www.blogger.com/profile/03386353205900195418noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7241822988882216287.post-45956870792629715722018-03-15T18:00:00.000-03:002018-03-16T12:42:41.683-03:00Cuento | Tlön<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://1.bp.blogspot.com/-TlHboy7cWno/Wqg9v-vGZGI/AAAAAAAAMn8/VEV86U8_u40mSR2Vqla8XhHZYrT5d6wdgCLcBGAs/s1600/coding-1841550_1920.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1067" data-original-width="1600" height="426" src="https://1.bp.blogspot.com/-TlHboy7cWno/Wqg9v-vGZGI/AAAAAAAAMn8/VEV86U8_u40mSR2Vqla8XhHZYrT5d6wdgCLcBGAs/s640/coding-1841550_1920.jpg" width="640" /></a></div>
<br />
Por <b>Sebastián Robles (*)</b><br />
<br />
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La invasión empezó con una oleada de spam. El mail hablaba de Tlön como un “nuevo mundo”, “capaz de cambiar la manera en que ves la realidad”. Lo recibieron, entre otros, Laura Ann Carrington, un ama de casa de Carolina del Norte, Gunnar Larsson, un sueco especialista en Borges radicado en Islandia, y Alexandra Pollefort, una estudiante belga de artes combinadas. Todo indica que ellos habrían sido los primeros en abrir cuentas de usuario en Tlön, o al menos los primeros que lo manifestaron en las redes sociales. Es imposible saberlo con certeza. Aunque la CIA y el resto de los organismos de inteligencia mantiene la información bajo estricto secreto, hay pruebas de que al menos dos de ellos participaron de atentados suicidas en sus países de residencia, Carrigton en el Carolina Town Center y Larsson en el gran incendio forestal que se produjo al noroeste de Reykjavik, mientras que Pollefort era una de las pasajeras a bordo del Airbus 736 de Lufthansa que se perdió en algún lugar del Pacífico durante el vuelo Frankfurt-Shangai, con ciento veintiocho personas, entre pasajeros y tripulación, misteriosamente disueltos en el aire.</div>
<a name='more'></a><br />
<div style="text-align: justify;">
Después de los mails, llegaron los avisos publicitarios en Google, Twitter, Yahoo! y Facebook. La anomalía no fue percibida por los usuarios, pero causó alarma en las empresas. Los anuncios se habían infiltrado en el sistema, multiplicando sus clicks por millones alrededor del mundo, sin que nadie los hubiera autorizado. Los programadores no conseguían depurarlos. Reaparecían una y otra vez, como una plaga, incrustados en el código HTML.</div>
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En Wikipedia también pasaban cosas, tal como anotó Larsson en su entrada de Facebook el 28 de octubre de 2013:</div>
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“Uqbar es una ciudad ficticia, imaginada y descripta por el escritor argentino Jorge Luis Borges en su cuento ‘Tlön, Uqbar, Orbis Tertius’, correspondiente a la parte ‘El jardín de los senderos que se bifurcan’, al comienzo de Ficciones. Su condición, como bien señalaba Wikipedia hace poco, es doblemente ficcional. En el cuento, Uqbar aparece mencionada como una ciudad en Asia Menor, según describe un volumen de la Enciclopedia Británica que posteriormente se revela como apócrifo. De Uqbar proviene la sentencia: ‘Los espejos y la cópula son abominables, porque multiplican el número de los hombres’. La literatura de Uqbar es fantástica y se refiere, siempre, a una región imaginaria de Tlön. Si bien el cuento de Borges admite múltiples lecturas, esta información estaba correctamente consignada en Wikipedia, tal como yo recordaba de mi visita unas semanas atrás, en una única entrada destinada al término ‘Uqbar’.</div>
</div>
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“Quien realice ahora una búsqueda de <span style="text-align: left;">‘</span>Uqbar<span style="text-align: left;">’</span> en la edición en inglés de Wikipedia (lo hice recién) accede a una página de desambiguación. Existen dos entradas de referencia. La primera es la habitual, que corresponde al término tal como aparece en el cuento de Borges. La segunda acepción refiere <span style="text-align: left;">‘</span>un consorcio de origen árabe-sirio, con servidores en Europa del Este, propietario de la red social Tlön<span style="text-align: left;">’</span>.”</div>
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Arnold Copperfield, uno de los académicos más destacados del MIT, declaró a la revista alemana Scheiss:</div>
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“No tenía sentido. Me llamaban desde Google y Facebook al mismo tiempo, desesperados, ofreciéndome contratos millonarios sólo para que me acercara a conversar con ellos, ni siquiera me decían cuál era el problema. Tengo una reputación y considero importante ayudar a estas empresas, pero no me interesa vincular mi carrera a ninguna de ellas en particular. Por eso cité a representantes de todas las firmas en Silicon Valley y les pedí que me explicaran.</div>
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Al parecer, el problema venía empeorando en los últimos días. Les aconsejé consultar con Tim Berners-Lee, que desarrolló el código HTML, pero estaba de vacaciones, en algún lugar del Pacífico, y no les había contestado las llamadas ni los mails. Conozco bastante a Tim, y no me sorprendió. Tiene el idealismo de los grandes genios de la humanidad. Y no es para menos. En lo que se refiere a la exploración de nuevos mundos, él llegó más lejos que todos los astronautas. Nos enseñó que para viajar al cosmos, para ser dioses, no era necesario construir una nave, sino inventar un lenguaje. No era incomprensible que Tim no quisiera lidiar con los jóvenes mercenarios que se repartieron la web como cowboys, por muy brillantes que estos fueran. Podía darse ese lujo. Pero a mí, de todas formas, me interesaba el asunto.”</div>
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<br /></div>
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Según Wikipedia en español, “HTML permite, mediante una herramienta de visualización (como un navegador o un agente de usuario), mostrar por ejemplo un catálogo de objetos en venta. El código HTML de este catálogo puede explicitar aspectos como ‘el título del documento es Ferretería Acme’; pero no hay forma de precisar dentro del código HTML si el producto M270660 es una ‘batería Acme’, con un ‘precio de venta al público’ de € 200, o si es otro tipo de producto de consumo (es decir, es una batería eléctrica y no un instrumento musical, o un puchero). Lo único que HTML permite es alinear el precio en la misma fila que el nombre del producto. No hay forma de indicar ‘esto es un catálogo’, ‘batería Acme’ es una batería eléctrica, o ‘€ 200’ es el precio. Tampoco hay forma de relacionar ambos datos para describir un elemento específico en oposición a otros similares en el mismo catálogo.”</div>
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<br /></div>
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La web no piensa: nosotros pensamos a través de ella. Al menos, hasta el advenimiento de Tlön. En los últimos años, Berners-Lee se había consagrado al desarrollo de la web semántica, que pretendía subsanar esto.</div>
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“Hasta hace poco, la web podía entenderse como un enorme predicado. Tim tenía la ilusión de transformarla en sujeto. Yo creía que era un sueño que nunca se iba a llevar a cabo”, sostiene Copperfield durante la entrevista en la revista Scheiss.</div>
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<br /></div>
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Wikipedia ―o lo que queda de ella― parece darle la razón:</div>
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“La otra barrera que se opone pasivamente a la web semántica es el modelo de negocios de gran cantidad de páginas web que obtienen ingresos de la publicidad. Estos ingresos son posibles únicamente si sus páginas son visitadas por una persona, y se pierden si los datos quedan disponibles para que los interprete un proceso automático.</div>
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“Un ejemplo arbitrario y parcial ilustra este concepto. Con el objetivo de resolver un trabajo de investigación para la escuela sobre la vida de un prócer, un sistema semántico realiza la investigación y presenta en pantalla el resultado: fecha de nacimiento y defunción, batallas en las que participó, hechos destacados, frases célebres, y todo esto sin necesidad de acceder a ninguna página web específica, y por lo tanto sin consumir la publicidad de los sitios que pusieron a disposición esa información.”</div>
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Sigue Copperfield:</div>
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“Pero el gran dilema ahí no es de orden tecnológico ni mucho menos comercial sino, más bien, metafísico. Una web semántica, que se piensa sola, no necesita ―al menos teóricamente― de los usuarios. ¿Qué sería de nosotros, si perdemos nuestra condición de sujetos frente a la web? ¿De qué manera pensarnos? ¿Volveríamos a las cavernas, nos transformaríamos en otra cosa?”.</div>
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La nota de Scheiss es errática, como si estuviera mal editada o la salud mental de Copperfield estuviera al límite. El entrevistado se va por las ramas y el cronista no hace nada por recuperar el hilo de la narración. En algún momento Copperfield vuelve de las especulaciones y retoma su relato:</div>
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“Les pregunté cuáles eran las características de Tlön. El único que la conocía por dentro era un ingeniero en sistemas de Google, que dio un paso al frente mientras los otros hacían lugar a su alrededor. Era un chico de veinticinco, veintiséis años. Casi un veterano para el promedio de edad que me rodeaba. Tenía el cabello enrulado, castaño rojizo, y muchas pecas en la cara, que estaba pálida. Al principio pensé que se debía a la timidez, algo usual en alguien acostumbrado a pasar el día realizando trabajos de programación. Pero había algo más. Su estado parecía febril, y temblaba. Cuando habló lo hizo con un hilo de voz, al punto en que tuve que acercarme para escuchar lo que estaba diciendo. Habló de Tlön como ‘un mundo nuevo, otra galaxia´. Cuando le pedimos especificaciones, no supo darlas. A decir verdad, me sorprendía que el chico se mantuviera en pie. ‘No ingresar’ decía como si se hubiera vuelto un autómata, y un instante después: ‘Ingresar´. Eduard Saverin, de Facebook, le dio una palmada en el hombro para tranquilizarlo, y casi lo derriba. Jack Dorsey, de Twitter, se adelantó unos pasos: ‘estamos desesperados’, dijo. Y recién entonces entendí de qué estaban hablando”.</div>
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Las primeras anomalías se detectaron en junio. En julio, Google estimaba que la cantidad de usuarios registrados en Tlön superaba las 400.000 personas, en su mayoría de los Estados Unidos. Unas semanas después esa cantidad se había duplicado. Hacia fines de agosto, cálculos conservadores estimaban que Tlön había superado la barrera de los cinco millones de usuarios. Poco después ya no existían cálculos. A raíz de los atentados suicidas, se suprimió el WiFi en los espacios públicos. Los servidores de Tlön eran imposibles de ubicar. Se pensó en Al Qaeda. Drones de la ONU borraron del mapa vastas regiones de Siria, Irán y lo que quedaba de Irak y Afganistán. Las grandes ciudades se volvieron inhabitables. La gente emigraba hacia al campo, lejos de las grandes aglomeraciones de personas, lejos de Internet. Pero con la rapidez de una epidemia medieval, en todas partes existía algún usuario de Tlön. Copperfield relata su perplejidad:</div>
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“No se vuelven autistas ni esquizofrénicos. Tampoco comparto la opinión de que sean zombies, aunque algo de todo eso hay en los estadios avanzados de su comportamiento. La ausencia de señales externas, salvo quizás por la palidez, hace que sea más difícil detectarlos. Pero están ahí, lo sabemos bien, en todas partes. La marca de Tlön se vuelve patente en el lenguaje. No conjugan verbos, lo cual de por sí es llamativo, pero más todavía lo es la ausencia de sujeto en las oraciones que formulan. Todo lo que hay son predicados de un sujeto ausente. Este sujeto, estimo ―y no soy original en esto―, no son ellos, porque su condición de tales es controvertida.”</div>
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Mientras afuera ocurría el desastre, Copperfield llevó adelante las investigaciones pertinentes. Dio instrucciones precisas de no ingresar a Tlön bajo ningún aspecto. En una semana fueron detonadas cuatro bombas caseras, de baja intensidad, en los edificios de Google y de Facebook. A partir de entonces, el ejército controló las entradas y las salidas. Todos los empleados eran registrados. Las enmiendas constitucionales dejaron de existir, en la práctica, en Silicon Valley.</div>
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“Mark Zuckerberg lloraba en el baño, mientras una de sus asistentes los esperaba con los Kleenex en la puerta”, relata Copperfield. “Yo intentaba mantener la calma, pero lo cierto es que las cosas no andaban nada bien. No sólo no podíamos localizar los servidores de Tlön, sino que ni siquiera éramos capaces de bloquear el acceso. La única manera de detener el desastre habría sido desconectar Internet, al mismo tiempo, en todo el mundo. La idea era descabellada, pero no existía otra alternativa. Me entrevisté con el presidente en Washington. Le expliqué mis razones a él y a sus asesores. La diplomacia en el mundo se había desestabilizado desde la invasión a Oriente Medio. Me hablaron de los millones de dólares que se perderían, pero no sólo de eso. Recuerdo la afirmación resignada del presidente de los Estados Unidos: ‘el orden mundial está sostenido por la web hasta en sus aspectos más insignificantes’. Repitió un lugar común, algo en lo cual contribuí yo mismo: todo, desde los más sofisticados servicios de inteligencia hasta las conversaciones familiares, pasa por la web. No veían posible, ni él ni sus asesores, un consenso para la desconexión. Me pidieron que pensara un plan alternativo.”</div>
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¿Por qué las personas siguen registrándose en Tlön, cuando sus consecuencias de devastación son tan evidentes? Mark Gebhardt, psicólogo social, ensayó una respuesta en una columna redactada para el New York Times:</div>
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“La compulsión a Tlön no pertenece al orden de lo social. No podemos entenderla porque no tenemos las herramientas para hacerlo. Las matrices explicativas de las ciencias sociales se volvieron obsoletas, están devastadas. Fueron efectivas, en un cálculo benévolo, hasta el advenimiento de Tlön. Pero visto a la distancia, ahora que todo está muerto o en camino a estarlo, creo que empezaron a caducar con el HTML”.</div>
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Tres semanas más tarde Gebhardt se inmoló en los techos del Social Sciences Academic Resource Center de Irvine, California. Por fortuna, en ese momento el edificio se encontraba vacío.</div>
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“Un día recibí el llamado de Jimmy Wales, de Wikipedia. Tiempo atrás me había contado que en los últimos tiempos usaba un teléfono a disco porque ya no confiaba en nada digital. ‘Esto es el fin’, dijo. ‘Ni siquiera Richard Stallman y los otros paranoicos del control lo vieron venir.’ Me habló de Orbis Tertius. Sospechaba que eran una secta, pero no se sabía casi nada de ellos excepto que en los últimos dos años se habían dedicado a modificar las entradas de Wikipedia. Al principio ligeramente, al punto en que nadie se daba cuenta más allá de alguna eventual controversia acerca de uno que otro término. Luego llegaron las entradas duplicadas, como en el caso de Uqbar. Al comienzo de los atentados, la CIA solicitó información acerca de las direcciones de IP desde las cuales se realizaban modificaciones en determinadas entradas de Wikipedia. Estaban repartidas en todo el mundo, desde los Estados Unidos hasta Asia Menor. Algunas personas fueron detenidas. El nombre Orbis Tertius fue pronunciado por Karol Karov, un estudiante lituano que había sido demorado por alterar el significado de ‘capitalismo’ en la edición en inglés de Wikipedia. Sus modificaciones no iban por el lado de la teoría económica y política, sino que interpretaban al capitalismo como una copia imperfecta, vaporosa y humanizada, del sistema de valores y relaciones que rige en Tlön, que no supone la libertad del individuo para consumir, sino para ser consumido.”</div>
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La secta Orbis Tertius, si es que puede ser llamada de esa manera, nunca fue identificada, y tampoco se sabe con exactitud por quiénes está o estuvo compuesta, ni cuáles fueron sus propósitos iniciales. Lo único que se conoce son sus resultados. ¿Hasta qué punto influyeron las entradas en Wikipedia sobre Tlön en la creación de Tlön? Al respecto, hay teorías contrapuestas. Existe la hipótesis mística que supone que Tlön es un producto de las definiciones. Otra, más convincente, sostiene que Orbis Tertius y la empresa fantasma Uqbar están relacionadas de alguna manera, y que actuaron en conjunto. Atribuye sus móviles al fundamentalismo árabe, aunque no exista ninguna prueba concreta de este vínculo. El profesor Oppenheimer, tras un período de largas e infructuosas investigaciones en Silicon Valley, se arriesga a ensayar una tercera hipótesis:</div>
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“Creo que Tlön, Uqbar, Orbis Tertius, son un producto de la web. ¿Por qué se llaman así y no de otra manera? La información acerca del cuento de Borges estuvo inscripta en la web desde sus comienzos, a pesar de los esfuerzos de su viuda por preservar la propiedad intelectual. Luego se sumaron las definiciones de Wikipedia, en todos los idiomas, millones de blogs alrededor del mundo, actualizaciones de Twitter y Facebook que lo mencionaban. No me extrañaría que Orbis Tertius fuera el producto de una cadena de mails espontánea, o de alguna red social subsidiaria, que introdujo en sus usuarios la pulsión de redactar las definiciones. Esa misma mutación del HTML, que no me extrañaría haya sido propiciada por los experimentos de Tim Berners-Lee acerca de la web semántica, puede haber conformado el origen de Tlön. Son especulaciones que probablemente jamás sean corroboradas, porque no va a quedar nadie en condiciones de hacerlo”.</div>
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Mientras tanto, la cantidad de registraciones en Tlön no se detiene, sino que aumenta a cada vez mayor velocidad. Tim Berners-Lee desapareció, al parecer definitivamente, en una isla del Pacífico Sur. De la web como la conocíamos hasta hace poco sólo quedan algunos restos, islotes en un río sin caudal. Sobreviven algunos medios zonales, blogs personales que ya no se actualizan, como epitafios, y publicaciones aisladas alrededor del mundo. Caminar por la calle se volvió peligroso, en los lugares donde todavía existen calles. Las fuerzas de seguridad no dan abasto. Las masacres se producen en todos los lugares del mundo, e involucran tanto a los usuarios de Tlön como a aquellos que se resisten a la registración.</div>
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Sobre lo que viene, sólo es posible arriesgar el último tuit de Gunnar Larsson, escrito antes de inmolarse a lo bonzo en la reserva forestal de Hilmarsson, a escasos kilómetros del círculo polar: “esta vez sí, el mundo será Tlön”.</div>
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<a href="https://1.bp.blogspot.com/-Lwzj85WVzYU/WqnNqyK9M7I/AAAAAAAAMsk/wyHD1zA9J6418F9ARo2SK9IDVTbURP2XQCLcBGAs/s1600/sebasti%25C3%25A1n-robles.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="544" data-original-width="525" height="200" src="https://1.bp.blogspot.com/-Lwzj85WVzYU/WqnNqyK9M7I/AAAAAAAAMsk/wyHD1zA9J6418F9ARo2SK9IDVTbURP2XQCLcBGAs/s200/sebasti%25C3%25A1n-robles.jpg" width="192" /></a></div>
<b>(*)Sebastián Robles</b><br />
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(Villa Ballester, 1979)</div>
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Escritor, guionista, productor y conductor de radio argentino. Coordina la Escuela de Escritura Online de Casa de Letras y escribe regularmente en RevistaPaco.com. Ha participado en diversas antologías de cuentos. Publicó la novela <i>Los años felices</i> (Pánico el Pánico, 2011) y el libro de relatos <a href="http://www.aquateca.com.ar/2018/01/libros-redes-invisibles-sebastian-robles.html" target="_blank"><i>Las redes invisibles</i> (Momofuku, 2014)</a>. En 2017 publicó el libro de conversaciones <i>Apuntes sobre Philip K. Dick</i>, en colaboración con Juan Terranova, por Milena Caserola. Actualmente esta escribiendo una biografía de Stalin.<br />
<br />
"Tlön" fue publicado originalmente en el libro de cuentos <a href="http://www.aquateca.com.ar/2018/01/libros-redes-invisibles-sebastian-robles.html" target="_blank"><i>Las redes invisibles</i> (Momofuku, 2014)</a>. Se publica en <i>#LaAquateca</i> con permiso del autor.<br />
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Maumy G.http://www.blogger.com/profile/03386353205900195418noreply@blogger.com8tag:blogger.com,1999:blog-7241822988882216287.post-92176842614458254852018-03-13T19:59:00.001-03:002018-03-13T19:59:33.200-03:00Taller de Lectura | Sobre "Fría luz de luciérnagas" de Miguel Sardegna<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhZaEBxdNgtVlF_MDylq53AeqTI5fjR1aYcKOJdKAZ9q-YcdGum-IHK29URPAwhCrDlid7RnAjwfbfemt3hY16UnEiS2qfTaTmizeBBEkT5anXHbJkx7xKKGQOCM73rqBOyVXyV0Z7_79I/s1600/Flyer--Lectura-Miguel-Sardegna-800.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="622" data-original-width="800" height="496" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhZaEBxdNgtVlF_MDylq53AeqTI5fjR1aYcKOJdKAZ9q-YcdGum-IHK29URPAwhCrDlid7RnAjwfbfemt3hY16UnEiS2qfTaTmizeBBEkT5anXHbJkx7xKKGQOCM73rqBOyVXyV0Z7_79I/s640/Flyer--Lectura-Miguel-Sardegna-800.jpg" width="640" /></a></div>
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En el cuarto encuentro de la nueva edición del <a href="http://www.aquateca.com.ar/2018/02/taller-lectura-cuentos-narradores-rioplatenses-2018.html" target="_blank">Taller de Lectura a Distancia de <i>#LaAquateca</i></a> leímos el cuento <a href="http://www.aquateca.com.ar/2018/03/cuento-fria-luz-luciernagas-miguel-sardegna.html" target="_blank">"Fría luz de luciérnagas" de Miguel Sardegna</a>. "Un relato muy bello", dijo una de las lectoras. "Admirable por su fuerza, por todo lo que dice y lo que no se dice", comentó otro. "Me gustó la manera que elige el autor de narrar un hecho trágico, cargado de nostalgia, de dolor. Cómo, entre la escena familiar y los recuerdos de Ichiro, encuentra la manera de resignificar el pasado para abrir un espacio de esperanza", dijo alguien más. En general, fueron comentarios positivos, cargados de metáforas como el propio cuento. Te dejo el resumen de los principales y te invito a leer el cuento y entrar en la discusión.</div>
<a name='more'></a><br />
<div style="text-align: justify;">
<blockquote class="tr_bq">
«Fría luz de luciérnagas me pareció un relato muy bello. El espacio que describe de la naturaleza y los personajes moviéndose muy sutilmente, me parecen un cuadro, una fotografía, una escena de película, como nos tiene acostumbrados el cine japonés. A ese japón, de la finura, lo sutil, lo bello, al que pertenece el personaje del padre, principalmente, se opone un nuevo Japón, mecanizado, potencia automotriz. Un relato que de a poco va contando la historia, reviviéndola en la memoria, de la bomba y destrucción de Hiroshima. Y la bella historia de la niña Sadako y sus grullas. Gracias por este material.»</blockquote>
<blockquote class="tr_bq">
<div style="text-align: right;">
Rosa Orchuelo</div>
</blockquote>
</div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
<blockquote class="tr_bq">
«Me recuerda demasiado el modo de escritura oriental, Mishima… Kawabata… me resuena como ya leído... aunque no es así.»<br />
<div style="text-align: right;">
Ana Nuciforo</div>
</blockquote>
</div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
<blockquote class="tr_bq">
«Es un cuento conmovedor. Admirable por su fuerza, por todo lo que dice y lo que no se dice. Detrás de esta historia se despliega la Historia de la Guerra, de una bomba y sus consecuencias devastadoras. El autor nos mete todo eso en una cajita de fósforos, para decirlo con una metáfora robada. Tal es la economía de palabras, no exenta de detalles. No recurre a golpes bajos. Sabe que, desde los silencios ―vaya paradoja― también puede lograr emocionarnos. Vale destacarse la empatía entre el lector y el viejo Ichiro, ese anciano cargado de memoria que arma como puede, en el jardín, con la torpeza de una sola mano, una grulla de papel, como parte de un nuevo ritual. Es extraño que este cuento no haya recibido comentarios. Me gustaría pensar que ha sido leído por muchos lectores de este sitio, pero que han preferido callar ante la belleza de lo trágico, como una especie de homenaje a las víctimas de la guerra.»<br />
<div style="text-align: right;">
Miguel De Leo</div>
</blockquote>
</div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
<blockquote class="tr_bq">
«Me gusta mucho la literatura oriental (Kawabata, Murakami) y siempre que la leo tengo la impresión de caminar (mentalmente) por un jardín zen rodeado de cerezos que dejan caer sus flores. Este cuento me produce esa misma sensación de calma y quietud. La historia se va desarrollando con un ritmo lento pero implacable que nos lleva con muchísima elegancia y (me atrevo a decir) compasión, al descubrimiento del horror que significó para la gente común la caída de la bomba atómica. El manejo de los silencios es impecable, también muy de la literatura oriental, y cargan el texto de emoción y significado.»</blockquote>
<blockquote class="tr_bq">
<div style="text-align: right;">
Gisela Lupiañez</div>
</blockquote>
</div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
<blockquote class="tr_bq">
«Cuento japonés: delicadeza, equilibrio, rituales, método. Pero la luz es fría, porque ese papel plegado esconde una niña que son miles de niñas muriendo por esa bomba. Porque la camisa cubre las llagas de esa bomba. La luz, lo que se ve, puede incluso dar la ilusión de luciérnagas como esperanza de futuro. Y detrás, debajo, por todos lados, el horror, la muerte, el fuego invisible.»<br />
<div style="text-align: right;">
Andrea Papini</div>
</blockquote>
</div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
<blockquote class="tr_bq">
«Destaco la grulla como elemento metafórico del cuento. Asocio la acción repetida de armar una grulla, a ese Ichiro que se sienta afuera enredado en los mismos pensamientos. También ese deseo callado de los protagonistas que se parece tanto al de Sadako de "Vivir su vida de antes".»<br />
<div style="text-align: right;">
Ezequiel Bottaro</div>
</blockquote>
</div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
<blockquote class="tr_bq">
«Hermoso cuento. Me gustó la manera que elige el autor de narrar un hecho trágico, cargado de nostalgia, de dolor. Cómo, entre la escena familiar y los recuerdos de Ichiro, encuentra la manera de resignificar el pasado para abrir un espacio de esperanza. Las imágenes están todo el tiempo presentes. Tiene ritmo y tensión. Atraviesa, sin escollos, el momento en el que todo hace pensar en la muerte de Ichiro, y nos regala un final luminoso, como esas luciérnagas que se posan en sus manos. Un texto que obliga al lector a comprometerse con la historia, en el que, como si estuviera agujereado a propósito, hay muchos espacios en los que es más importante lo que no se dice. Me gustó y disfruté de su lectura.»<br />
<div style="text-align: right;">
Alberto Chaile</div>
</blockquote>
</div>
<br />
<br />
<div style="text-align: justify;">
Estoy más que agradecida con todos y cada uno de quienes entraron a leer y contar sus impresiones sobre este cuento. En especial, quiero agradecer la paciencia y el interés de Miguel Sardegna, su autor, por tomarse el trabajo de escribir un comentario muy rico sobre cómo surgió esta historia para poder compartirlo con los lectores de <i>#LaAquateca</i><i>.</i></div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
El próximo jueves nos volvemos a juntar <i>on-line</i> para leer uno más de los <a href="http://www.aquateca.com.ar/search/label/Narradores%20Rioplatenses" target="_blank">#NarradoresRioplatenses</a> que he seleccionado para el <a href="http://www.aquateca.com.ar/2018/02/taller-lectura-cuentos-narradores-rioplatenses-2018.html" target="_blank">Taller de Lectura a Distancia</a>. Daremos un gran vuelco así que cuidadito con saltarte el encuentro.<br />
<br />
Recuerda que esta es una actividad gratuita y exclusiva para miembros de la <a href="https://tinyletter.com/LaAquateca" target="_blank">comunidad de <i>#LaAquateca</i></a>. Si quieres sumarte sólo tienes que <a href="https://tinyletter.com/LaAquateca" target="_blank">completar el formulario</a> haciendo <a href="https://tinyletter.com/LaAquateca" target="_blank">clic acá</a>. La otra opción es que me escribas a difusion.aquavioleta[@]gmail.com y te anoto.<br />
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Maumy G.http://www.blogger.com/profile/03386353205900195418noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-7241822988882216287.post-40962077412977501572018-03-08T17:06:00.000-03:002018-04-05T13:32:32.538-03:00Cuento | Fría luz de luciérnagas<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiVb9akWgdRKqN5KZx74Lwfn_eyXwrBfZ9Vlj8m13KKackDKHFcGo_ugHGibBcDqPr0ztmUoyy_mdo2mb_jpcEmLb_Mn3JnTrOynFvFD0MeULstIqw7vVoAHg1pLa5TPvjhJVXVQq5H1Lw/s1600/Fireflies_ROW8934779312_1366x768.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="768" data-original-width="1366" height="358" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiVb9akWgdRKqN5KZx74Lwfn_eyXwrBfZ9Vlj8m13KKackDKHFcGo_ugHGibBcDqPr0ztmUoyy_mdo2mb_jpcEmLb_Mn3JnTrOynFvFD0MeULstIqw7vVoAHg1pLa5TPvjhJVXVQq5H1Lw/s640/Fireflies_ROW8934779312_1366x768.jpg" width="640" /></a></div>
<br />
<br />
Por <b>Miguel Sardegna (*)</b><br />
<b><br /></b>
<br />
<div style="text-align: right;">
<i>A los retoños</i></div>
<div style="text-align: right;">
<i>del ginkgo, que hoy estallan</i></div>
<div style="text-align: right;">
<i>en las cenizas</i></div>
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<br /></div>
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<div style="text-align: justify;">
Ante la vista de su hija Mizuki, todavía sentada a la mesa, el viejo Ichiro se apoya en el bastón para levantarse. El brazo derecho le cuelga, inerte. Arrastrando los pies sale al jardín, como acostumbra después de cenar.</div>
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Pero algo ha cambiado esta noche, en que la primera plana del <i>Mainichi Shinbun</i> augura tiempos de bonanza económica a treinta años de la Rendición: Ichiro arrancó la hoja del diario y se la guardó entre los pliegues de su kimono. Hasta sus pasos resuenan diferentes esta vez, más cortos y tensos. El bastón imprime sobre el suave tatami una marca circular, un sello.<br />
<a name='more'></a></div>
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Ichiro baja el último escalón que da al jardín y, descalzo en el pasto húmedo, pasa delante de las pequeñas estatuas del bodhisattva Jizo. Llega hasta el rincón más alejado, el rincón de las ancestrales linternas de piedra. Debe soltar el bastón y liberar su mano buena para palpar la roca. Descubre en sus dedos cómo el musgo ha avanzado.</div>
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Oye el murmullo de la brisa, y una luciérnaga se posa en su mano. Siempre lo cautivaron esas luces parpadeantes, en armonía con el fulgor de las lámparas shintoístas. De niño, mientras otros jugaban en la calle y corrían y reían, él prefería la paz del jardín.</div>
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Ichiro vuelve sobre sus pasos, se deja caer por fin en el banco de bambú, sobre el almohadón que la costumbre ha ido amoldando a su cuerpo. </div>
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Busca en su kimono y saca la hoja del diario. En la foto, varios obreros con cascos blancos trabajan en la carcasa de un auto. Al fondo se distinguen grúas y máquinas de precisión, brazos mecánicos y estructuras gigantes. En su tiempo no había esas cosas. “Crece la exportación de autos a América”, lee. Levanta la vista una vez más hacia el rincón, no deja de pensar en las lámparas, plenas de luciérnagas, con sus efímeros destellos y un cric-cric que se oye incluso desde adentro, desde la mesa.</div>
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Mizuki aparta el jengibre de los últimos trozos de arroz con pollo. Ella y su marido permanecen un rato más delante de los restos de la cena, hablando del viejo Ichiro. </div>
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—¿Dije algo que lo molestó? —pregunta él, y se afloja el nudo de la corbata—. Solo traté de comentarle que este es uno de los mejores años desde el final de la Guerra.</div>
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—No —dice ella—, pero hay temas que no deben hablarse.</div>
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—Él vivió aquellos tiempos en los que todo se había perdido —insiste, bajando la vista—. Debería alegrarse por cómo nos recuperamos.</div>
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—No es eso —dice Mizuki—. Hoy… hoy es un nuevo aniversario.</div>
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Ambos callan. </div>
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Él le hace un gesto para que no se levante, y junta los platos. Ella se acaricia la panza, por un momento cree sentir que el niño se mueve. Ha esperado, ha rogado mucho por él. Se queda sentada en esa silla alta —cuánto más cómoda le resulta que el rústico tatami—, mientras su esposo recoge los cuencos, los palillos, la tetera vacía. En los últimos días se ha sentido cansada, respirando con esfuerzo.</div>
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Mizuki quiere entender a su padre, pero le molesta que se recluya afuera, siempre enredado en los mismos pensamientos. ¿Por qué no olvidará de una vez? No quiere, se resiste a hacerlo, pero ahora ella tampoco puede dejar de pensar en lo mismo que piensa su padre. En un destello se le aparece la imagen de ese día. Era muy pequeña entonces, pero le basta con recordar una sola cosa: ella miraba por la ventana, apenas habían pasado quince minutos de las ocho —8 horas, 15 minutos, 17 segundos, según recuerdan los libros—, y todo cambió para siempre. Recuerda el momento exacto en que… no, ella prefiere no formar en su cabeza las palabras que faltan. Prefiere el silencio, silencio igual al de la mañana aquella. Porque lo peor fue la quietud, la inmovilidad que siguió. Ni gritos de pena, ni de horror, ni de nada. Solo silencio. Como si las palabras que no se dejan pronunciar borraran el pasado.</div>
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Y de nuevo el cric-cric desde el jardín. Ichiro proyecta su sombra sobre la fachada.</div>
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El viejo Ichiro —que no le teme a las palabras— mira luciérnagas, las observa con muda concentración. Las cosas no fueron muy distintas cuando sucedió aquello que Mizuki no quiere pronunciar: ese 6 de agosto, Ichiro creyó ver luciérnagas dentro de su propia casa —en pleno día—, y trató de capturarlas en el aire. ¿Cuántas veces necesitó contarle la historia a Mizuki, de pequeña, en ese mismo jardín?</div>
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—Papá —le había dicho Mizuki, la última vez que habían hablado de ese tema—, ¿me cuentas la historia de Sadako?</div>
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Fue hace mucho, cuando a ella todavía le gustaba conversar en el jardín. Pero él no ha olvidado ningún detalle, nada, recuerda incluso las manitos de ella arrancando pequeñas matas de pasto.</div>
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—Mizuki, hermosa, mira —le dijo, y extendió un papel púrpura delante de sus ojos, sujetándolo bien de cada extremo, como si la tragedia de Sadako Sasaki se desplegara desde él en todo su horror.</div>
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¿Cuántas veces Mizuki revivió como propia la misma historia? Cada aniversario se sentaba a los pies de su padre. Cada 6 de agosto, en la estación de las luciérnagas, escuchaba cómo esa nena tan pequeña se había convertido en la heroína del Imperio; incluso en el Parque de la Paz se erigió un monumento en su honor. </div>
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Pero no era la entereza de Sadako lo que Mizuki más disfrutaba de esa ceremonia en el jardín. </div>
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Esa tarde, ella había mirado maravillada una vez más a su papá: sin dejar de hablar, con una mano él estiraba el papel sobre su pierna, lo alisaba aunque no necesitaba ser alisado, y con la otra mano realizaba ya el primer pliegue.</div>
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Las manos se le cansaban rápido a Ichiro, ya entonces le costaba plegar el papel con la precisión que exigía el rito. Pero no se detuvo, dobló el papel diagonalmente en ambas direcciones. Luego lo giró y volvió a doblarlo, esta vez por la mitad, también hacia un lado y hacia el otro.</div>
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—Nueve años después de… —dijo Ichiro y dudó: elegía las palabras—, después de aquello, la pequeña Sadako empezó a sufrir los efectos de lo que, al principio, parecía una gripe. De un día para el otro le brotaron puntos negros, Mizuki. Ampollas —hizo una pausa—. Por todo el cuerpo. El torso, la cara… —Ichiro advirtió que Mizuki le miraba las manos. ¿Estaría observando las manchas? La imaginó adivinando hasta dónde llegaban debajo del kimono. Jamás le permitiría ver las quemaduras en su espalda, las costras que supuraban y nunca acababan de sanar. Que jamás sanarían.</div>
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—¿Cuántos años tenía esa nena, papá? —le preguntó Mizuki, sin dejar de mirar las manchas. </div>
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—Once años —dijo él, y se dio cuenta—: Tu misma edad.</div>
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—¿Y entonces qué pasó? </div>
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Ichiro siguió plegando el papel, cada vez más trabajosamente. Con la mano derecha sujetó la figura de la base, que ya revelaba su forma. En un último esfuerzo, tiró del cuello con la mano izquierda.</div>
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—Y un día alguien le habló a Sadako de las grullas de papel —retomó Mizuki ante el silencio de Ichiro—. ¿No es cierto, oto-san?</div>
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—Se le propuso el cumplimiento de un ritual —dijo Ichiro, y le tendió la figura incompleta—. Debía armar nada menos que mil grullas… y su deseo se cumpliría.</div>
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Mizuki sabía qué hacer con la figura incompleta que él acababa de entregarle: las últimas veces lo había ayudado, ejecutando ella misma el giro final, el más difícil. Tiró de las alas y las bajó… y la figura se pronunció majestuosa.</div>
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Una nueva grulla. Otra. </div>
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—¿Y a nosotros? —dijo, devolviéndosela—. ¿Nos faltan muchas para llegar a mil? </div>
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Él no contestó. En silencio admiró la elegancia del milagro que habían recreado juntos.</div>
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Mizuki le preguntó si le dolían las manos. Le dijo que no era justo.</div>
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—Oto-san, por culpa de esas manchas, ya no puedes plegar el papel. </div>
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—Mírate, Mizuki. En realidad, fuimos afortunados… Los dos. No lo olvides nunca —Ichiro levantó la vista de la grulla. Como muchas veces antes, recitó las palabras del relato—: Si Sadako hacía mil grullas como ésta, los dioses le concederían un deseo.</div>
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—Vivir su vida de antes —completó Mizuki.</div>
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Un llamado desde adentro de la casa sobresalta a Ichiro, lo obliga a volverse. Sigue con una mano extendida, tendiendo la hoja de diario a una Mizuki niña, que solo subsiste en su recuerdo. El brazo malo le cuelga, paralizado en un puño.</div>
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—¿Te preparo el <i>futon</i> para dormir? —dice la Mizuki de hoy, aquella que nunca volvió a escuchar los cuentos que le contaba su padre desde que supo que a Sadako la había consumido la leucemia. Aquella que piensa que todo eso no es más que algo del pasado. Algo muerto. Un cataclismo que conviene dejar atrás.</div>
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A Ichiro lo agobia la realidad. Tantea a los lados hasta que encuentra el bastón, entre el pasto.</div>
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—¿Lo preparo o no?</div>
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Él niega con la cabeza. Mira de nuevo las lámparas y las luciérnagas… pero no ve lámparas ni luciérnagas, sino chispas, muchas chispas. Ese día las sirenas antiaéreas habían sonado desde la madrugada. De nada sirvieron: ¿cómo protegerse de un viento que desgarra las caras de los hombres? Ellos vivían lejos del epicentro, aunque la onda expansiva se había colado hasta la casa. <i>Epicentro</i>, <i>onda expansiva</i>, palabras que había aprendido mucho tiempo después. Ichiro recuerda a Mizuki llorando en la ventana, cubriéndose los ojos. Le gritó que no se moviera, porque una viga se balanceaba encima de ella, a punto de caer. La habitación desbordaba de chispas —chispas que se encendían y se apagaban, como luciérnagas—, y el fuego se arrastraba por las paredes.</div>
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Con la constancia de un enemigo implacable, el pasado sigue socavando a Ichiro, lo inutiliza de a poco. El médico mismo le había dicho: “Puede irse a casa, aunque no le aseguro que no estará muerto en un par de días”. Ichiro no ha muerto, pero las cosas tampoco han mejorado. Muchos debieron enfrentar el mismo horror: sanos por años y, de pronto, la sangre enferma los ahogaba, como a Sadako.</div>
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En la soledad del jardín, el viejo Ichiro vuelve a hablar, sin nadie que quiera escucharlo:</div>
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—Sadako no llegó a las mil grullas. Sadako solo completó seiscientas cuarenta y cuatro grullas de papel cuando murió.</div>
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¿Cuántas había armado él? Todavía le faltaba. Le faltaba demasiado.</div>
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Con el brazo inútil aprieta la hoja del diario contra sus piernas. Mira hacia adentro de la casa, por encima del hombro: la mesa vacía, Mizuki ya se ha ido a acostar. Piensa en su nieto mientras hace el primer pliegue. Todo cobra sentido cuando piensa en su nieto. Sabe que debe doblar el papel por el medio exacto, pero no le preocupa ejecutar su tarea con imperfección. ¿Qué puede importar que una de las alas de la grulla quede torcida?</div>
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<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://3.bp.blogspot.com/-cHcInJPoDqY/WqBgR8PFEFI/AAAAAAAAMiY/Edu2JQcWAmAbov3w9xnaoA3fD-5Cq0eagCLcBGAs/s1600/Hiroshima%2B-%2BMiguel%2BSardegna.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="720" data-original-width="960" height="240" src="https://3.bp.blogspot.com/-cHcInJPoDqY/WqBgR8PFEFI/AAAAAAAAMiY/Edu2JQcWAmAbov3w9xnaoA3fD-5Cq0eagCLcBGAs/s320/Hiroshima%2B-%2BMiguel%2BSardegna.jpg" width="320" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Miguel Sardegna en Hiroshima</td></tr>
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<b>(*) Miguel Sardegna</b><br />
(Buenos Aires, 1978)<br />
Es abogado, docente universitario y jugador de ajedrez. Publicó el libro de cuentos <i>Horario de oficina</i>, en la colección Exposición de la actual narrativa rioplatense y <i>Hojas que caen sobre otras hojas</i>, en la editorial Conejos. Ese libro obtuvo el Primer Premio Municipal Ciudad de Buenos Aires en la categoría libro de cuentos inédito, bienio 2010-2011. Sufrió los cambios naturales que le imprime el paso del tiempo antes de ser publicado por Conejos en 2017. Su novela <i>Los años tristes de Kawabata</i> obtuvo la Primera Mención en el Premio Clarín de Novela 2016.<br />
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"Fría luz de luciérnagas" fue publicado originalmente en el libro de cuentos <i>Hojas que caen sobre hojas</i>, por la editorial Conejos (2017). Se publica en <i>#LaAquateca</i> con permiso del autor.<br />
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Maumy G.http://www.blogger.com/profile/03386353205900195418noreply@blogger.com14